Contrabando fuera de control

Los últimos hechos son lo suficientemente graves como para haber movilizado grandes operativos, pero no hay respuesta proporcional

El contrabando en las fronteras de Tarija ha existido desde siempre. Se empezó a conceptualizar como problema una vez que se demarcaron las fronteras, pero el comercio de ida y vuelta siempre ha existido tanto hacia el Paraguay, del que se vive casi de espaldas, como hacia la Argentina. En su tiempo se trataba de mineral o productos elaborados de ida, aunque ahora suele ser mercadería china que sale más rentable cruzarla por tierra al norte argentino que dar la vuelta al continente. Hacia este lado casi siempre tuvo que ver con lo alimentario.

En estos tiempos de auge del libertarismo donde los más radicales invitan textualmente a “dinamitar las aduanas” como bromita para llamar la atención sobre sus ideologías, resulta que los protagonistas del negocio han desatado hostilidades pero de verdad: cinco militares muertos, al menos tres camiones quemados y quién sabe cuántas más cosas estarán pasando en la siempre hostil Ruta 9 a su paso por el Chaco y por las rutas que se dirigen hacia esa frontera.

Los últimos hechos son lo suficientemente graves como para haber movilizado grandes operativos, pues involucra la vida de cinco militares y un atentado contra quienes se supone son precisamente los garantes de nuestra seguridad territorial. No fue un hecho aislado, no fue un accidente ni el resultado de una reacción en caliente. Las investigaciones prueban que hubo un plan para interceptar a ese vehículo militar y tomar represalias, que se materializaron en asesinatos, y sin embargo no parece que se esté dando siquiera una respuesta proporcional a los hechos.

No es un hecho aislado. Desde hace varios meses se registran sucesos similares en plena ruta. Vehículos que aparecen quemados, tarijeños que no aparecen, hasta taxi trufis interceptados al vuelo en algún punto kilométrico por demás concurrido y que acaban siendo víctimas de atropellos. Se habla de contrabando, aunque probablemente se trate de narcotráfico. Es posible que en las últimas semanas la violencia se haya incrementado, como quien sospecha que algo está a punto de terminar y se da más prisa para alcanzar sus objetivos.

En esta frontera nuestra tan concurrida, se denuncian hechos, pero no pasa nada, y eso que la presidenta de la Aduana es tarijeña, así como connotados miembros de su gabinete. Bermejo, Yacuiba y Villa Montes siempre han sido puntos calientes, pero algo parece haberse salido de las manos. Y no es una cuestión aislada.

En todo el mundo se vienen reportando episodios violentos en los puntos más calientes del narcotráfico, un mercado que está en plena efervescencia, reacomodando rutas ante los cambios en los hábitos de consumo y el incremento de la producción. Creer que Bolivia está al margen de esas tensiones internacionales es una ingenuidad, creer que las lógicas que han imperado en todos los años anteriores, también.

El asunto es por demás delicado, pero es necesario que el Estado siente presencia real en las fronteras en estos momentos de máxima zozobra. Sea lo que sea lo que está pasando, sea cual sea la implicación de unos y otros, salvaguardar la vida está por encima de todas las consideraciones.


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