Montes deja libre la carrera
Sucesión en Tarija
Pese a las dificultades de la institución, varios políticos se perfilan para pugnar por el poder departamental en 2026



Gestionar la Gobernación de Tarija se ha convertido en una experiencia tóxica: sin recursos, sin funciones claras y con una estructura obsoleta, cinco años han acabado por tumbar a uno de los políticos más resistentes del departamento: Óscar Montes ha confirmado que no buscará la reelección y que lo que le llama es retirarse para estar con su familia. O en todo caso, si se diera la posibilidad, contribuir como ministro en un próximo ejecutivo nacional – aunque no develó quién es su favorito -.
Como fuere, la batalla por la sucesión ya ha empezado, y aunque nadie dará pasos definitivos hasta que no se ordene la pugna nacional, e incluso pasen las elecciones del 17 de agosto, ya hay nombres sobre la mesa. Compadres y comadres suele ser la prueba definitiva.
El retorno de Mario Cossío
Aunque el exgobernador Mario Cossío no ha confirmado sus aspiraciones, sus aliados más próximos han señalado que está listo para volver a la primera línea luego de haber ejercido su derecho al voto con normalidad en las elecciones judiciales de diciembre y residir oficialmente en el país desde finales de 2019, aunque haya salido periódicamente en varias ocasiones por motivos laborales.
Cossío fue el gran articulador político de Tarija de la primera década, el que jubiló a los “jerarcas” precisamente junto a Óscar Montes, aunque uno desde el MNR y el otro desde el MIR. Ambos montaron sus propias alternativas – Camino al Cambio y Unir – y se repartieron el poder. Cossío era el enemigo a batir en las elecciones municipales de 1999 donde sacó tres concejales frente al FRI de Motete Zamora y al poderoso MIR, que encumbró por sorpresa a Montes. Después se fue de diputado, pero en 2005 retornó de La Paz, donde estuvo a punto de ser presidente por estar en la línea de sucesión tras la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, y ganó la Prefectura frente a un aún activo Jaime Paz. Desde ahí construyó el relato de la Autonomía y revalidó su triunfo en 2010, pero duró apenas ocho meses: en diciembre, asediado por las denuncias, huyó del país y se instaló en Paraguay sin renunciar nunca a su cargo ni dejar de denunciar al régimen de Morales.
Tras la caída de Evo en 2019 Cossío volvió. Su recibimiento en la plaza Campero no fue el esperado. Aun así, intentó articular su movimiento y fijó una alianza con Luis Fernando Camacho para ser primer senador por Tarija. Era una apuesta arriesgada pero factible. Evo intentó lo mismo en Cochabamba y el TSE se interpuso en el camino con el argumento de la residencia continuada. Era la enésima vez que Morales le frustraba los planes.
Tal vez oxidado por los 10 años de exilio, reaccionó tarde para las subnacionales. Johnny Torres había sido candidato a alcalde desde 2019 y Montes decidió buscar la Gobernación. A Cossío y su alfil más preciado, Mauricio Lea Plaza, solo les quedó gestionar una suerte de encuentro amplio, ejercer como “hacedores de la unidad” y dar un paso al costado.
La estructura profunda de Camino al Cambio existe y tanto Lea Plaza como María Lourdes Vaca han asumido con dignidad la portavocía en todos estos años de vacío donde han apostado al colectivo – mantener la voz de la plataforma – antes que a buscar espacios cuya derrota te envía directo a la extinción. La rehabilitación de Cossío implica tener al fin un líder visible y una oportunidad para jugarse la última bala, aunque para ello se debe armar un buen relato.
La rehabilitación de Oliva
Hace una década que la Gobernación está en crisis, pero la diferencia de tonos y horizontes es visible. Oliva cuajó una gestión digna, culminando obras clave y plantando cara al gobierno con diversas exigencias en un momento en el que los recursos empezaban a escasear y el poder del MAS era casi total: sin alcaldes amigos, sin control de la Asamblea, asediado por la AMT y la Región Autónoma del Chaco, logró remar y presentar una hoja de servicios pulcra, pero la pandemia acabó golpeando (en todo el mundo) a quién ejercía el poder, y los descarríos entre Carlos Mesa en 2019 y Jeanine Áñez en 2020 no ayudaron en absoluto.
