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Sembrar educación para cosechar desarrollo

Te has preguntado alguna vez ¿Cuánto has sembrado o cuanto de educación has plantado en tu vida? Quizás no siempre todos lo hemos hecho; porque quizás, también, poco lo hayamos advertido.

La UNESCO contempla que sólo 6 de cada 100 personas sin educación escolar (6%) tienen posibilidad de dejar de ser pobres. 19 de cada 100 (19%) que hayan tenido educación primaria; 54 de cada cien (54%) con educación secundaria y 81 de cada 100 (81%) con educación universitaria. La tasa de retorno en educación primaria es del 100%; mucho más que en infraestructura. Según la World Bank Groun, un año adicional de escolaridad, aumentaría los ingresos de una persona en un 10% mucho más que en infraestructura (7,4%); lo que quiere decir que invertir en educación, reditúa más, que invertir en bienes tangibles o que en cualquier otro tipo de inversión.

Quedaron lejos los tiempos en los que un terrateniente o feudal con 20, 50 o 100 trabajadores, con pala, pico, azadón y el arado de palo egipcio, se hacía la fortuna, o que, la noche de San Bartolo había que vigilar donde arde el tapado, o también, como no faltaban quienes andaban lugares y lares, buscando la plata blanca o el oro codiciado, buscándolo inclusive en las entrañas de los ríos como El Pilaya, por ejemplo.

Hoy y cada vez más, es muy evidente que cuanto de tiempo y recursos inviertas en educación; a la formación profesional y a la adquisición de competencias, de experticia en alguna rama del saber humano; tendrás más herramientas potentes, más efectivas para producir cuanto necesitas para vivir constituyendo una familia solvente y que pueda vivir dignamente.

Lo mismo que pasaría con una persona pasaría con un país, una nación, si todos tenemos un buen nivel de educación, que nos permita ventajosamente producir nuestro sustento y en suma la riqueza del todos; la riqueza de la Patria.

¿Es tan difícil darse cuenta de esta elemental relación se cuente y consecuente, para que PAPÁ ESTADO, le dé la máxima prioridad a la educación? o, es la maldad lleva al extremo de los gobernantes que no hacen sino justificar que somos un país del tercer mundo, que somos Bolivia, que somos pobres y que no podemos aspirar a más. José Marti dice: “Los hombres se dividen en dos bandos, lo que aman y fundan (construyen) y los que odian y deshacen (destruyen)”; en consecuencia, no hay más opciones que podrían signar lo que llaman política, los politiqueros. Blanco o negro y no medio blanco y medio negro: “mediocre”, color con el que, quizás la mayoría comulgamos y hasta somos: ¡Peor es nada!

No hagamos lo que el avestruz, poner el pico contra la tierra y agachar la cabeza; levantémosla y veremos un cielo tan grande como el cielo mismo y un futuro de grandeza en profundidad, que, como desafío a la inteligencia humana, se muestra coqueto y atractivo para nuestras nobles aspiraciones de bien común.

Quizás lo que pasa, es que entre educación y performance ciudadana/sociedad, hay una recíproca correspondencia; es tal para cual, como se dice: Bajo nivel de educación, baja economía, bajo nivel de salud, baja moral, bajo amor al prójimo, y acá está el desafío. El desafío – la tarea de buen boliviano es sembrar – plantar educación por doquier, empezando desde la familia y como gobernantes en los diferentes estamentos de la administración nacional; darle la prioridad que merece la gestión en educación. Las personas como los países que salieron de la pobreza, primero salieron de la ignorancia y del bajo nivel o mala calidad educativa.

Yo creo que sería bueno des - doctorar la ignorancia – la brutalidad; no puede ser que mientras más ignorante - bruto sea alguien, sea más doctor; cuando en pleno siglo XXI debería ser todo lo contrario: “Mientras más sepa, alguien, más doctor” y todos en la misma dinámica; haciendo política para bien de todos y no buscando como le quito al otro para mi beneficio; como formo grupos de matones y de valientes que se suban a una peña y digan que por valientes se tiran peña abajo o que por machos hacen volar edificios, caminos, puentes, masacran a la gente, etc.

Es que al computador de computadores – el cerebro, no se lo aprendió a usar y resulta igual que a la computadora que tenga en mi escritorio y no la sepa manejar o quiera manejarlas a las patadas, lo más posible es que la destroce a que me sirva y le pueda sacar todo el beneficio que pueda tener a mi favor.

Los estudiantes, yo también soy estudiante, necesitamos aprender – hacer - ser, aprender – hacer – ser, toda la vida. Nótese que, en consecuencia, la tarea educativa implica aprender: cómo, qué, para qué y cuándo. Sembremos insaciablemente educación y tendremos una vida más digna y feliz. Dejemos ya de hacer gala del dicho popular “la ignorancia es atrevida” y dejemos de meterle no más; ya está demasiado. ¿No les parece?


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