Mediterráneo: ¿Cómo acaban las Guerras?
En Bolivia recordamos bien cómo acabaron nuestras últimas guerras. La del Pacífico con un Tratado lesivo sobre el que se podía hacer poco ante los grandes intereses que se movían y la del Chaco, donde los intereses no eran menos, con un armisticio en el que ninguno perdía y que dura hasta hoy, pero desde la II Guerra Mundial los límites histórico – temporales de las guerras son cada vez más difusos.
Por lo general, ya no hay soviéticos entrando en Berlín ni enemigos juzgados en Nuremberg, sino que básicamente acaban cuando se acaba el presupuesto. Entonces se retiran los soldados y, sobre todo, se apagan las luces.
Los últimos finales de guerra hubieran sido caricaturescos si no fuera por la tragedia que significaban. Aunque las maquinarias propagandísticas se han esmerado en silenciar los hechos, es difícil olvidar aquella huida en desbandada en el aeropuerto de Kabul, con docenas de hombres encaramados a las alas de los aviones que retiraban a las tropas norteamericanas, con muchos de ellos cayendo al vacío. Así acabaron dos décadas de operación, tratando de consolidar un gobierno títere que duró un soplido: los talibanes restauraron su régimen en tres días ante el silencio absoluto de la comunidad internacional, que no aprende la lección. Hoy también calla ante la inminente deportación de dos millones de afganos refugiados en Pakistán y que básicamente, tendrán que volver a su país porque no importan en ningún otro lado.

No es el único ejemplo: Libia es un Estado fallido tras la operación aérea de la OTAN que permitió ejecutar sumariamente a Gadafi; Irak quedó en manos del Ejército Islámico al finalizar la ocupación y hasta hoy sigue siendo un conjunto de territorios desconectados dependientes de sus campos petroleros y sus guerrillas locales y ni qué decir de las guerras que se desatan en el Sahel africano entre los que defienden el status quo francés y las facciones que quieren completar la descolonización de una vez por todas y a los que la prensa occidental hegemónica llama “golpistas”.
Ucrania está a un tris de acabar así después de tanto desfile y declaración cerrada de apoyo incondicional. El presupuesto norteamericano no da para más y en Europa el foco de atención se ha desplazado a Palestina. Zelenski hace lo que puede por mantener el apoyo de sus socios que lo embarcaron en esa misión de instalar en su territorio el escudo antimisiles que enervaba a Putin a cambio de promesas de OTAN y Unión Europea, pero muchos muertos después, no se concretan.
Solo unos pocos conflictos generan cambios a largo plazo, pero tampoco por sí mismos, sino por la acumulación y todo apunta a que la operación de Israel sobre la Franja de Gaza será uno de esos: lo que está en riesgo es el sistema mismo de Naciones Unidas.
Un mundo post ONU
El sistema que emergió después de la II Guerra Mundial lleva años en crisis - probablemente sea tiempo de reconocer que nunca funcionó -, pero los últimos diferendos han evidenciado su inutilidad, y en esas, las posiciones de lo que se viene conociendo como “Sur Global” - por no decir los países pobres y esquilmados de toda la vida – resultan claves.

El conflicto Palestino – Israelí evidencia como pocos la intrascendencia del sistema tras años de amenazas incumplidas sobre Israel y soluciones diplomáticas negociadas, miles de palestinos viven en campos de concentración sin rastro de los Derechos Humanos que la ONU dice defender sin que pase nada.
El conflicto Ucrania – Rusia, teniendo Rusia el mismo poder de veto en el Consejo de Seguridad, abrió brecha con una veintena de países posicionándose en contra de las resoluciones de condena de la Asamblea General de la ONU interponiendo sus propios intereses geoestratégicos a los de la “moral occidental”, la consecuencia es que solo la UE y EEUU han aplicado sanciones contra Rusia y pocos más de los que votaron a favor de imponerlas.
Y hablando de bloqueos y sanciones, justo esta semana – las casualidades no existen – se ha votado la enésima resolución contra el bloqueo económico de Cuba impuesto por Estados Unidos hace 60 años. Todos a favor salvo Estados Unidos, Israel y Ucrania, que optó por abstenerse. Una votación que refleja a la perfección el momento actual y que anticipa el destino de la resolución: el cubo de la basura.
Este mes de noviembre se vienen varias cumbres internacionales que siguen configurando ese mundo post ONU donde por cierto Sudamérica no acaba de encontrar su sitio por muchas causas sobre las que reflexionaremos algún día.

