Agenda climática
El calentamiento máximo del planeta, a punto de llegar
Las emisiones de carbono de las plantas de energía contribuyen al calentamiento global y contaminan el aire. La OMM sostiene que mientras no cesen las emisiones de gases de efecto invernadero la temperatura del planeta seguirá en aumento.



El calentamiento de la Tierra continúa y hay 93 % de probabilidades de que uno de los años entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, indicó este martes 10 un reporte de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
«Mientras no cesen las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas seguirán aumentando”, señaló el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, al presentar el informe en esta ciudad suiza.
En paralelo, “los océanos seguirán calentándose y volviéndose más ácidos, el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose, el nivel del mar seguirá subiendo y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas”, dijo Taalas.
Según el estudio, hay 50 % de probabilidades de que, por lo menos en uno de los próximos cinco años, la temperatura media anual del planeta supere transitoriamente en 1,5 grados centígrados los niveles preindustriales, el límite inferior del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Ese acuerdo de 2015 comprometió a la casi totalidad de los países a trabajar para limitar las emisiones de gases que calientan la atmósfera, y así la temperatura global no supere 1,5 grados centígrados sobre los niveles de la era preindustrial (antes de 1900) hacia el año 2050, ni más de dos grados a finales de siglo.
Las probabilidades de que el calentamiento global superara la marca de 1,5 grados eran casi nulas en 2015, pero desde entonces no han dejado de aumentar. Para el período comprendido entre 2017 y 2021 se calcularon en 10 %, mientras que para para el período de 2022 a 2026 ese porcentaje llega hasta casi 50 %.
“Este umbral de 1,5 grados C no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta”, destacó Taalas.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) un calentamiento global de 1,5 grados centígrados agravará los riesgos relacionados con el clima a los que están actualmente expuestos los sistemas naturales y humanos.
La OMM también señala que hay 93 % de probabilidades de que al menos uno de los años del período comprendido entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado y desbanque del primer puesto a 2016, cuando la temperatura media del planeta se elevó 1,2 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Ese nivel promedio para el período 1850-1900 se calcula en 13,7 grados centígrados.
Según el Boletín sobre el clima mundial anual a decenal de la OMM, la probabilidad de que la media quinquenal del período 2022-2026 sea superior a la media de los últimos cinco años (2017-2021) también es de 93 %, y para cada uno de los años del alza se prevé entre 1,1 y 1,7 grados centígrados.
“Si un año del periodo 2022-2026 se superara ese valor de 1,5 grados centígrados, se evidenciaría que nos acercamos cada vez más a una situación en la que ese límite se podría sobrepasar durante un lapso prolongado”, explicó Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido que ha elaborado el informe.
En 2021, la temperatura media mundial se situó 1,1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales de referencia, según la versión provisional del informe de la OMM cuya versión definitiva se publicará el 18 de mayo.
Los episodios consecutivos de La Niña de principios y finales de 2021 conllevaron una reducción de las temperaturas mundiales, pero ese efecto de enfriamiento es solo provisional y no invierte la tendencia de calentamiento global a largo plazo.
La Niña es un fenómeno climático caracterizado por un régimen de vientos alisios fuertes desde el oeste del océano Pacífico, debido a lo cual las temperaturas ecuatoriales disminuyen.
Pero si se instaura un episodio de El Niño (fenómeno opuesto a La Niña) provocaría un repunte inmediato de las temperaturas, como ya ocurrió en 2016.
Taalas también dijo que “el calentamiento es desmesuradamente más acusado en el Ártico y lo que ocurre en esa región nos afecta a todos”.
En comparación con la media de 1991 a 2020, se prevé que la anomalía de temperatura en el Ártico sea más del triple que la anomalía media mundial.
El reporte de la OMM además prevé para 2022 una mayor probabilidad de condiciones más secas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel (franja semiárida que atraviesa el centro-norte de África), el noreste de Brasil y Australia.
Para el período de noviembre a marzo entre 2022-2023 y 2026-2027 habrá más lluvias en los trópicos y una reducción en las zonas subtropicales, condiciones congruentes con los efectos previstos del calentamiento del clima.
El papel de los bosques tropicales
La Organización de las Naciones Unidas fijará la meta de restaurar 1000 millones de tierras degradadas en el planeta, al cabo de la 15 sesión de la Conferencia de las Partes (COP15) de su Convención de la Lucha contra la Desertificación (CNULD) iniciada este lunes 9 en esta ciudad marfileña.
La degradación de la tierra “no es inevitable y la reparación es posible. Invertir en la reparación de tierras degradadas es económicamente rentable, técnicamente viable, deseable y, por supuesto, ambientalmente beneficiosa”, dijo al iniciar los trabajos el secretario ejecutivo de la CNULD, Ibraim Thiaw.
Según la ONU, hasta 40 % de toda la tierra libre de hielo ya está degradada, con consecuencias desastrosas para el clima, la biodiversidad y los medios de subsistencia.
