Temor en el Chaco por el estado de los ductos

Todo el territorio del Gran Chaco está surcado por ductos de gas y petróleo que se cruzan y mezclan en varias direcciones: hacia Tarija, hacia Santa Cruz, hacia Argentina. Cañerías que trasladan la producción de los campos más alejados a los lugares de procesamiento, y ahora también a la...

Todo el territorio del Gran Chaco está surcado por ductos de gas y petróleo que se cruzan y mezclan en varias direcciones: hacia Tarija, hacia Santa Cruz, hacia Argentina. Cañerías que trasladan la producción de los campos más alejados a los lugares de procesamiento, y ahora también a la termoeléctrica, a la separadora, etc. Ductos de primera, de segunda, de máxima seguridad, de no tanta, de los nuevitos y de los viejitos. Ductos abandonados y ductos recién recuperados.

Los ductos forman ya parte de la cultura chaqueña, como el rodeo. Tienen apelativos propios, historias personales y leyendas. Son como una especie de invasor de la modernidad que rompe el paraje idílico y a la vez portadores legendarios de la razón de la guerra del Chaco. Son motivo de orgullo de la guerra que ganamos – no perdimos dirían los portadores de la pena eterna – y a la vez recuerdo constante del olvido. Por los ductos se va el progreso hacia el cinturón industrial de Sao Paolo mientras en sus franjas despejadas se amontonan cadáveres de vacas que no lograron sortear la sequía o la mosca.

Así había sido desde siempre, pero en los últimos meses significan, además, miedo.

El 18 de octubre se activó la pesadilla al estallar un ducto en El Pelícano, una comunidad intermedia entre las estaciones de Caiza y Sachapirenda por donde pasa el ducto Yacuiba – Santa Cruz. Una familia entera fue calcinada. Papá no pudo soportar las quemaduras y murió a la semana en Santa Cruz, mamá a la semana siguiente producto de un paro cardíaco producido por el extremo dolor que las quemaduras le provocaban. Sus dos hijos, de 11 y 6 años, luchan por su vida en una clínica de Texas, Estados Unidos, como decenas de veces ha reiterado YPFB Transporte, sin embargo, hasta la fecha, no ha podido dar ni una elemental explicación de lo que sucedió.

Ayer corrió el pánico entre la viralización de informaciones que anoticiaban de una fuga similar en Puesto Uno, Villa Montes. No hubo víctimas ni daños materiales y finalmente todo quedó en un susto explicado por fuentes próximas a YPFB como “mantenimientos rutinarios”, pero lo cierto es que los nervios están a flor de piel en el Chaco.

En el caso del ducto de El Pelícano, YPFB empezó hablando de la acción de terceros, casi dando ideas de sabotajes, para luego hablar de accidente y finalmente figurar que tal vez por allí pasó un camión que desató la catástrofe que ha dejado a dos niños huérfanos. Nadie nunca vio el camión, ni ninguna otra maquinaria pesada… y nadie ha dado una explicación convincente.

El incidente de Puesto Uno y los nervios tienen base en ese silencio. La red es muy densa y data de diferentes épocas; algunos ductos son antiguos y como nadie sabe bien que hace YPFB con los ingentes volúmenes de ingresos que maneja, las dudas asaltan.

El Ministerio de Hidrocarburos en este caso es quien debería exigir las explicaciones a YPFB, tomar las medidas pertinentes y finalmente, comunicar a la población para dar tranquilidad, sin embargo para ello se requeriría un Ministerio independiente y con credibilidad suficiente, y eso es algo que el Ministro Luis Alberto Sánchez ha perdido en el ejercicio de su cargo. Con todo, el Chaco requiere de una explicación.

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