Vida en familia
Por qué leer no puede ser solo una tarea escolar más
Muchos niños dejan de leer si lo asocian a una tarea escolar, a una obligación más. Varios expertos recomiendan que los padres lean a sus hijos desde bebés y fomenten que desde su infancia lo hagan en papel



En Bolivia se lee poco y cuesta reconocerlo. Ni siquiera se hacen estudios actualizados. En 2018 Ipsos hizo un levantamiento de datos y descubrió que el 48% de los bolivianos no había leído ningún libro en el último año. Otro estudio de Naciones Unidas de 2020 señala que cada boliviano lee de uno a tres libros por año, aunque este era el promedio más bajo de Sudamérica. En 2024 se lanzó con fuerza el programa de Post Alfabetización Bolivia Lee que pretendía crear 100 bibliotecas comunitarias y 56 municipales, pero hasta ahora no se han dado cifras.
La educación en Bolivia no se somete a ningún control de calidad en competencia internacional, sin embargo, los profesionales del magisterio reconocen que el hábito de lectura es fundamental y que aunque no es el adecuado, hay más estigma que realidad.
Algunos profesionales bolivianos hacen referencia al último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024, elaborado por la Federación de Gremios de Editores, que ha servido para catalogar de “mito” el tema de que los jóvenes no leen.
Según ese informe el 75,3% de la población entre 14 y 24 años se dedica a la lectura en su tiempo libre y que este porcentaje crece en los hogares con menores de 6 años cuyos padres leen a estos niños en un 78% de los casos frente al 76% que lo hacía en 2023. Es más, el estudio asegura que el 82,5% de los menores entre 6 y 9 años lee en su tiempo libre.
Es decir, las campañas de promoción de la lectura están funcionando mejor de lo que cualquiera podría imaginar, pero todavía queda mucho por recorrer.
Hay muchos padres preocupados al ver que sus hijos prefieren el uso de pantallas en vez de engancharse a la lectura. ¿Cómo lograr que cambien la tecnología por los libros? ¿Es una batalla perdida? ¿Es función de los padres? ¿De los profesores? ¿Qué consecuencias tiene para su desarrollo que no lean?
Alejandro González Andrade, director del Máster en Neuropsicología y Educación e investigador del grupo 'Neuroedu' de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), considera que el punto de partida está en la familia, en que los padres lean a sus hijos desde que son bebés. «Es una forma de crear un hábito en ellos, disfruten escuchando lo que pone en el cuento y vean a sus referentes involucrados en un momento especial. Es más –asegura–, según algunos estudios estos menores obtienen mejores resultados en pruebas estandarizadas de lectura posteriores».
Coincide plenamente Fernando Alberca, Doctor en Pedagogía y autor de 'La magia del esfuerzo', para quien la lectura debería comenzar en casa, más que en la escuela. «Los niños aprenden a leer mejor con sus padres entre los 1 y 3 años, incluso antes de hablar. Dejar en manos de los docentes algo tan valioso nos ha llevado a este punto: le hemos quitado su potencial familiar, emocional, pasional y tradicional. Los progenitores contagian mejor el disfrute de un libro, lo que se aprende, lo que se siente, la risa que origina, la sorpresa…».
Para Laura Cuesta, profesora de Cibercomunicación y Nuevos Medios en la Universidad Camilo José Cela y experta en pantallas y adolescentes, resulta imprescindible fomentar la lectura en papel porque favorece el desarrollo madurativo y cognitivo, «les ayuda a pensar, reflexionar... a potenciar su pensamiento crítico. Sin duda es una herramienta técnica y emocional que tenemos que fomentar al máximo».
No obstante, Alberca considera que las pantallas no son el verdadero problema de que los jóvenes lean menos, sino el hecho de no haber aprendido a leer bien en la escuela, hacerlo con un método que desanima. «El enemigo ha sido convertir la lectura en una tarea escolar, y disfrutar antes de una pantalla que de un cuento; ese es el problema y su esclavitud. En España la mayoría de niños empiezan a leer con un método lógico pero trabajoso a los 5 años (en lugar de con uno más eficaz, afectivo, emocional, visual). Y, sin embargo, disfrutan de su primera pantalla sobre los dos años. Si la tablet llega antes y no se enseña a desvelar el misterio de la lectura, gana la distracción más pobre con respecto a la grandeza y riqueza de los libros. El problema –insiste– es que la lectura no ha rellenado su hueco necesario para el niño y adolescente, a causa del método de enseñanza y por haberla convertido en una tarea escolar y en una obligación, no en una aventura emocionante».
Estrategia atractiva
Este punto de vista también lo comparte Alejandro González Andrade al confesar que desde los colegios es necesario establecer una estrategia exitosa y atractiva, pero también educativa. «Para enseñar a leer no vale todo», puntualiza. En cuanto a cómo desengancharles de las pantallas para conectarles a los libros, Rodríguez apunta que más bien la clave está en «lograr que no se desengachen de la lectura». En su opinión, lo importante es que vean que leer es divertido, que les lleva a otros lugares y épocas, a vivir otras vidas, que les dota de cultura, de mayores horizontes, les despierta la curiosidad...
No se manifiesta en contra de leer en pantallas, pero apunta que hay estudios que confirman que hacerlo sobre el papel ayuda a aumentar el nivel de concentración y comprensión. De hecho, desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) advertían recientemente que «leer en papel mejora la retención y comprensión de la información, y los lectores recuerdan mejor lo que han leído en un libro físico por la memoria visual».
