La “Paradoja de la Extinción”

Los incendios forestales ya no son sólo una catástrofe ambiental, sino también un problema capital de seguridad ciudadana. La influencia del cambio climático, el abandono del campo y la expansión de las urbanizaciones generan incendios de una dimensión desconocida. Pero si sólo se...

Los incendios forestales ya no son sólo una catástrofe ambiental, sino también un problema capital de seguridad ciudadana. La influencia del cambio climático, el abandono del campo y la expansión de las urbanizaciones generan incendios de una dimensión desconocida. Pero si sólo se refuerzan los medios de extinción, generamos un bucle del que únicamente se puede salir cambiando de estrategia, lo que implica un cambio social.

A pesar de las enormes pérdidas que provocan, sólo se logra arrestar a una mínima parte de los culpables. Y de éstos, solo otra minúscula parte es condenada en los tribunales, y a unas penas excesivamente benignas debido a la legislación vigente.

En el otro lado están las personas, organizaciones e instituciones que ayudan con el control del incendio. El combate contra el fuego es una de las actividades más peligrosas y ha causado la muerte de varias personas en todas partes del mundo. Y Tarija no ha sido la excepción.

¿Cuál es el fondo del problema? Es urgente primero hacer una reflexión sobre la inversión en materia de prevención y extinción de incendios forestales. Cada vez que nos asola un gran incendio forestal se pone en entredicho el dimensionado de los medios de extinción, concluyéndose con que son insuficientes y que por tanto urge incrementarlos.

Si hacemos una retrospectiva de la evolución de los medios de extinción en los últimos años, se constata que éstos se han incrementado a golpe de grandes incendios forestales. La presión sobre los políticos es tal, que se ven prácticamente abocados a gastar todo el dinero disponible en aportar nuevos medios de extinción y en inversiones de restauración de las zonas quemadas (inversión en lo negro).

Todo esto va en detrimento de la Gestión del Territorio y las inversiones en prevención (inversión en lo verde). Lo más preocupante de todo es que el dinero gastado en la extinción de un gran incendio forestal no mejora las condiciones de seguridad del resto del territorio, que sigue teniendo todas las papeletas para ser pasto de las llamas.

Haciendo un análisis más profundo, técnicos ambientalistas constataron que el verdadero origen de los grandes incendios forestales está vinculado al declive del sector primario. La ausencia de agricultura, ganadería y silvicultura, nos ha creado un paisaje altamente inflamable.

Entramos ahora en la esencia del problema. Si toda la inversión para la lucha contra los incendios forestales se centra en el refuerzo de los medios de extinción, generamos el siguiente bucle:
A falta de gestión en el medio rural se generan unas estructuras vegetales altamente inflamables, con ausencia de discontinuidades y acumulación de gran cantidad de material seco.

Esta situación deriva en que una parte cada vez más apreciable de los conatos y pequeños incendios evolucionen rápidamente hacia grandes incendios forestales.
El incremento del número y la virulencia del hecho en las redes sociales generan una presión social, para que se incrementen los medios de extinción.
La inversión en más medios de extinción resta financiación a los ya exiguos presupuestos para prevención.

La falta de inversión en trabajos de prevención genera estructuras vegetales altamente inflamables. Y volvemos al inicio: el bucle continúa hasta el sinsentido en el que nos hallamos inmersos.

De acuerdo al ambientalista Carlos Velázquez Padrón los técnicos hablan de la “Paradoja de la Extinción”, que viene a decir, que mientras más medios tenemos para combatir los incendios y más eficaces somos en la extinción, conseguimos atajar los conatos e incendios medianos, pero fallamos estrepitosamente en los grandes incendios, contra los que no hay receta técnica.

Los grandes incendios actuales tienen su origen hace decenios, cuando cesó la actividad agropecuaria como forma de vida de una parte importante de la población. Los agricultores son los que con sus terrenos labrados le ponen barreras al avance del fuego, los pastores eliminan con su ganado gran parte del combustible forestal, evitando la acumulación de “pólvora” y rompiendo la continuidad del posible avance del fuego.

Si como sociedad no conseguimos revertir el proceso, propiciando que el sector primario tenga unas condiciones laborales dignas, la batalla contra el fuego está perdida de antemano.
Urge entonces reforzar las estructuras rurales y evitar el despoblamiento de nuestros campos.

Más del autor