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El MAS se estrella en su propia pantalla

A 28 de enero de 2019, ningún masista del gobierno o del partido se ha hecho cargo de haber impulsado la convocatoria del referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016. De hecho, aquellos que parecían ser los responsables y que fueron apartados han vuelto al Gobierno en el año clave, lo...

A 28 de enero de 2019, ningún masista del gobierno o del partido se ha hecho cargo de haber impulsado la convocatoria del referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016. De hecho, aquellos que parecían ser los responsables y que fueron apartados han vuelto al Gobierno en el año clave, lo que supone, como mínimo, un paso de página acelerada. A aquel misterio hay que sumarle ahora el de quién pergeñó el plan de las Primarias en otro verano caliente y desconcertante.

Más allá de la pose escandalosa que adoptaron los opositores, de las Primarias obligatorias se venía hablando desde 2013, después se olvidó y después se rescató en el mismo paquete de las vías alternativas para “superar” los resultados del referéndum del 21 de Febrero de 2016, aquel que hubiera supuesto la tumba para cualquier Gobierno normal y que con soltura de cuerpo ha sido desconocido en Bolivia a través de la interpretación del Tribunal Constitucional sobre lo que son los derechos humanos.

Las Primarias en sí no tenían mayor trámite por aquello de que solo se había presentado un binomio en cada fórmula. Hubiera bastado con que la Asamblea Plurinacional hubiera incluido un artículo en el que especificara que allí donde no hubiera competencia, se suspendería, para que el Estado hubiera ahorrado 27 millones de bolivianos. Lo podía haber incluido incluso por la vía de urgencia, la misma que utiliza con frecuencia, por ejemplo, para llenar los vacíos en el mismo Tribunal Supremo Electoral.

Alguien dijo no, y más allá de esa decisión, empezó una carrera por la inscripción de militantes sin mayor sentido, que solo viene a engrosar la lista de despropósitos.
La guerra permanente en el aparato vino a justificar la estrategia, en algún momento, los líderes departamentales, locales y regionales, quisieron adular al poder central presentando generosos números de militantes afiliados en sus provincias. El dato en Tarija, por ejemplo, con provincias con más del 50 por ciento de su población afiliada a algún partido, hacía prever la catástrofe. Ni el PCUS en tiempos de la Unión Soviética había logrado semejantes índices de afiliación.

El MAS suma ahora una doble crisis. A las dudas en el proyecto que generó la derrota del 21F se suma la crisis de identidad y la paranoia persecutoria de los resultados del 27 de enero. El juego se había armado para demostrar potencia y superioridad sobre el resto y ha acabado por desnudar los complejos de un partido que siempre fue movimiento y que no se cree ni sus propios engaños.

La campaña electoral más larga de la historia empieza ahora, el MAS cuenta con más o menos 400.000 leales; menos del 10 por ciento del padrón. Por muy larga que sea la carrera, el MAS debería empezar a tomar decisiones inteligentes si de verdad no quiere hacer las maletas en octubre. Por el momento, parece lo contrario.

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