Fernando Alberca lamenta que hay muchas familias que no son conscientes de la importancia de la lectura y les advierte que entre las consecuencias futuras de no leer en la infancia o en la adolescencia, destacan las siguientes: «empobrecimiento emocional y moral, apatía, desajuste emocional, egocentrismo, insolidaridad, pensamiento limitado, facilitan ser manipulados, empeora su lenguaje, su cultura, su conocimiento, se autoengañan con más facilidad, se conocen peor, interpretan mal la realidad propia y ajena, se desconcentran, aumenta su falta de interés y atención por los detalles y por la diversidad de realidades, tiene dificultades para expresarse, para comunicarse con los demás por lo que le provoca aislamiento, soledad, tiene menos recursos para enfrentarse a los problemas, a su vida cotidiana, limita sus ideales, no descubre nuevas ilusiones, metas, circunstancias, limita su capacidad para disfrutar de lo mejor, también del amor, de la belleza, de la verdad, de lo que existe a su alrededor y no descubre, le hace limitar sus posibilidades en todo, se hace menos comprensivo, menos comprensible y no leer le hace vivir peor como ser humano y tender a ser menos feliz a sentirse más vacío y depresivo. No es casualidad que nuestro pensamiento sea verbalizado: nuestro celebro piense y exprese con palabras ordenadas en frases lo que nuestro corazón siente, ni que seamos sociables y, por tanto, necesitemos expresarlo para sobrevivir. La lectura nos hace no limitarnos a nuestra vida limitada. Es imposible vivir con plenitud (enteramente), sin lecturas que agranden nuestro espíritu y nuestro ser entero«.
Bolivia y la incipiente lectura infantil
En Bolivia hay más de cien autores y 60 ilustradores registrados dentro de la Academia Boliviana de la Literatura Infantil y Juvenil y se están derribando muchas barreras para hacer más accesible la lectura a los niños de todo el país, sin embargo, todavía es incipiente y hay mucho por aprender.
“Estamos aprendiendo, los padres, madres y maestros, a incentivar a nuestros niños a través de la lectura. Cuando las historias están bien construidas la avidez de los receptores es palpable, todos amamos que nos cuenten cuentos, que nos lleven a través de aventuras a nuevos horizontes y los niños y niñas responden muy bien a esto. Para que los niños y niñas amen la lectura solamente hay que facilitarles el acceso al material” señala Mariana Ruíz, miembro de la Academia y talentosa escritora tarijeña creadora, entre otros muchos éxitos, de la saga de las aventuras de Uma, quien también anima a participar de la XVI Feria Internacional del Libro que se celebra estos días en el patio del Cabildo de Tarija.
Vidas y divanes
Leer, mucho más que un buen hábito
Por María Anael Torres Gorena/Psicóloga
A partir de la pandemia de 2020 se habla en muchos lugares de un resurgimiento de los hábitos de lectura y que existe un nuevo auge de consumo lector, en los formatos digitales sobre todo.
Pero ¿qué está pasando en Bolivia? Diversas autoridades en el área de educación admiten que en Bolivia existe una “crisis de lectores”. En 2023 se estimó que el 63% de la población no había leído ni un solo libro, quizás debido al bajo ingreso económico que presentan, aunque este fenómeno también se da en personas con ingresos económicos medios o altos.
También preocupan los índices de comprensión lectora, donde queda inscrito el entendimiento de lo que leemos. Lamentablemente, la calidad de la lectura en esta parte del continente es deficiente. Un informe de la UNESCO reporta que más de la mitad de los jóvenes no alcanzan los niveles de suficiencia requerida en capacidad lectora para el momento en el que concluyen la educación secundaria. Según el estudio, 36% de los niños y adolescentes de la región no cuentan con los niveles de lectura adecuados.
Nuestras deficiencias contrastan con los beneficios de leer, precisamente donde todas son ventajas. Entre ellas el enriquecimiento de nuestro vocabulario, el favorecimiento a la ortografía, el análisis crítico. Leer también involucra múltiples regiones del cerebro y activa las zonas vinculadas a la memoria, el significado y el contenido emocional de los grafemas y fonemas. También mejora algunas funciones cognitivas como la concentración, la memoria y la atención sostenida.
Leer también parece ser un factor protector frente al envejecimiento por su relación con el concepto de reserva cognitiva de la que se abastece el cerebro. A mayor reserva cognitiva, más tardan en manifestarse los síntomas de demencia, entre otros.
Se habla menos de los efectos psicológicos y emocionales de leer que son tan importantes, entre ellos la reducción de los niveles de estrés, el favorecimiento de la introspección, la imaginación y la empatía.
Tiene beneficios emocionales muy importantes también en la niñez. Los cuentos clásicos permiten a los niños dar nombre y transformar el miedo, tramitar el dolor y desarrollar herramientas internas que fortalecen su subjetividad. El aparto psíquico infantil necesita de relatos que ayuden a procesar los miedos, entender pérdidas y encontrar salidas desde lo simbólico. En estas narraciones el peligro existe, pero también la astucia, la valentía, la solidaridad y el niño aprende así que hay puentes, salidas y posibilidades en la vida interna.
Si bien el sistema escolar trabaja transversalmente con la lectura, las investigaciones indican que es en el hogar donde se desarrolla mejor y antes el hábito. Los consejos para lograrlo empiezan con ser ejemplo, es decir que los adultos también disfrutemos de la lectura. También se recomienda visitar espacios de lectura, bibliotecas, ferias y presentaciones de libros y otros, enseñar a los hijos que hay diferentes espacios para disfrutar de la lectura y que su compra no es un gasto sino una inversión. También se aconseja hacerles ver que pueden leer de todo y aprender de cualquier cosa a través de la lectura, ampliando sus intereses y la forma de aprender sobre ellos.