No es sólo el cálculo, es el indicador

¿Estará por comenzar un debate? La Cámara Nacional de Comercio (CNC), finalmente se ha pronunciado contra el Producto Interno Bruto (PIB), denunciando que el gobierno “infla” las cifras de este indicador cuando elabora el cálculo. Por su puesto, el Ministerio de Economía y el Banco...

¿Estará por comenzar un debate? La Cámara Nacional de Comercio (CNC), finalmente se ha pronunciado contra el Producto Interno Bruto (PIB), denunciando que el gobierno “infla” las cifras de este indicador cuando elabora el cálculo.

Por su puesto, el Ministerio de Economía y el Banco Central (BCB) han salido rápidamente a asegurar que sus cálculos son impecables.

Sin embargo, la denuncia de la CNC tiene sustento. Aquí podemos exponer al menos dos aspectos por los cuales el PIB no es confiable como indicador.

Primero. World Economics –una organización internacional que afirma estar desarrollando mejores y más rápidas mediciones de la actividad económica-, muestra que Bolivia es uno de los peores países en cuanto a la calidad de sus datos oficiales respecto al PIB.

En su Índice de Calidad de Datos (actualizado a diciembre de 2017), un ranking de 154 países evaluados, Bolivia ocupa el puesto 146 en baja calidad de los datos, situándose solo por encima del Congo, Eritrea, Sudán, Madagascar, República Centroafricana, Comoros, El Salvador y Haití.

“No se puede confiar en los datos del PIB de la mayoría de los países”, afirma la organización, “los datos están errados en una magnitud que muy pocos se dan cuenta”.
En síntesis, la calidad de los datos en Bolivia está entre los peores del mundo, lo que da lugar a que ciudadanos y empresarios desconfíen de las rimbombantes cifras presentadas continuamente por el gobierno nacional.

Segundo. No sólo la metodología del cálculo y la calidad de los datos del PIB son cuestionables, sino el indicador en sí mismo. ¿De qué otra manera se explica que el PIB crezca sostenidamente mientras se cierran empresas y se despiden trabajadores?
No es casualidad que cada vez haya más académicos e investigadores de distintos países que se están pronunciando en contra de ese indicador para medir el progreso económico de las sociedades.

Un ejemplo es el del economista sueco, Jorge Buzaglo, quien encontró que los procesos económicos insostenibles “como la masiva fuga de capital, el endeudamiento externo, la des-industrialización, la re-primarización y el extractivismo”, que “pertenecen íntimamente a la lógica del capitalismo global, pueden ser indefinidamente consistentes con el crecimiento del PIB”.

La desconexión entre el PIB y la realidad económica de los países es tan antigua como el propio PIB, y se debe a que el indicador nació para formular las cuentas de ingresos nacionales en una forma útil para financiar la guerra, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

Como explica Buzaglo: el PIB de un país “es un número que sintetiza el poderío material de dicho país, e indirectamente muestra su capacidad para la guerra”. Por estas razones, el PIB “no constituye un indicador adecuado del progreso y avance económico de una sociedad”.
Entonces, si Bolivia no está en guerra, ¿para qué seguir utilizando un indicador que sirve fundamentalmente para evaluar el potencial militar de un país?

El aparente despertar de la CNC puede ser un punto de partida para plantear un –muy urgente- debate nacional sobre la economía. Aunque el gobierno no se caracteriza por reconocer las necesidades de debate en este ni otros temas.

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