La ida y vuelta de Alejandro Cordero
El joven tarijeño es bailarín profesional, director del Ballet Team Dance Studio.



Pocas personas saben que el ballet inició como entretenimiento para altas jerarquías, ejecutado exclusivamente por hombres, quienes además se disfrazaban de personajes femeninos hasta que finalmente a alguien se le ocurrió enseñar a mujeres y montar una obra con bailarinas. El ballet clásico se convirtió en un “arte femenino”, instalando en el imaginario machista una nueva burla para restar hombría al varón que lo ejecutara.
Burlarse es fácil, pero igual son pocas las personas que pueden realizar un “fouetté rond de jambe en tournant” sin quedar en verdadero ridículo. Para la danza se necesita fuerza y estudio, y Alejandro Cordero aprendió eso bajo la dirección de Javier Michel: “Es muy tácito, pero es una disciplina que sí o sí se necesita en la danza”, recuerda. Nuestro folclore es gallardo, pero la danza clásica requiere una disciplina que pocos hombres tienen.
“¡Cómo va a bailar danza clásica! ¡El folclore es para hombres, la danza clásica para mujeres!”
“Cuando empecé, la sociedad no estaba acostumbrada a ver un hombre bailarín de danza clásica. Los mismos profesores de folclore criticaban: ‘¡Cómo va a bailar danza clásica! ¡El folclore es para hombres, la danza clásica para mujeres!’”. Alejandro no se dejó llevar por esos comentarios. “En colegio ha habido cosas de changos, pero cuando estás seguro de lo que haces y lo dominas, ves esas cosas con pena. Es su ignorancia, no hay más que hacer”.
Cordero soportó eso y el aprendizaje para dominar su cuerpo. Fue fundamental “la suerte de crecer en una familia que no tenía ese pensamiento machista estigmatizante. Gracias a eso también he decidido seguir con la danza”. Saliendo bachiller, estudió la carrera de Danza Clásica en el Ballet Nacional de Cuba con una beca. Luego sumó diplomados en danza clásica contemporánea, pedagogía de la danza y prevención de lesiones para bailarines, un título en folclore nacional, y un profesorado en ritmos latinos.
“Me gusta enseñar. Me he preparado para ser un buen profesor”, expresa Alejandro. En 2017, fue parte del equipo creador de la carrera de Danza en La Paz, donde enseñó hasta que se cansó de la intromisión política. Volvió a Tarija en 2021 para hacerse cargo del Ballet de la Extensión Cultural de la UAJMS que, según recuerda, era un basural antes de su llegada. “Desde el año pasado estamos tratando de limpiar la imagen que dejó el anterior profesor”. Alejandro reparte su tiempo entre esta labor y su contrato con la compañía cochabambina Danzarmonía. “Nos pagan todo para ir a ensayar los fines de semana cuando hay temporada”. Actualmente, hay dos hombres en esa compañía. “El otro es Milan Aguirre, de La Paz. Me atrevería a decir que es el mejor bailarín de Bolivia del momento”.