Vida en familia
Colomina: “El ‘bullying’ no es cosa de niños, sino de todos”
La psicoterapeuta y autora de cuatro libros reflexiona sobre el creciente aumento de problemas de salud mental en los jóvenes y sobre cómo parece que no necesitan a nadie, pero es cuando más precisan de acompañamiento. También asegura que la mayoría pasa una media de tres horas al día expuestos a la



La salud mental de los menores es un tema que cada vez preocupa más a nuestra sociedad. Los datos hablan por sí solos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimenta problemas de salud mental y la mitad de todas las enfermedades psíquicas comienzan antes de los 14 años. Los psicólogos especializados en infancia y adolescencia advierten de los temas que más abordan en sus consultas actualmente: “En consulta, lo que más tenemos es ansiedad, síntomas depresivos y cada vez más casos de bullying, y cada año en etapas más tempranas”, cuenta Belén Colomina (Alicante, 47 años), psicóloga sanitaria, psicoterapeuta y codirectora del centro Elephant Plena en Valencia, un centro de psicología y ciencias contemplativas. Colomina lleva más de 20 años trabajando con menores en riesgo de exclusión social y situación de vulnerabilidad en asociaciones como Psicoemergencias, un grupo de intervención en emergencias y catástrofes del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana. Además, se dedica a la divulgación y es autora de cuatro títulos relacionados con su profesión; su último libro fue El poder sanador del silencio (Grijalbo, 2023).
Colomina destaca que existe mucha información sobre la educación y el acompañamiento en la infancia y muy poca sobre la preadolescencia y adolescencia: “Es una etapa muy desafiante para muchos jóvenes, y para las familias; ellos muchas veces se sienten solos ante todos estos cambios. Estos son físicos, psíquicos y relacionales y servirán de base de las primeras experiencias, generando un mapa interno, funcional o disfuncional que, para muchos jóvenes expuestos a situaciones complejas, resulta ser de absoluto caos, soledad y frustración”. “Parece ser una etapa donde no nos necesitan, pero es cuando más precisan de acompañamiento, amor y respeto”, incide.
Daño La psicoterapeuta Belén Colomina explica que el acoso escolar es cualquier comportamiento reiterado en el tiempo que implica intencionalidad de hacer daño.
PREGUNTA. ¿Qué casos son los más habituales, en cuanto a salud mental se refiere, en los niños y jóvenes actualmente?
R. El bullying y ciberbullying están impactando mucho en la salud mental. Son una problemática que no solo afecta a las víctimas, sino a toda la sociedad. La violencia no puede validarse como una forma de relación y menos desde edades tan tempranas. Las formas más comunes son insultar, agredir físicamente, faltar al respeto, coaccionar, intimidar, ser cruel con el otro, poner motes, excluir o aislar socialmente, hablar mal del otro para modificar la visión de los demás y estimular su maltrato. Además, en el ciberbullying o ciberacoso, al ser a través de las redes sociales o aplicaciones de mensajes, se invade espacios íntimos. Ya no queda relegado al colegio y a su entorno, sino que entra en cualquier momento a su intimidad, a su hogar, a su lugar seguro.
P. ¿Qué es el bullying y de qué manera lo podemos encontrar en los jóvenes?
R. El bullying o acoso escolar es cualquier comportamiento reiterado en el tiempo que implica intencionalidad de hacer daño e incluye uno o más tipos de abusos. Estos pueden ser maltrato verbal, psicológico, físico o social de un menor hacia otro en el ámbito escolar. Hay patrones más complejos de detectar que otros, pero todos ellos causan un daño devastador en la víctima. Además, no solo se habla de agresor y víctima, sino también de todos los jóvenes o niños que forman parte del tercer vector del bullying: el público o los espectadores, que pueden ser víctimas o agresores secundarios. En ocasiones, por miedo a ser ellos los acosados, deciden callar o, por lo contrario, unirse al agresor, como una forma de defensa en la que se silencia la violencia. Normalizar y dejar que ocurran estas conductas es grave para su desarrollo psíquico, emocional y relacional. La educación en valores es fundamental para trabajar aspectos como la resolución de problemas, la tolerancia a la frustración, la asertividad, la empatía o la cooperación, entre otros. De ahí la importancia de una buena formación para detectarlo y una buena educación para prevenirlo.
P. ¿De qué modo se debe abordar?
R. El abordaje del bullying requiere una intervención interdisciplinaria. Habría que implementar programas educativos de prevención desde la infancia; incorporar más psicólogos y trabajadores sociales en las escuelas; fortalecer la legislación y la denuncia efectiva de casos y promover una cultura de empatía y respeto en todos los entornos juveniles, tanto físicos como digitales, y educar en el uso de la tecnología. Hay que ser consciente de que el bullying no es cosa de niños, sino que es un problema de toda la sociedad y que todos debemos colaborar para su erradicación.
P. ¿Cómo están afectando las redes sociales a los niños y adolescentes a la hora de relacionarse entre sí y potenciar su autoestima?
