El esfuerzo empresarial y el electoral

Hace dos semanas el sector de la micro, pequeña y mediana empresa celebraba su día, si es que se le puede decir así. Las diferentes federaciones a lo largo de todo el país organizaron actos de todo tipo a modo de presentación pública apoyada por una especie de pliego petitorio...

Hace dos semanas el sector de la micro, pequeña y mediana empresa celebraba su día, si es que se le puede decir así. Las diferentes federaciones a lo largo de todo el país organizaron actos de todo tipo a modo de presentación pública apoyada por una especie de pliego petitorio reivindicativo o bien actos de automotivación, poniendo en valor el aporte a la sociedad y celebrando su propia iniciativa como motor de la sociedad.

En Bolivia más del 90 por ciento de las empresas son de este tipo, empresas de uno, dos, cinco, hasta veinte o cincuenta trabajadores que apenas facturan para pagar sus empleados, sus obligaciones con el Estado y dar de comer a su familia. Estas empresas generan también la mayoría del empleo legal y formal en Bolivia sin que eso signifique ningún tipo de reconocimiento o promoción.

Ese día hubo también, como no, muchas actividades auspiciadas por el poder público, instituciones de gobierno o legislativas que no dudaron en convocar a los dirigentes para tomarse fotografías y escuchar palabras adulonas. La vuelta a la realidad tardó apenas dos días, en que el ministro Mario Guillén volvió a amedrentar con la “espada de Damocles” del doble aguinaldo.

En Tarija la situación empieza a causar cuadros de esquizofrenia bipolar. Mientras por un lado se lanzan mensajes positivos de recuperación e inversión, por el otro llegan las advertencias de confiscación y lo que parece un plan organizado para disolver el espíritu emprendedor y subyugarlo a un régimen determinado.

La Patronal tarijeña viene años demandando su precaria situación económica. Lo hizo durante los años de bonanza, en los que las urgencias por gastar hizo abrir las puertas de Tarija a decenas de empresas que vinieron, cobraron y marcharon, muchas veces sin hacer un buen trabajo y alterando todo el orden local en cuanto a costos de producción; y lo hizo después, durante la crisis, porque evidentemente fueron quienes se quedaron a pagar el pato y los desmanes de quienes administraron la cosa pública sin mayor ciencia.

Después de tres años de sufrimiento en los que el Ministro Luis Arce Catacora ha tenido que dejar la cartera de Economía para que esta entendiera que hacía falta inyectar recursos de verdad en la economía local y evitar así la recesión que él mismo auguró, al fin se ha pactado un procedimiento para hacerlo. Engorroso, puntual, con toda la burocracia que caracteriza al país, con decenas de instancias de evaluación y toma en consideración de los proyectos, etc, existe una cartera de proyectos priorizada, tal vez sin la transparencia suficiente, que es pasible de ser abordada por recursos provenientes del crédito, sea público a través de fideicomisos, sea privado.

Los recursos empiezan a girar en el departamento, aunque en primera instancia retornen a los bancos, que, si todo va bien, volverán a ponerlos en circulación una vez controlados sus niveles de mora, etc.

El problema es si no va bien, si los anuncios del Gobierno de mantener el palo sobre el sector productivo, con presión impositiva, afanes recaudatorios, imposiciones de gasto, etc, impulsan a los emprendedores y también a los más viejos a asegurarse la tranquilidad, pagar sus cuentas, liquidar sus obligaciones y cerrar las puertas.

Tarija sigue creciendo muy por debajo de la media, es necesario, por tanto, concentrar los esfuerzos para alcanzar los objetivos al unísono, sin que las urgencias electorales del partido de Gobierno acaben por distorsionar un escenario de por sí, complicado.

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