África, se recordó en la conferencia, está muy afectada por la desertificación, particularmente en el Sahel, la franja semiárida que desde el Atlántico hasta el mar Rojo separa el desierto del Sahara, al norte, de la zona de bosques en el centro del continente.
La conferencia se centrará en la restauración de 1000 millones de hectáreas de tierra degradada para 2030, manteniendo el uso de la tierra contra los impactos del cambio climático y abordando los crecientes riesgos de desastres como sequías, tormentas de arena y polvo, e incendios forestales, se indicó.
En la cita, organizada por el gobierno del presidente marfileño Alassane Ouattara y que se prolongará hasta el 20 de mayo, participan entre otros el presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Abudlla Shahid, y la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammeed.
Las inversiones en la lucha contra la desertificación y la degradación de la tierra “están entre las más efectivas que podemos hacer. La mitad del PIB (producto interno bruto) mundial y la mitad de sus suministros de cereales dependen de la lucha contra la degradación de la tierra”, expresó Mohammed en la sesión inaugural.
“Sin embargo, en lugar de invertir en soluciones, el mundo está acelerando la degradación de la tierra y empeorando la desertificación”, denunció la responsable.
Subrayó que el mundo se enfrenta a una elección crucial: “cosechar los beneficios de la restauración de la tierra ahora, o continuar con el desastroso camino que nos ha llevado a la triple crisis planetaria del clima, la biodiversidad y la contaminación”.
La Gran Muralla Verde por el clima
El proyecto de la Gran Muralla Verde “ya recuperó millones de hectáreas y generó miles de empleos” pero “todavía está lejos de generar los 10 millones de empleos que aspiramos y con los que contamos”, observó.
Ese programa, lanzado en 2007 por la Unión Africana, involucra a 20 de sus países miembros para reforestar y restaurar, principalmente con siembra de árboles y recuperación de tierras, unos 100 millones de hectáreas a lo largo del Sahel, la zona semiárida del África entre el desierto y la zona ecuatorial.
Si se completa el proyecto, podría almacenar 250 millones de toneladas de dióxido de carbono y contribuiría a mitigar el cambio climático. Los costos estimados suman 3600 millones de dólares anuales.
En los foros climáticos Bolivia también ha planteado la necesidad de sumar apoyo internacional para afrontar grandes proyectos conservacionistas que contribuyan a generar mejores condiciones climáticas para el planeta.
En Bolivia prevén hasta 4 grados de incremento
Uno de los estudios que más detalladamente analizó los efectos del calentamiento global en Bolivia fue el dirigido por Marcos Andrade, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo ya en 2014 y cuyas proyecciones incluso han empeorado.
A modo de resumen, indica que “los efectos del cambio climático sobre Bolivia son de interés tanto científico como político. Para estudiar estos efectos se usó los datos producidos por el modelo climático regional PRECIS para la región de Bolivia. La validación del modelo se realizó comparando los datos observados en la superficie a nivel mensual en el periodo 1961 - 1990, con aquellos obtenidos del modelo. Adicionalmente, se analizaron los valores climatológicos para los periodos 1961 - 1990 y 2071 - 2100. El análisis muestra un incremento promedio de 4,4ºC para el territorio boliviano con el máximo incremento en la zona norte del país y en la zona del Altiplano Sur. Los cambios proyectados en temperatura indicarían que el incremento estaría por encima de la variabilidad climáticas. Por su parte, los resultados sugieren una mayor precipitación en la zona de tierras bajas durante el verano con el consiguiente riesgo de inundaciones”.
Andrade es prudente: “Las características asociadas a los modelos de clima, así como las incertidumbres asociadas a sus proyecciones, hacen que las conclusiones obtenidas en este estudio deban ser tratados con precaución. Un análisis de varias corridas con condiciones de contorno y condiciones iniciales diferentes, así como estudios de sensibilidad, son recomendables para reducir la incertidumbre en las proyecciones”.
Los efectos del incremento de temperaturas ya están causando impactos evidentes, mientras que las Naciones Unidas considera a Bolivia como uno de los países más vulnerables ante estos efectos por las carencias institucionales para hacerle frente, pero sobre todo, por la dimensión de la amenaza.
En cuestión práctica, la pérdida de glaciares es evidente en toda la zona de los Andes, algo que tiene consecuencias en la provisión hídrica y en la recarga de acuíferos.
Al mismo tiempo, se responsabiliza de alguna manera a las altas temperaturas de las consecuencias de los incendios forestales registrados con frecuencia en el país, ya que si bien no siempre son el detonante, sí es responsable de las dimensiones que están alcanzando esos incendios en el territorio nacional, donde solo en 2019 devoraron más de cuatro millones de hectáreas.
Las altas temperaturas también están causando efectos sobre los ciclos agrícolas, siendo responsables del consumo más acelerado de las reservas hídricas y del incremento de la aridez de la tierra, obligando a replantear cultivos e incluir técnicas para recuperar sus nutrientes de una forma más consistente.