Oliva lleva 20 años en política y sigue siendo joven porque fue viceministro en 2003 con 25 años y pocos meses. Gobernador en 2015. Pudo dar el paso al costado en 2021 pero prefirió dar la batalla ante un Montes que representaba el “pasado seguro” después de tanta crisis y un Álvaro Ruíz (MAS) que representaba la “oportunidad” de una buena “rendición de Tarija” después de tanto maltrato y sorpresa. Era inviable.
Una década en crisis puede resultar demasiado para todos y quien más quién menos necesita una pizca de ilusión. Oliva trabajó bien comunicacionalmente y sus éxitos son tangibles hoy después de cinco años de austeridad, y también si se comparan con los “éxitos” de Lino (una vía Entre Ríos Palos Blancos impracticable) o de Cossío (una monumental Villa Olímpica sin utilidad).
¿Y si fuera ella?
Montes ha preferido ser absolutamente realista con la situación económica de la Gobernación: sin concesiones, crisis y recorte han sido sus palabras habituales durante los cuatro años de gestión y no cambiará ahora que ha dado el paso al costado…, salvo por una posibilidad: que su sucesora sea su esposa, la doctora Ruth Ponce.
Ponce y Montes son un equipo perfectamente engranado, sin recelos ni cuentas pendientes. Ponce hizo su carrera en la fiscalía y en 2015 aceptó el reto de ser concejala de UNIR para la alcaldía que su esposo dejaba en manos de Rodrigo Paz: ambos sabían que algo no iba a ir bien y, efectivamente, acabó en tragedia.
Ponce no necesita tutores y en aquella gestión puso el pienso para la discusión en el Concejo. Después asumió el retorno de Montes y ocupó el espacio de “primera dama” que Oliva ya había abierto para la suya, pero se dotó de mayores capacidades de gestión y decisión.
La estructura de Montes – Ponce está armada, aunque se haya ido quedado raquítica por la gestión. En cualquier caso, tiene vínculos en el Chaco, lo que resulta clave a la hora de la verdad. Ruth Ponce no es solo la carta a jugar si el asunto se descontrola, sino una carta con opciones de presentar batalla.
Los arreglos del MAS
En el MAS Tarija siempre ha resultado difícil la coexistencia, y ahora que la nacional está dividida, más. Nada se resolverá hasta que lo nacional se resuelva, probablemente en un nuevo entronque, aun así, hay familias que optan por medrar dentro de éste MAS Tarija y que se pueden acomodar a los cargos.
El más oculto en este momento es probablemente el de “mejor” perfil: Walter Ferrufino, el exejecutivo de O’Connor. Ferrufino fue un tiempo delegado presidencial de Arce, pero fue apartado, lo que le permite presentarse como socios de Dios y del Diablo: abogó por la unidad. Su trayectoria le acerca al Chaco y al valle central, un valor que no se puede despreciar en este momento de desconexión máxima. Si ha puesto en orden sus asuntos personales, seguramente volverá a la pugna.
El más visible es Álvaro Ruíz, ministro de Medio Ambiente y con una cuenta pendiente luego de perder con Montes en 2021. Algunas voces señalan que pivota sobre la Alcaldía de Cercado, pero sería difícil de explicar. En cualquier caso, su futuro está ligado al de Luis Arce.
Hay otros candidatos más de nicho, como Henry Párraga o el propio Marcelo Poma, que también ha dado un paso atrás para facilitar la unidad guardando silencios y puede emerger en cualquier momento.
Los jóvenes
Entre la cantera de jóvenes que se vienen fraguando en diversas ocupaciones, pero que necesitarían un rol más protagónico en sea lo que sea que pase de aquí a agosto para allanar el camino hasta marzo, se podría contar con algunos de los cuadros relevantes del MNR, como Fernando Martínez o Esteban Ortuño, uno contrastadamente hábil en la gestión y el otro, estudioso de la autonomía y ávido de su reformulación.
Desde el Concejo Municipal Marcela Guerrero y Daniel López han mostrado cierto poso para asumir nuevos desafíos, mientras que entre los parlamentarios, no parece que Luciana Campero desee asumir una tarea de gestión.
Patricia Paputsakis, Rodolfo Meyer, la propia Julia Ramos, Alan Echart, Mariel Paz, Luis Alfaro… Tarija tiene líderes y desde luego, todas las opciones siguen abiertas.