El color político del agua

Según el Banco Mundial, solo el 24% de la población rural de Bolivia tiene acceso a agua potable y solo el 14% tiene acceso a saneamiento básico

El presidente Luis Arce participará hoy en la II Conferencia del Agua de Naciones Unidas, un hito tomando en cuenta que la primera se realizó hace 46 años y que, efectivamente, el acceso a ese recurso natural cada vez más escaso es también, cada vez, más vital.

Los voceros presidenciales han insistido en que el mandatario expondrá “con mucha firmeza” la posición boliviana sobre el asunto para ganar adhesiones, algo que contrasta con los déficits en el país a la vista de todo el mundo, pues el acceso al agua potable y saneamiento básico en muchas áreas rurales sigue siendo uno de los mayores desafíos que enfrenta el país: Según el Banco Mundial, solo el 24% de la población rural de Bolivia tiene acceso a agua potable y solo el 14% tiene acceso a saneamiento básico. Además, la contaminación del agua es un problema creciente en las zonas urbanas, donde la industria y el crecimiento urbano están teniendo un impacto negativo en la calidad del agua.

Tarija es buen ejemplo de ello: el programa Guadalquivir lleva 20 años ejecutándose a pasitos cortos y las promesas de financiación para la planta de tratamiento de aguas residuales cae al olvido tan pronto como pasan los momentos electorales.

En Bolivia el problema es también la falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno y las organizaciones de la sociedad civil encargadas de la gestión del agua

La propuesta boliviana tiene doce puntos entre los que destacan: Reafirmar el derecho al agua potable y saneamiento como un derecho humano esencial; Reconocer que el agua es el centro de la vida, estableciendo además los ríos, lagos, cuencas y a la Madre Tierra como sujetos de derechos, escuchando su vulnerabilidad y la amenaza actual que sufre su existencia en todos los lugares del mundo, más en el plano filosófico, además de otros en el plano económico como: Crear un mecanismo intergubernamental permanente del agua en las Naciones Unidas, que promueva el manejo, la gestión y conservación del agua, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral o Establecer la condonación de deudas de los países en desarrollo cuyos recursos financieros hayan sido destinados a la producción y acceso al agua, a la adaptación hídrica y a la resiliencia climática. También: Visibilizar al agua como elemento de paz de integración de los pueblos, mediante el cual los Estados cooperan para garantizar la protección de las fuentes de agua y el uso razonable y equitativo, aunque es evidente que, en el plano diplomático, Bolivia ha quemado sus últimas naves.

En ocasiones, la incongruencia entre lo que se proclama y lo que se gestiona se hace más evidente, y este es uno de esos casos, pues aunque en la ONU se vaya a pedir la excelencia, en Bolivia el problema es también la falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno y las organizaciones de la sociedad civil encargadas de la gestión del agua. A menudo hay una falta de claridad sobre quién tiene la responsabilidad de la gestión del agua en diferentes áreas, lo que lleva a una falta de acción efectiva, lo que está abriendo puertas a otros intereses: 20 años después de la Guerra del Agua, la gestión también está amenazada por la privatización y la explotación comercial.

Urge un diálogo multilateral que de luz a un plan hidrológico nacional contextualizado con las emergencias del momento y donde se priorice el respeto al medio ambiente sin menoscabar la atención universal. En el agua no hay colores políticos y todo lo que se pueda aportar, se debe aportar.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
YPFB y los falsos discursos
YPFB y los falsos discursos