El Estado y nuestras carreteras
La ABC ha decidido pedirle al Estado que sufrague las contrapartes de las Gobernaciones a través de un fideicomiso para así poder cancelar cuanto antes a las empresas ejecutoras, en su mayoría extranjeras. En Tarija, por más que hacemos cálculos, de momento nos sale más o menos a devolver....
OPINIÓN
La ABC ha decidido pedirle al Estado que sufrague las contrapartes de las Gobernaciones a través de un fideicomiso para así poder cancelar cuanto antes a las empresas ejecutoras, en su mayoría extranjeras. En Tarija, por más que hacemos cálculos, de momento nos sale más o menos a devolver. Es decir, Tarija ha pagado hasta el momento más del 30 por ciento en la red vial fundamental, competencia de la Administradora Boliviana de Carreteras, y de momento no se ve una perspectiva en el medio plazo que haga voltear el tablero.
En su momento la Bermejo – Tarija y la Tarija – Potosí, hasta Cucho Ingenio, fueron cubiertas con la fórmula nacional por la que el Estado licita el 100 por ciento pero cubre el 70 y el otro 30 sale de los fondos de las Gobernaciones. Por el incremento de ingresos, la lenta maquinaria burocrática de la ABC, que nunca ha abordado las carreteras en Tarija con mucho entusiasmo y la oportunidad política, con la ruta al Chaco se empezó a ensayar la fórmula de trocear en subtramos y repartirlos a conveniencia. Es decir, la Gobernación construye un pedazo o variante y luego lo traspasa a la ABC que administra la Red Vial Fundamental.
Es lo que se pretendió hacer hasta Entre Ríos en el que de Puerta del Chaco al Puente Jarkas lo construyó el Sedeca, el siguiente (más conocido como Condorvía) sigue en construcción y el siguiente, hasta la ciudad, lo construyó una entente flor y nata de la construcción tarijeña, recibida en tiempos de Lino Condori y que la ABC todavía no recibe por problemas en los taludes, que no soportan los derrumbes en tiempos de lluvia, razón por la cual periódicamente cada verano se corta la vía.
Con estos antecedentes, resulta absurdo la defensa a capa y espada que ciertos sectores y sobre todo, la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) hace de la empresa que ha construido (¿está construyendo?) de Entre Ríos hasta Palos Blancos. Son unos 60 kilómetros construidos con algo más de 85 millones de dólares captados en la famosa emisión de bonos soberanos que se emitieron en 2014 sin tener necesidad, de acuerdo a la explicación, pero que resultaba fashion y nice volver a la especulación de los mercados internacionales. Huelga decir que todos ellos se cubrirán, sobre todo, con los recursos de la renta petrolera que en gran parte emana desde Tarija.
La ABC autorizó a los constructores, sin ninguna necesidad salvo la de ahorrarles unos buenos miles de dólares, incrementar las pendientes del 6 al 8 por ciento y cerrar las curvas, con radios de 50 en vez de 100. También se han autorizado variantes sobre plataformas tal que así y basta dar una vueltita hasta Villa Montes para entender que cuando lleguen las lluvias los taludes no serán suficientes. Ojalá no haya desgracias. También es evidente que la ruta tiene fisuras y que se están parchando y también que están en el plazo establecido.
¿Que es mil veces mejor que lo que se tenía? Evidentemente que sí, dos mil o tres mil veces mejor. ¿Pero qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Por qué tanto empeño en proteger a una empresa adjudicataria? ¿Por qué tanta molestia cuando se publican fotografías o informes?
Yerran aquellos que pretenden que los tarijeños “se sientan agradecidos” por tener una carretera asfaltada que, además, les vincula con el territorio más rico de Bolivia. No es regalo y ni siquiera es el 70 por ciento respecto a lo construido entre Tarija y Entre Ríos con recursos departamentales.
Lo que se necesita de las autoridades, sobre todo las de fiscalización, es que cumplan con su tarea, que hagan las preguntas, que faciliten la información y que no se conformen con los espejitos ni con los contrastes de un pasado siempre peor.
En su momento la Bermejo – Tarija y la Tarija – Potosí, hasta Cucho Ingenio, fueron cubiertas con la fórmula nacional por la que el Estado licita el 100 por ciento pero cubre el 70 y el otro 30 sale de los fondos de las Gobernaciones. Por el incremento de ingresos, la lenta maquinaria burocrática de la ABC, que nunca ha abordado las carreteras en Tarija con mucho entusiasmo y la oportunidad política, con la ruta al Chaco se empezó a ensayar la fórmula de trocear en subtramos y repartirlos a conveniencia. Es decir, la Gobernación construye un pedazo o variante y luego lo traspasa a la ABC que administra la Red Vial Fundamental.
Es lo que se pretendió hacer hasta Entre Ríos en el que de Puerta del Chaco al Puente Jarkas lo construyó el Sedeca, el siguiente (más conocido como Condorvía) sigue en construcción y el siguiente, hasta la ciudad, lo construyó una entente flor y nata de la construcción tarijeña, recibida en tiempos de Lino Condori y que la ABC todavía no recibe por problemas en los taludes, que no soportan los derrumbes en tiempos de lluvia, razón por la cual periódicamente cada verano se corta la vía.
Con estos antecedentes, resulta absurdo la defensa a capa y espada que ciertos sectores y sobre todo, la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) hace de la empresa que ha construido (¿está construyendo?) de Entre Ríos hasta Palos Blancos. Son unos 60 kilómetros construidos con algo más de 85 millones de dólares captados en la famosa emisión de bonos soberanos que se emitieron en 2014 sin tener necesidad, de acuerdo a la explicación, pero que resultaba fashion y nice volver a la especulación de los mercados internacionales. Huelga decir que todos ellos se cubrirán, sobre todo, con los recursos de la renta petrolera que en gran parte emana desde Tarija.
La ABC autorizó a los constructores, sin ninguna necesidad salvo la de ahorrarles unos buenos miles de dólares, incrementar las pendientes del 6 al 8 por ciento y cerrar las curvas, con radios de 50 en vez de 100. También se han autorizado variantes sobre plataformas tal que así y basta dar una vueltita hasta Villa Montes para entender que cuando lleguen las lluvias los taludes no serán suficientes. Ojalá no haya desgracias. También es evidente que la ruta tiene fisuras y que se están parchando y también que están en el plazo establecido.
¿Que es mil veces mejor que lo que se tenía? Evidentemente que sí, dos mil o tres mil veces mejor. ¿Pero qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Por qué tanto empeño en proteger a una empresa adjudicataria? ¿Por qué tanta molestia cuando se publican fotografías o informes?
Yerran aquellos que pretenden que los tarijeños “se sientan agradecidos” por tener una carretera asfaltada que, además, les vincula con el territorio más rico de Bolivia. No es regalo y ni siquiera es el 70 por ciento respecto a lo construido entre Tarija y Entre Ríos con recursos departamentales.
Lo que se necesita de las autoridades, sobre todo las de fiscalización, es que cumplan con su tarea, que hagan las preguntas, que faciliten la información y que no se conformen con los espejitos ni con los contrastes de un pasado siempre peor.