R. La mayoría de los jóvenes pasan una media de tres horas al día expuestos a las redes sociales, y muchos de los que llegan a consulta, incluso 8-9 horas diarias. La adicción a edades tan temprana afecta al desarrollo del cerebro, al contacto genuino con sus emociones, a sus relaciones, autoestima, atención y concentración, entre otros, creando problemas de salud mental. Se observa cómo aumentan aspectos como la ansiedad, la impulsividad y la reactividad, mientras disminuyen la tolerancia a la frustración y al aburrimiento. Hay que tener presente que el móvil no es un juego con el que poder conectarse libremente al mundo virtual. No puede establecerse como un modelo de relación con los iguales, sino que hay que educar para su buen uso. Las redes invitan a idealizar muchas de las imágenes que ven y tienden a querer obtener esa vida, ese cuerpo, esas relaciones. Una comparación muy peligrosa para la autoestima de un niño o adolescente que está en un momento de desarrollo y crecimiento a todos los niveles. Además, sienten mucha ansiedad al tener la percepción de que si no se conectan “se están perdiendo algo”, experimentando la sensación de que deben estar continuamente conectados y exponiendo sus vidas. Es importante que aterricen sus ideas y se centren en el bienestar interno, acercándose a una visión más real de la vida, poniéndose metas y enfocándose en sus valores y el esfuerzo para conseguirlos.
Los síntomas del acoso escolar
Depresión
El sufrimiento psicológico que provoca el acoso escolar en sus víctimas influye en múltiples facetas de su vida y de su desarrollo pisco-afectivo y social. Existen varios síntomas, según señala la psicoterapeuta Belén Colomina, que sobre todo son de ámbito depresivo como la ansiedad, frustración, impotencia, miedo, desconfianza.
Dificultades
Otros síntomas que se pueden identificar son la dificultad para establecer relaciones sociales sanas o aislamiento social. Les cuesta confiar, poner límites o tienden a complacer todo el tiempo para no volver a sentirse excluidos. También hay baja autoestima y autoconcepto, tienden a infravalorarse y llegan a creer realmente que son peores que los demás.
Atención
Además se puede registrar una disminución de la atención, concentración y rendimiento escolar. En casos graves se puede presentar alteraciones o trastornos de alimentación y Trastornos del sueño, insomnio, pesadillas, despertares frecuentes.
También se pueden dar somatizaciones, dolencias físicas sin una causa médica aparente, principalmente vómitos y dolor abdominal o de cabeza.
Bullying, un problema “silencioso” para los adultos
Por María Anael Torres Gorena/Psicóloga
Hace unas semanas se estrenó la serie Adolescencia, sin casi anuncios sobre su estreno se convirtió en pocos días en la trama más vista de la historia de Netflix. La misma, más allá de gustos o disgustos, puede dejar varias impresiones y sensaciones pero sobre todo muchas preguntas para el análisis sobre lo que viven y sienten los/as adolescentes; casi no hay respuestas y ninguna es concluyente. Adolescencia es ante todo incómoda y llena de incertidumbre, sin recetas de cómo ser buen padre o maestro, con preguntas sobre los mandatos de género, el impacto que puede tener las horas y contenidos que consumen los chicos frente a las pantallas, sobre los códigos que emplean y que pueden estar tan alejados de los adultos que pueden resultar siendo casi enigmas a descifrar. De hecho, una de las aristas de la serie es el aparente acoso escolar y cibernético de los que sería víctima el personaje principal y cómo esto era desconocido para sus padres y los demás adultos que le rodean.
Este riesgo que se cierne sobre la ficción de la serie no es ajeno a nuestra realidad. Según datos proporcionados por UNICEF aquí en Bolivia, en el año 2022, 4 de cada 10 estudiantes sufrieron acoso escolar o bullying, que se define como actos repetidos de hostigamiento, agresión o intimidación dirigidos a un estudiante por parte de otro u otros. El 14% de los estudiantes acosados no informó a los profesores o padres sobre los maltratos recibidos.
El bullying no solo está en el espacio escolar sino que puede darse de una manera paralela, es decir de forma virtual definiéndose como ciberacoso, y ocurre cuando sale de las paredes de los colegios e ingresa en el espacio virtual y al domicilio de las víctimas, con amplificaciones del acoso por el alcance digital de las redes y la posibilidad de anonimato de los perpetradores.
Tanto el bullying como el ciberbullying, según su intensidad y gravedad, pueden generar diversos problemas de salud mental a quienes lo sufren, llegando en algunos casos hasta el suicidio.
Algunas de las señales que nos pueden ayudar a detectar que un niño, niña o adolescente está siendo acosado son depresión, retraimiento, cambios bruscos de conducta, dificultades de relacionamiento social, disminución del rendimiento escolar, somatizaciones, cambios en el sueño, rechazo a acudir al colegio y otros.
Como adultos, conocer e interiorizarnos sobre el acoso escolar, se hace imprescindible para prevenir y detectar a tiempo las señales. El diálogo, como siempre, es una herramienta primordial que nos puede acercar a los niños y adolescentes y a sus problemas. Abordar el problema con conocimiento, prevención y detección temprana, tanto desde el ámbito escolar como el hogar, puede proteger a nuestros niños y adolescentes de los graves efectos que puede tener el acoso escolar en sus vidas.