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¿Lo mejor está por venir?

El ministro Luis Arce Catacora retornó a su cartera con optimismo, afirmando que “lo mejor está por venir” porque en los siguientes años Bolivia cosechará los resultados de las inversiones que sembró para industrializar las materias primas. Nosotros compartimos el buen augurio y...

El ministro Luis Arce Catacora retornó a su cartera con optimismo, afirmando que “lo mejor está por venir” porque en los siguientes años Bolivia cosechará los resultados de las inversiones que sembró para industrializar las materias primas.
Nosotros compartimos el buen augurio y deseamos que así sea. Pero lo que se vive cada día difiere de este diagnóstico, y es por ello hemos expresado preocupación precisamente sobre los retrasos de la industrialización y sobre la falta de información oportuna y suficiente.

Arce manifestó el jueves que su retorno al Ministerio de Economía tiene el objetivo de consolidar el proceso de industrialización en el país, no solo del gas natural, sino también del acero con el proyecto del Mutún, del litio o de energía eléctrica, entre otros, según la agencia noticiosa estatal ABI.

Pero los retrasos de los mencionados procesos industrializadores son justamente los que impiden cosechar pronto sus resultados eventuales. En cuanto al gas, el primer retraso fue en la planta separadora de líquidos de Gran Chaco, que se concluyó cuando Argentina empezó a demandar menos gas y cuando las propias reservas bolivianas no logran despegar ante la falta de descubrimientos relevantes. Para hablar de la petroquímica quedan años.

El proyecto del Mutún, que lleva más de medio siglo sin materializarse, recién se estima que en 2020 se empiece a producir hierro en su primera fase, es decir para el mercado interno, aúno para exportación.
Si se resuelven factores como energía, agua, infraestructura y transporte quizá se pueda cumplir esta meta, pero los ingresos fuertes llegarán recién cuando se empiece a exportar, y para ver eso primero habrá que vencer la primera fase con éxito.
La generación eléctrica no es industrialización. Pero su exportación podría generar importantes ingresos. El problema es que la construcción de mega represas genera no solamente rechazo por su impacto social y ambiental, sino sobre todo porque se tiene dudas sobre su verdadera rentabilidad.

Estudios y analistas advierten que el costo de generación eléctrica de estos proyectos (como el de Rositas, Chepete-Bala, etc.) puede resultar muy superior a los costos en los países vecinos donde se pretende exportar, y también al costo de las termoeléctricas que actualmente abastecen el mercado interno. A ello habrá que sumar el costo de las líneas de transmisión hacia el exterior.

El litio también lleva años de retraso, va de tumbo en tumbo, apenas con plantas pilotos sin producción comercial, con dificultad para consolidar y patentar sus procesos de extracción. Ahora hay nuevo contrato con una empresa alemana cuya experiencia y capacidad es cuestionada por los expertos sobre el tema. Y parece que ya no se producirán las baterías dentro de Bolivia.

Por ahora el único proyecto terminado es el de urea de Bulo Bulo, con dificultades tanto de producción como de mercado. El etanol tampoco parece que vaya a ser la salvación.
Todos queremos que lleguen esos frutos de los que habla el ministro, porque todos vivimos en el mismo país y en la misma economía. Pero no podemos pretender seguir creciendo en base a la deuda y el desahorro. Este año Bolivia necesita claridad.

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