Probablemente la que deje al descubierto las carencias de la ONU una vez más sea la Cumbre del Clima que iniciará el último día del mes ni mas ni menos que en Dubai, paraíso petrolero. El cuidado del medio ambiente se ha convertido en el monotema de la ONU con una estrategia definida por los poderosos que no se plantean ni por un momento consumir mucho menos de lo que lo hacen sino en llenarnos el continente de molinos de viento y paneles solares. De la COP 28 se espera poco y puede ser peor.
La otra es la cumbre del Foro Multilateral de Cooperación Económica Asia Pacífico, más conocido como APEC – donde por cierto Bolivia debería intentar participar por sus aspiraciones marítimas. Se celebrará en San Francisco del 15 al 17 de noviembre con Biden como anfitrión y se ha confirmado una reunión previa con el presidente chino Xi Jinping. Sin duda los dos hombres clave en el tablero. Está para verlo.
Democracias y otros golpes
Milei y la Casta.- La campaña argentina ha entrado en una velocidad supersónica y el dominio de las redes y las plataformas se ha vuelto más clave que nunca pero todo puede cambiar en cuestión de horas y quedan dos semanas hasta l fecha del balotaje.

Esta semana, técnicamente, la ha perdido Milei porque la moderación de sus mensajes para atraer a los votantes del 23% de Bullrich y Macri ha sido más que notorio – reponer Ministerios, reponer subsidios, cuidar la salud y la educación pública, etc. – con lo que sus rivales se han cebado. Mientras, Massa ha vuelto a abusar de su posición de Ministro de Economía para anunciar congelaciones impositivas y otras medidas de corto plazo.
Como sea, todo sigue abierto y todos pendientes a las encuestas del domingo… si es que sirven de algo.
La Borbón.- En medio de una crispación política creciente en España, donde las corrientes nacionalistas e independentistas están condicionando la conformación del próximo gobierno tras la compleja situación emanada de las urnas el pasado 23 de julio para un país de régimen parlamentario y extremadamente polarizado, la hija del Rey, Leonor, ha cumplido la mayoría de edad y con ello, se puso en marcha toda la parafernalia para que jurara la Constitución y asegurar así la herencia directa del trono, que en este caso es también de la Jefatura del Estado.
Resulta sorprendente que en un país avanzado se sigan llevando adelante estos rituales. La presión para sostener la Corona como institución es grande, pero los antecedentes del abuelo Juan Carlos, huido de España mientras se investigaba su fortuna y la pérdida de neutralidad ponen en serio riesgo la continuidad. Aún así, solo partidos "minoritarios" comparten la idea de someter esto de nuevo referéndum. En la transición española (1975 – 1978) ya se evitó ante el más que probable rechazo.

Bukele acelera.- Tan parecida la política en tantos sitios. Nayib Bukele, el joven presidente de El Salvador que llegó al poder atizando a la “corrupción de la casta política” y prometiendo mano dura contra las pandillas y maras que sembraron el pánico en el país – y que ha cumplido, ciertamente – ha decidido desafiar la Constitución que prohíbe la reelección y se ha inscrito como candidato para febrero de 2024. El Tribunal Constitucional, con quien ha tenido sus más y sus menos en estos años, ha emitido un informe en el que autoriza siempre y cuando renuncie seis meses antes de lo que debería dejar el poder, que incluyendo el periodo de transición le da margen hasta el 30 de noviembre y el TSE ya ha dado el visto bueno esta misma noche.. ¿Les suena la historia? Veremos cómo acaba en esta ocasión, que es la primera.
La nueva de Chile.- Chile ya tiene un nuevo texto constitucional para ser votado el próximo 17 de diciembre, pero no es ni de lejos la propuesta original que impulsó el gobierno de Gabriel Boric subido a la ola de la protesta que estalló en 2019 y que lo colocó en el Palacio de La Moneda, eso sí, con un margen mucho más estrecho de lo esperado.
A Boric le quedan aún dos años largos de mandato, pero desde el primer día da la sensación de que se le está haciendo largo. Tal vez los bríos de juventud le están jugando un a mala pasada al verse atado de pies y manos para llevar adelante las reformas prometidas, sin embargo, parece que la moderación es el camino con mayor sentido para un Chile en proceso de cambio, pero no de revolución. La nueva Constitución es un texto liderado por la derecha tras el fiasco del primer intento, y que tiene más opciones de salir adelante, aunque nada está garantizado. La partida está abierta.