Que San Luis huela diferente

Que a punto de concluir la segunda década del siglo XXI en Tarija sigamos discutiendo sobre asuntos tan básicos como el saneamiento de aguas servidas no es una cuestión de mala suerte ni hay que desentrañar oscuras conspiraciones que no han dejado a los tarijeños concretar un asunto tan...

Que a punto de concluir la segunda década del siglo XXI en Tarija sigamos discutiendo sobre asuntos tan básicos como el saneamiento de aguas servidas no es una cuestión de mala suerte ni hay que desentrañar oscuras conspiraciones que no han dejado a los tarijeños concretar un asunto tan primario; basta con repasar la lista de autoridades de las dos últimas décadas, y en particular las que han administrado los años de mayor bonanza, con ingresos verdaderamente sensacionales, para establecer las responsabilidades.

Una buena parte de San Luis huele mal y eso no es un secreto para nadie. Cuando se construyeron las lagunas se sabía que iba a oler mal, nadie fue capaz de ordenar el crecimiento de la ciudad, ni en San Luis ni en los alrededores; las lagunas no tardaron en colapsar, y bajo la promesa de desaparición - que nunca pasó de eso hasta estos últimos años - la especulación urbanística empezó a convertir el asunto ya no en una prioridad sociosanitaria sino en un lucrativo negocio.

La mayor parte de las aguas servidas de Tarija van a parar a quebradas y al río Guadalquivir porque en su momento nadie hizo nada por ordenar un crecimiento desaforado, regido por la Ley de la supervivencia y no la de la convivencia. Muchos ganaron en esa burbuja de descontrol.

El asunto de la planta de Tratamiento de Aguas Residuales se convirtió en un tema recurrente en la ya lejana campaña de 2015. De repente, todos los políticos tenían propuestas para esa situación demencial que se vive en San Luis mientras los vecinos contemplaban como se habían construido estadios, coliseos y canchas por todo el territorio, incluso en lugares recónditos y sin población.

Después de muchas promesas, la solución se convirtió en causa y la sociedad civil empezó a exigir acciones de verdad desde muchos sectores, también este medio junto a Plus TLT impulsaron la campaña “Salvemos el Guadalquivir”, objetivo final de las muchas acciones aisladas que deberían coordinarse más seriamente.

En 2018 se logró concretar al fin la construcción de la planta de San Blas, que aliviará aguas de la ribera derecha de Tarija, que actualmente vierten sin control al río. En este 2019 ya se ha logrado contratar el Proyecto de Mitigación de Olores para las Lagunas de San Luis con el que se conseguirá algo tan básico como reducir olores y también riesgos de plagas, infecciones, etc., y también para este año tan electoral se espera una solución final para la gran planta de Tratamiento de San Luis, que de una vez proteja el río de todos los tarijeños.

La Alcaldía movió ficha, la Gobernación también y es el turno del Gobierno, que en plena campaña del referéndum de 2016 se comprometió a financiar ese proyecto y al que no le han puesto mayores inconvenientes para que cumpla el compromiso con una planta moderna, amigable, respetuosa con el medio ambiente y que sea un ejemplo de coordinación interinstitucional.

Tarija avanza en las soluciones, lo cual es sin duda significativo. No es tiempo de peleas sino de propuestas. El pueblo es bien consciente de lo que pasó y cómo pasó, y así lo ha manifestado siempre en el momento justo.

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