Vida verde
La fiebre de las tierras raras: ¿por qué el mundo mira la tabla periódica?
La existencia de tierras raras en varios países de América Latina plantea más preguntas que respuestas. No solo por las posibles afectaciones medioambientales y la ambición de varias potencias, como Estados Unidos, de controlarlas, sino por la continuada dependencia del extractivismo en nuestros paí



Especias, tabaco, bananos, oro, petróleo: ¿qué tienen en común productos tan disímiles? Son materias primas que han moldeado la historia de América Latina. En torno a ellas surgieron en siglos anteriores redes comerciales que trajeron progreso, pero también imperialismo y guerra. Y en el actual, con las tierras raras podría ocurrir lo mismo.
En este tema, como en la mayoría de las noticias del año, el interés viene de las declaraciones y acciones de Donald Trump, que en otras regiones ha demostrado su interés sin límite por acceder a esos recursos. En efecto, el presidente estadounidense presionó a Ucrania para firmar un acuerdo que permitirá a Estados Unidos explotar yacimientos de tierras raras en ese territorio, como “compensación” por los millones de dólares que le ha costado su apoyo contra la invasión rusa. Y, como si fuera poco, no ha ocultado sus intenciones de adueñarse de Groenlandia, una región que podría tener enormes reservas de estos elementos.
Pero en la carrera por este recurso, China ya tomó una ventaja difícil de igualar. Ese país tiene el 40% de las reservas mundiales, es el mayor productor (abarca el 69% del mercado mundial) y también el mayor consumidor, debido a su capacidad industrial. Prácticamente un monopolio. Por ejemplo, en 2023 los países de la Unión Europea importaron de China el 98% de las tierras raras que necesitaron.
Con estos minerales China tiene una carta ganadora en el juego de la geopolítica, y acaba de mostrarla. En medio de la guerra comercial iniciada por Trump, el gigante asiático contraatacó al ordenar la suspensión de exportaciones de seis tierras raras y de imanes para motores que se fabrican con estas. Lo anterior afecta directamente a la fabricación de semiconductores, automóviles e incluso a la industria aeroespacial.
Alvaro Ríos, exministro boliviano de Hidrocarburos, sostiene que “los países con alto desarrollo tecnológico, principalmente China y Estados Unidos, están buscando posicionarse en los yacimientos, como antes lo hicieron con los lugares donde hay minería tradicional, como hierro o cobre”. Ahí nuevamente aparecen, como en tantas otras carreras por recursos naturales, varias naciones latinoamericanas, como Brasil, Chile y Bolivia, aunque principalmente el primero. Es que en Brasil se calcula que hay 22 millones de toneladas, lo que pone a ese país como el segundo con más reservas en el planeta.
No son lo que parecen
“Las tierras raras no son tan raras”, dice el doctor en Ciencias y académico de Geología de la Universidad de Concepción, Chile, Osvaldo Rabbia. De hecho, explica, tampoco son tierras. “Son un conjunto de 17 elementos. 15 de ellos se llaman lantánidos (del elemento 57 al 71 en la tabla periódica), y los otros dos son el escandio (número atómico 21) y el itrio (número atómico 39). Y tampoco son escasos. Tienen la misma o más abundancia que el cobre y que el litio”.
Pueden no ser más abundantes de lo pensado, pero producirlas cuesta mucho capital y esfuerzo, debido a la dificultad para separarlos entre sí, ya que presentan una afinidad química muy estrecha. Pero vale la pena. El académico explica que son fundamentales en los aparatos de alta tecnología, desde la industria aeroespacial hasta las pantallas táctiles de los celulares, e incluso en la energía eólica y en los motores de los autos eléctricos. De hecho, según Rabbia, la atención mundial se concentró sobre estos elementos desde cuando Elon Musk abrió su fábrica Tesla, en Estados Unidos, lo que generó un aumento de la demanda. Algunas tierras raras como el disprosio pueden llegar a valer 250 dólares el kilo, un precio muy alto si se le compara, por ejemplo, con el del cobre, un material “caro“ que apenas llega a los siete dólares el kilo.
Lo que no es común es encontrar las tierras raras en grandes yacimientos. Justamente Rabbia tiene su oficina a menos de 20 kilómetros de una de las reservas más importantes de las halladas en Sudamérica en la última década: el proyecto Penco, de la empresa Aclara, en Concepción. “Eso la hace tan especial, está al lado de un puerto, muy cerca de una gran área metropolitana”, explica el geólogo. Además, asegura que “es un tipo de depósito poco común fuera de China. La producción sería bien amigable con el medio ambiente porque no usaría productos intensivos como ácido y no se requiere molienda, porque son arcillas. Entonces son relativamente fáciles de tratar y no dejan residuos dañinos”.
El miedo a que se lleven el oro y dejen la mugre
Pero justamente la cercanía a zonas pobladas y los posibles impactos ambientales han generado resistencia contra el proyecto. Precisamente en el municipio de Penco, en una consulta ciudadana realizada en 2022 el 99% de los votantes se opuso, una actitud respaldada por el actual alcalde. A su vez, el Servicio de Evaluación Ambiental, el organismo estatal que revisa las iniciativas extractivas e industriales de gran tamaño, recibió alrededor de 600 observaciones contra la mina, como que se instalaría en una zona con bosque nativo protegido.
La misma resistencia se repite en los otros países que han encontrado reservas de tierras raras. Guilherme Magalhães, periodista brasileño, explica que en su país todo lo vinculado a expandir la minería genera preocupación. Y no es un temor gratuito. “En 2015 y 2019 los rompimientos de represas de la minera Vale (de hierro), dejaron cientos de muertos y una destrucción ambiental profunda. Ese recuerdo es reciente”, explica.
