Las rutas que aún faltan en Tarija
Después de dos décadas sacando ingentes recursos de las entrañas de Tarija, sus carreteras siguen estando entre las peores de todo el país, incluso las más recientemente entregadas tienen defectos
Que la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) haya aceptado al fin la administración de la variante Canaletas – Entre Ríos, luego de casi una década de pulso insolente que ha tenido a los tarijeños en general y a los transportistas en particular como víctimas, es una buena noticia a medias. La ruta necesita de una rápida intervención millonaria desde la óptica departamental, pero asumible por parte del Gobierno nacional, que en los años de bonanza podía haberlo resuelto con un poco de voluntad política, y que en la actualidad, tal como pinta, tendrán que hacerse equilibrios para lograr resultados.
Con todo, es un paso. Tarija, después de todo lo llovido y después de las ingentes cantidades de recursos aflorados desde sus entrañas, sigue siendo uno de los departamentos con peor red vial del país, con defectos y problemas serios en cada una de sus troncales, que son pocas.
La ruta a Bermejo necesita algo más que un mantenimiento, la ruta 9 seguridad y la ruta al Chaco… convertirse en carretera
La carretera tal vez con menos problemas es la ruta al norte, que después de todo el culebrón con las fisuras, los incumplimientos sistemáticos de OAS, la vista gorda, y a pesar de no haber sido entregada oficialmente nunca, mantiene el pavimento aún en condiciones, sin que eso signifique nada más que eso: de momento.
La carretera a Bermejo, entregada en este siglo, fue la primera en unir con asfalto a Tarija con algún lugar, y alguien decidió que fuera con Argentina, y que además la construyera una empresa brasilera, resultando una ruta sinuosa de poca utilidad para el transporte pesado. Cosas de la geopolítica.
Esa ruta tiene tramos de alto riesgo por derrumbes y desprendimientos a las que los choferes se han ido acostumbrando, no sin dejar muchas víctimas en el camino. El tramo de Guayavillas, por ejemplo, siempre fue preocupante. En la actualidad, el asfaltado empieza a sufrir por diferentes espacios y la política de mantenimiento de reacción empieza a ser insuficiente.
En el Chaco, la ruta 9 que une a Yacuiba y Villa Montes con Santa Cruz es un constante foco de peligro, la carretera que más víctimas se cobra cada año en el departamento y una de las más peligrosas del país, pero pese a las continuas protestas, las intervenciones se reducen a algún semáforo de vez en cuando y recapamientos tras recapamientos.
El año pasado en plena campaña se anunció el inicio de obras para el desdoblamiento del tramo al menos de Yacuiba a Pajoso. En eso quedó. Los baches, la alta transitabilidad, la falta de respeto a las normas de tráfico, la ausencia de medidas básicas de seguridad, etc., hacen de la ruta 9 lo que es, pero de momento le sigue tocando esperar.
Con todo, la joya es la ruta al Chaco, bien por Villa Montes, bien por Caraparí – Yacuiba. Los problemas aparecen en la mencionada Variante, pero siguen ni bien pasa Entre Ríos, con la ruta hasta Palos Blancos entregada hace apenas dos años y donde la carpeta asfáltica está desapareciendo, mientras la empresa española que la construyó hace tiempo que desmontó su campamento y se fue dejando diferentes deudas y pleitos abiertos. De Palos Blancos hacia Villa Montes hay nada, es decir, lo mismo que hace una década, turriles abandonados y con un angosto sobre el Pilcomayo que nadie se atreve siquiera a plantear una alternativa. Por Yacuiba, el tramo hasta Choere está nuevo todavía; hasta Acheral licitado; hasta Caraparí aún resiste y a Yacuiba queda el “famoso” túnel del Aguaragüe, sobre el que pesan más promesas que kilómetros tiene.