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La incertidumbre en el Gobierno

La principal arma de campaña del MAS es la estabilidad de sus 14 años de Gobierno, un mensaje con el que pretende llegar al oído del boliviano conservador y sumar una mayoría que no quiera cambio, sino conservar su posición Todo son rumores en la Casa Grande del Pueblo y en todos los...

La principal arma de campaña del MAS es la estabilidad de sus 14 años de Gobierno, un mensaje con el que pretende llegar al oído del boliviano conservador y sumar una mayoría que no quiera cambio, sino conservar su posición
Todo son rumores en la Casa Grande del Pueblo y en todos los locales masistas a lo l; argo y ancho del país. Los cambios en las Presidencias del Congreso y el Senado, que normalmente pasaban por ser inamovibles durante toda la legislatura, anticipa una revolución el 22 o 23 de enero, fechas en las que el Presidente Evo Morales acostumbra a cambiar o ratificar a sus ministros en función del año en ciernes.

El hecho se ha convertido en una especie de tradición formal en los últimos 8 años desde que se celebra el día del Estado Plurinacional, que curiosamente no coincide con la fecha en que se votó la nueva Constitución sino con la fecha en la que Evo Morales asumió el cargo un año después y posesionó a su primer gabinete Plurinacional.

Es verdad que a Evo Morales no le gustan los cambios. Por lo general ninguno y particularmente los de gabinete. Sea por lealtad o sea para no dar qué hablar a los rivales, Morales suele sobre todo conservar en el cargo a aquellos que están más expuestos en lo política o atravesando algún tipo de crisis en el sector. En este 2019 no es el caso particular en ninguno, salvo la crisis de credibilidad crónica del Ministerio de Hidrocarburos y la incertidumbre del Ministerio de Salud con la implantación del Seguro Universal, además de la recurrente inestabilidad que acompaña siempre la cartera donde se sitúe Carlos Romero, últimamente acomodado en el Ministerio de Gobierno.

2019 sin embargo es un año diferente en el Movimiento Al Socialismo, pues atraviesa territorios donde no se había visto antes; por debajo en los sondeos y con poco margen de crecimiento dado los altos índices de imagen negativa que Presidente y Vicepresidente y en general, el partido, acumulan.

El cambio de gabinete es el as en la manga que tiene el gobierno para tratar de revertir una deriva crítica pero dentro de un orden. La principal arma de campaña del MAS es la estabilidad de sus 14 años de Gobierno, un mensaje con el que pretende llegar al oído del boliviano conservador y sumar una mayoría que no quiera cambio, sino conservar su posición social acomodada a la que ha llegado. En ese contexto, una revolución en el gabinete no parece recomendable.

Si finalmente Morales opta por una operación quirúrgica y limpia para lograr restablecer el pulso político perdido en el gabinete en 2017, lo normal sería que ventilara las carteras de corte más político, como Presidencia, Comunicación y Exteriores o en su defecto, incorporara buenos voceros para las carteras que tienen los proyectos más ambiciosos en marcha, es decir, Salud y tal vez Medio Ambiente. Incorporar sin embargo a alguno de los ídolos caídos: Juan Ramón Quintana, David Choquehuanca, Luis Arce Catacora, etc., supondría mandar mensajes de desesperación, algo que a lo que no se está dispuesto.

En cualquier caso, 2019 es un año que viene cargado de incertidumbre y no solo por la política; Bolsonaro y Macri apuestan por dinamitar cualquier proceso integrador en el continente; el precio del petróleo se sostiene apenas; los mercados del gas se cierran y los bolivianos empiezan a demandar un mayor índice de bienestar social. La campaña por 2019 empezó a finales de 2015, cuando se anunció el referéndum del 21 de febrero y La Haya admitió la demanda por el mar. La sensación es que se ha perdido demasiado tiempo y tal vez, lo más favorable, sería nombrar un Gobierno serio que enfrente los problemas y no ande todo el día mirando raitings e índices de aprobación.

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