Aún así, el gigante sudamericano tiene proyectos en carpeta en los que participa el Estado. Es que las tierras raras no son algo nuevo para este país. En la década del cincuenta Brasil lideraba la exportación de estos recursos, aunque para una demanda mundial mucho menor. “Con el tiempo fue quedándose atrás porque decidió dedicarse a exportar minerales más simples de extraer, como el hierro. Aunque tenemos el 22% de las reservas mundiales, producimos actualmente sólo el 1%”, añade Magalhaes.
Pero este escenario podría cambiar muy pronto, y de la mano de China, que así busca mantener su sitial por décadas: “En los últimos meses las compañías chinas llegaron con todo. Ya anunciaron cinco negociaciones con las empresas mineras que tienen reservas de tierras raras en Brasil”, sostiene el periodista.
Bolivia y el ayatolá
También un país del altiplano está en etapa de negociaciones para explotar sus reservas de tierras raras. Bolivia tiene un cliente internacional que busca desde hace algunos años aliados estratégicos entre los gobiernos de izquierda radical de la región: Irán. En efecto, La Paz anunció en marzo de este año una alianza con ese país para la explotación de una superficie de 28.500 hectáreas en dos departamentos: Cochabamba y Santa Cruz. El viceministro boliviano de Minerales Tecnológicos y Desarrollo Productivo Minero Metalúrgico, Ismael Rodríguez, declaró en una conferencia de prensa: “Estamos trabajando en tres áreas principales: investigación científica conjunta, cooperación técnica especializada y posibles inversiones de empresas iraníes en proyectos bolivianos”.
María René Alvarez, diputada de oposición por la Chiquitania, que alberga varios yacimientos, ve con desconfianza la forma como el Gobierno está manejando el plan para extraer estos recursos. A las críticas por las malas experiencias extractivas anteriores, los posibles daños ambientales y la centralización de las decisiones sin tomar en cuenta a los pueblos indígenas, la diputada agrega la vinculación con el país de los ayatolas. “Es cierto que se necesitan socios estratégicos, pero en el caso de Irán, nos exponemos a sanciones internacionales. Esa nación está denunciada por vulnerar derechos humanos y emprender una carrera bélica de alcance nuclear. Por ejemplo, durante el régimen de Evo Morales se habló de la concesión de yacimientos de uranio para la dictadura iraní. Eso deja a Bolivia en una situación comprometedora”.
Bolivia tiene una larga historia de recursos saqueados o desaprovechados. Lo que algunos autores llaman “la maldición de las materias primas”. El cerro de plata de Potosí es un ejemplo que enriqueció a otros, en este caso a España, y dejó en la miseria a Bolivia. Luego, en el siglo XIX llegó el salitre, el primer “oro blanco”, que estaba destinado a convertirse en el sueldo de Bolivia. Pero la Guerra del Pacífico dejó todo el recurso en manos de Chile.
Luego vinieron el gas, el litio, y ahora las tierras raras. Aunque explotaron el primero, no trajo las promesas de desarrollo que ilusionaron a los bolivianos. Y en cuanto al litio, el segundo “oro blanco”, los proyectos de extracción no se han concretado. Por eso tierras raras ofrecen una nueva oportunidad.
Para el exministro Ríos, es fundamental que esta vez estos recursos beneficien a toda la población. “Se han explotado minerales y recursos naturales, pero no se han aprovechado correctamente para desarrollar los países. Los ingresos han terminado beneficiando a unos cuantos que están en el poder político de turno”. Pero en las condiciones geopolíticas actuales, donde no parece haber límite para la ambición de las potencias, nada está garantizado.
Las Cooperativas mineras, privilegiadas en Bolivia
La semana pasada un bloqueo exprés de los cooperativistas mineros provocó una convocatoria de negociación en tiempo récord, y en solo dos días resultó muy “exitoso” para los intereses mineros. Huelga decir que las urgencias del gobierno en la obtención de dólares de la exportación ejercía como principal elemento de presión, más que los bloqueos.
Según confirmó el ministro de Minería, Alejandro Santos, el Gobierno atendió varios de los puntos que habían sido planteados por el sector movilizado. Entre estos puntos se encuentran el procedimiento para nuevos contratos mineros, el abastecimiento de combustibles y explosivos, así como la instalación de mesas técnicas para tratar otros temas relevantes.
Fencomin había exigido atención a un pliego de 19 demandas. Entre estas demandas figuraban el pago en dólares por minerales, la asignación de más áreas de trabajo, la representación en el directorio de la Gestora Pública que administra los aportes para la jubilación, y la destitución de ciertas autoridades del Estado.
Entrar al Salar
El otro punto candente era precisamente la intención de las cooperativas mineras se ingresar al Salar “empezar por los bordes y luego entrar al Salar de Uyuni”. Sobre esto, el ministro de Medio Ambiente, Álvaro Ruiz, intercedió por la petición y analizarán los niveles de reserva.
En criterio del exministro de Minería, José Pimentel, los cooperativistas mineros buscarían explotar litio una vez que se levante parcialmente la reserva del Salar de Uyuni como exigieron al gobierno, según el reporte de ANF.
El deseo de explotar en estas áreas naturalmente busca en principio entrar a la explotación de minerales adicionales que existen y que alguna cooperativa esté explotando ilegalmente. Posterior al levantamiento de la reserva fiscal daría la posibilidad solicitar más áreas, de acuerdo con exautoridades.
Además, la semana pasada, el exlíder de la Central Obrera Boliviana (COB), Jaime Solares, dijo que hay que preguntar a ese sector cuánto aportan a la economía nacional para plantear un pliego de peticiones.