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¿Se acerca el fin del poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU?
Aunque buena parte de los países de la ONU señalan que el mecanismo de veto es anacrónico, los cinco países que lo poseen – EEUU, China, Rusia, Inglaterra y Francia – no han dudado en utilizarlo a conveniencia. Con los últimos movimientos de Rusia



Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) han ejercido sus poderes de veto principalmente para proteger sus propios intereses nacionales o los intereses de sus aliados políticos y militares. Quienes más han abusado de ese privilegio han sido los Estados Unidos de América, pero en los últimos años Rusia también ha protegido sus intereses estratégicos con ese poder.
Una nueva propuesta de resolución presentada ante la Asamblea General (AG) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se postula como un intento de socavar el veto en una medida que probablemente será apoyada por la mayoría de los 193 Estados miembros, en una reunión que se celebrará este mismo mes de abril, presumiblemente este martes 26.
Titulada «Mandato permanente para un debate en la Asamblea General en caso de veto en el Consejo de Seguridad», el proyecto de resolución contaba hasta la semana pasada con 57 patrocinadores, que promueven acabar o al menos limitar el considerado anacrónico poder de veto de los cinco miembros permanentes (P5) del Consejo de Seguridad.
La coyuntura rusa
La embajadora permanente de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, reveló el martes 19 a los periodistas que su país era uno de los copatrocinadores de la resolución, encabezada por un grupo de Estados miembros encabezado por Liechtenstein.
“Esta medida innovadora convocaría automáticamente una reunión de la Asamblea General después de que se haya producido un veto en el Consejo de Seguridad”, dijo.
Tal y como se negoció en 1945, señaló, la Carta de la ONU confía a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad la capacidad de impedir la adopción de una resolución mediante el veto, un mecanismo que lleva mucho tiempo siendo objeto de debate institucional.
“Estados Unidos se toma en serio su privilegio de poder de veto; es una responsabilidad sobria y solemne que debe ser respetada por aquellos miembros permanentes a los que se les ha confiado”, consideró.
A juicio de Thomas-Greenfield, “cuando un miembro permanente emite un veto, debe estar preparado para explicar por qué la resolución en cuestión no habría favorecido el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”.
“Lamentablemente, no todos los miembros del Consejo de Seguridad comparten este sentimiento”, planteó la representante estadounidense ante el organismo mundial.
La embajadora declaró que “estamos especialmente preocupados por el vergonzoso patrón de Rusia de abusar de su privilegio de veto en las últimas dos décadas”.
Citó como ejemplo los vetos de Moscú al envío de una misión de observadores de la ONU a Georgia, un pequeño país euroasiático situado en el mar Negro, que en 2008 soportó una invasión rusa y la ocupación de parte de su territorio, algo que recuerda lo que sucede actualmente en Ucrania.
Rusia, recordó también Thomas-Greenfield, también impidió mediante un veto la investigación del uso de armas químicas en Siria o el establecimiento de un tribunal penal sobre el derribo del vuelo MH-17 sobre Ucrania, como en marzo impidió la condena al gobierno de Vladimir Putin por su guerra “no provocada e injusta” en Ucrania.
La resolución de la Asamblea General sobre el veto, declaró la embajadora, «será un paso significativo hacia la rendición de cuentas, la transparencia y la responsabilidad de todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad que ejercen su poder”.
El “prontuario” de Estados Unidos
Stephen Zunes, profesor de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de San Francisco, que ha escrito extensamente sobre la política del Consejo de Seguridad, dijo a IPS que la Resolución 377 de la Asamblea General, adoptada en 1950, otorga a la AG la autoridad para hacer recomendaciones de acción colectiva en caso de que el Consejo de Seguridad no actúe, como requiere su mandato, para mantener la seguridad y la paz internacionales.
Señaló que la Asamblea General ha invocado esta resolución en cuatro ocasiones cuando una resolución ampliamente apoyada fue bloqueada por un veto: en 1950, en relación con la Guerra de Corea; en 1981, en relación con Namibia; y en 1980 y 1997, en relación con resoluciones sobre Palestina.
“Resulta irónico que Estados Unidos impulse un papel más activo de la Asamblea General, dado que tres de esos cuatro casos fueron en respuesta a un veto de Estados Unidos. De hecho, en los últimos 50 años, Washington ha sido responsable de muchos más vetos que cualquier otro miembro del Consejo de Seguridad”, apuntó el académico.
De los 72 vetos estadounidenses a resoluciones del Consejo de Seguridad, Estados Unidos fue el único voto negativo en 63 de ellos, recordó.
Sobre una propuesta de un país asiático, a finales de los años 70, de que se estableciera la necesidad de un doble veto para que prosperara en el Consejo de Seguridad, Zunes dijo que «ciertamente tiene mérito». Pero recordó que eso requeriría la modificación de la Carta de la ONU y que, además, es probable que Rusia bloquee esa reforma, al igual que Estados Unidos.
La resolución propuesta ahora «decide», entre otras cosas, «que el Presidente de la Asamblea General convocará una reunión formal de la Asamblea dentro de los 10 días hábiles siguientes a la emisión de un veto por parte de uno o más miembros permanentes del Consejo de Seguridad”.
El objetivo, añade, sería “celebrar un debate sobre la situación respecto a la cual se emitió el veto, siempre que la Asamblea General no se reúna en una Sesión Especial de Emergencia sobre la misma situación».
El especialista en el Consejo de Seguridad, James Paul, dijo a IPS que, desde la fundación de la ONU en 1945, la gran mayoría de los Estados miembros de la ONU han insistido en que los vetos en el máximo órgano político del foro mundial dificultan la acción para preservar la paz.
