Mundial: Cumplir el objetivo e irse

Acabó el Mundial de Rusia 2018, sin duda el acontecimiento deportivo del año, una experiencia que va mucho más allá de lo deportivo precisamente por la capacidad de mover emociones a nivel planetario. Un Mundial que, dicen los expertos, ha estado a la altura de las expectativas en cuanto a...

Acabó el Mundial de Rusia 2018, sin duda el acontecimiento deportivo del año, una experiencia que va mucho más allá de lo deportivo precisamente por la capacidad de mover emociones a nivel planetario. Un Mundial que, dicen los expertos, ha estado a la altura de las expectativas en cuanto a calidad de juego pero que no ha cumplido con lo que se promocionaba: El Mundial de las Estrellas, y donde Cristiano Ronaldo, Neymar, Leo Messi, Salah, etc debían brillar por encima del resto. Al final no hubo ni un enfrentamiento entre ellos y se impusieron los equipos, aunque acabara ganado uno plagado de estrellas milmillonarias.

En este mundo hiperpolitizado en el que la política, dicen los estrategas, no importan frente a las causas sociales y sus “plataformas”, el Mundial se convierte en un escenario más donde cada gobierno del país participante trata de ganar algo sea cual sea el resultado, algo que viene muy bien al resto para familiarizarnos con las miserias políticas de cada país de las que Bolivia no tiene nada que envidiar.

De hecho, Croacia, subcampeona del Mundo, ha llegado a la final con una Federación en plena crisis donde la mitad de sus habitantes en un país donde el deporte es la máxima expresión del nacionalismo cuestiona ni más ni menos que a su presidente, Davor Suker, líder de la generación de la guerra, que en el 98 se coló en semifinales e infló de orgullo a un país que acababa de cerrar la última y más cruenta guerra del siglo XX en Europa.

Que el fútbol suma lo sabe bien su presidenta, Kolinda Grabar-Kitobic, camiseta puesta en el palco, que sin lugar a dudas buscará su reelección en 2019 y que se ha convertido en un personaje entrañable por su carisma y sus abrazos. Una nueva imagen para una Croacia independentista marcada por un pasado de colaboración nazi y a la que todos los “pobres” del planeta le han hecho barra en esta final porque al frente estaba la todopoderosa Francia de los 2.000 millones de euros.

El presidente francés Emmanuelle Macron, otro paradigma del populismo europeo, hará caja con la victoria en los próximos días. Macron llegó a la presidencia con la plataforma En Marche! (no es casualidad la coincidencia de iniciales) que entre sus promesas contemplaba mano dura con la inmigración y acabar con los guetos multiculturales donde los llegados se desarrollan sin “compartir” la cultura francesa. No hay duda que una selección donde siete de los 23 jugadores tienen padres franceses es carnada para la demagogia populista, sobre todo cuando muchos de ellos solo pudieron salir del gueto precisamente por el fútbol.

Ha habido muchas más polémicas políticas, como cuando Salah estuvo a punto de abandonar la concentración egipcia por el uso que de su imagen hacían los líderes chechenos, enemigos de Rusia, en contubernio con sus propios dirigentes; como cuando dos delanteros suizos refugiados kosovares celebraron sus goles ante Serbia con el águila albana; o como cuando los españoles decidieron prescindir de su DT dos días antes del debut por haber publicitado su fichaje por el Real Madrid, lo que podía afectar seriamente a su concentración.

En el Mundial de las Estrellas, perdieron los equipos encomendados a una vedette y ganaron aquellos que entendieron que el equipo está por encima de todos, como Mbappé, Pogba y Griezmann en la milmillonaria Francia. No hay que hablar demasiado para entender la diferencia entre Argentina, desquiciada con un Messi en cuesta descendiente y Uruguay, que tuvo la mala suerte de cruzarse con el campeón. Es lo que ha hecho Bélgica, Inglaterra pero también Alemania que se fue en primera fase, Colombia o México, que pudieron dar más.
Bolivia debe de entender el proceso. De lo que se trata es de trazar un proyecto bien pensado, con todas sus variables y todos sus análisis, con la paciencia del caso y una vez iniciado, cumplirlo hasta el final. Después irse. Esto también se aplica al fútbol.

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