Los expertos han señalado a menudo que el veto mantiene muchos asuntos importantes fuera completamente de la acción del Consejo, adujo el autor de «Of Foxes and Chickens: Oligarchy and Global Power in the UN Security Council (De zorros y gallinas: oligarquía y poder global en el Consejo de Seguridad de la ONU).
“Aunque los cinco miembros permanentes con derecho a veto nunca han aceptado una modificación de sus poderes de veto, los países más pequeños de la Asamblea General de la ONU han tratado de debilitar el veto mediante procedimientos y acciones que deslegitiman el uso del veto y protestan contra la agresión protegida por el veto y otras violaciones de la paz por parte de los gobiernos más poderosos», afirmó.
Un grupo de países afines, deseosos de reforzar la paz y la legalidad internacionales (y de protegerse de agresores mayores), ha lanzado la actual iniciativa, basándose en la oposición al veto ruso a una resolución del Consejo que condenaba su invasión de Ucrania.
Esta iniciativa, dijo, desencadenaría automáticamente un debate en la Asamblea General cada vez que se utilice el veto en el Consejo de Seguridad. En teoría, un debate en la Asamblea (aunque no sea vinculante) podría desincentivar el uso del veto por parte de un miembro permanente.
“Aunque la vergüenza de un debate no siempre actuaría como freno a la arrogancia de los Estados poderosos, valdría la pena aplicarlo”, planteó Paul.
Andreas Bummel, director ejecutivo de Democracia Sin Fronteras, con sede en Berlín, dijo a IPS: «Apoyamos firmemente la iniciativa de Liechtenstein de que la Asamblea General se reúna automáticamente cada vez que se emita un veto en el Consejo de Seguridad».
Esto, dijo, obligará a los miembros permanentes del Consejo a justificar su voto ante la comunidad mundial. “Se elevará el coste político del uso indebido del veto”, consideró.
Además, la Asamblea General podrá considerar habitualmente sus propias medidas. “Es un paso importante en la dirección correcta”, dijo Bummel.
“Es muy positivo y digno de mención que Estados Unidos sea uno de los copatrocinadores de la resolución propuesta. Obviamente, están preparados para explicar cualquier uso futuro del veto ante la Asamblea General y aceptar su responsabilidad subsidiaria», puntualizó.
En un siguiente paso, argumentó Bummel, debería entenderse que los miembros permanentes no pueden emitir votos que no sean tratados como vetos contra resoluciones que, por lo demás, tienen mayoría para ser aprobadas.
“Sin embargo, hay que revisar toda la estructura de la ONU. Todo el mundo sabe que es anacrónico. En última instancia, los miembros permanentes deben estar preparados para renunciar a su privilegio de veto», dijo el activista internacional por la democracia.
En su diálogo con IPS, Paul advirtió: «Tenemos que recordar que los miembros permanentes tienen muchas cartas que jugar. Estados Unidos, que es con mucho el actor más poderoso de la escena mundial, tiene una enorme influencia sobre la mayoría de los miembros del Consejo. A menudo puede bloquear o alterar en gran medida la acción del Consejo sin tener que emitir un veto”.
Por eso su invasión y ocupación de Iraq en 2003, aunque inicialmente fue rechazada por el Consejo, acabó siendo tolerada por el mismo Consejo durante muchos años. En el caso de los repetidos vetos de Washington a las resoluciones del Consejo sobre Israel, Estados Unidos nunca ha pagado un alto precio político.
Paul recordó que muchos observadores señalan que grandes potencias como Rusia y Estados Unidos actúan constantemente despreciando el multilateralismo y con escasa consideración por la ONU y el derecho internacional.
“Así pues, cabe preguntarse cómo pueden tener éxito las Naciones Unidas en un mundo expuesto a un uso tan cínico de la violencia y a un crudo engrandecimiento nacional. Ciertamente, no hay una respuesta fácil, pero está claro que quienes buscan socavar el veto y ampliar el potencial del derecho internacional están en el camino correcto”, afirmó.
A su juicio, hay que prevalecer en el camino de reducir el poder de veto del P5, porque es el correcto.
India, Brasil, Alemania y Japón aspiran al veto
La propuesta de reformar el Consejo de Seguridad se prolonga desde hace más de dos décadas, con cuatro fuertes aspirantes a engrosar los miembros permanentes: Alemania y Japón por un lado, que fueron las grandes derrotadas de la Segunda Guerra Mundial de la que emanó el orden mundial, y Brasil e India por otro lado, por su tamaño e influencia en su área geográfica. El Consejo de Seguridad tiene 15 asientos, pero solo Estados Unidos, Rusia, Francia, Inglaterra y China tienen asiento permanente y poder de veto.
Si finalmente tienen éxito en sus intentos, tendrán que soportar lo que se describe mejor como «ciudadanía de segunda clase», ya que los P5 no han dado ninguna indicación de que se ofrezcan poderes de veto a los nuevos miembros, así que tendrían asiento, pero no capacidad para imponer sus políticas.
Sin embargo, los líderes africanos coordinados en la Unión Africana llevan tiempo insistiendo en que no aceptarán ningún nuevo miembro permanente en el Consejo de Seguridad, sin poder de veto.
Desde Sudamérica no hay una posición oficial tratada ni en el seno de la Organización de Estados Americanos ni en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) que aspira a sucederla. Los intereses geoestratégicos de la región se vienen diluyendo en los últimos años en función de otros intereses diversos hasta el punto de que el Brasil de Bolsonaro ha cerrado filas con Rusia mientras que Colombia ha avanzado en la relación con la OTAN y por lo general, China se ha convertido en el gran acreedor de los países del hemisferio sur.
Por otro lado, analistas señalan que incrementar el poder de Brasil con poder de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas incrementaría la desigualdad de la balanza en el cono sur, donde de por sí el gigante brasilero copa todos los indicadores.