Izquierda vs izquierdismo
Con el advenimiento de la humanidad, provista del lenguaje como medio de comunicación, de forma inherente llegaron los sustantivos, los adjetivos y la clasificación de los objetos que recibimos de la divina creación o por obra y gracia de la evolución, según el entendimiento que sobre esta...
Con el advenimiento de la humanidad, provista del lenguaje como medio de comunicación, de forma inherente llegaron los sustantivos, los adjetivos y la clasificación de los objetos que recibimos de la divina creación o por obra y gracia de la evolución, según el entendimiento que sobre esta cuestión tengamos. Es así que adquirieron nombre propio, como todo lo demás, las orientaciones espaciales y las extremidades del cuerpo humano.
Izquierda y derecha. Usamos con frecuencia estas dos palabras para dar referencia o indicar algún lugar o ubicación.
Pero la historia les ha dado un lugar prominente. En la vieja Europa, a fines del siglo XVIII, tuvo lugar la Revolución Francesa, cuyo legado de Libertad, Igualdad y Fraternidad perdura hasta hoy… Y, he ahí el detalle: dicha revolución provocó, involuntariamente, el nacimiento de la IZQUIERDA y la DERECHA como conceptos políticos, pues según dicen los historiadores los líderes de la revolución convocaron a una asamblea general en la que los plebeyos, que era mayoritarios, ocuparon al lado izquierdo de la testera del parlamento y, como es de suponer, los conservadores, aquellos que defendían los privilegios de la monarquía se sentaron a la derecha. Así pues, el pueblo abolicionista ubicado a la izquierda versus los defensores de un estado autocrático, situados a la derecha. De esa manera se dio inicio a la identificación de las tendencias políticas con las extremidades del cuerpo humano. Izquierda y derecha se encontraron obligadas a entrar en los contubernios políticos, siniestros y diestros se vieron envueltos en un antagonismo muy bien aprovechado por los tinterillos, sofistas, leguleyos, politiqueros, sociólogos y oportunistas.
Pasaron casi tres siglos de aquella revolución francesa, creadora de la izquierda y la derecha como denominativos políticos, y en ese lapso aparecieron los ideólogos, politólogos, pensadores circunstanciales, supuestos autodidactas e intelectuales de géneros diversos, que llenaron al mundo de corrientes ideológicas de todo tipo: marxismo, leninismo, maoísmo, trotskismo, comunismo, apropiándose así de la palabra IZQUIERDA como de un bien invaluable que lo justifica todo. Pero habrá que aclarar aquí que ser de izquierda no es lo mismo que ser izquierdista.
La Izquierda es un concepto preciso y se da, o tiene que darse, como una tendencia que propugna la igualdad social, en la que prima la voz del pueblo y en la que cada individuo o ciudadano si bien lucha por su interés lo hace dentro el marco del bien común, y donde el estado juega un papel importante al dar las directrices de las políticas del desarrollo humano.
El izquierdismo es algo muy diferente. Citemos a Lenin: “El Izquierdismo es un mal infantil de algunos partidos comunistas poco experimentados que tratan de imitar a los verdaderos revolucionarios sin una preparación suficiente, incurriendo en el subjetivismo, en confundir su propio entusiasmo con el ánimo de las masas, que son quienes deben llevar a cabo la revolución”.
¿Quién dio al izquierdismo el derecho de adueñarse de la Izquierda y hablar en nombre del pueblo? Nadie. El pueblo es la izquierda y, según el concepto de la revolución francesa, todos los que no creemos en el derecho divino que algunos afirman tener para gobernarnos somos de izquierda, mas no somos forzosamente comunistas, leninistas, marxistas, trotskistas ni mucho menos terroristas.
Es pues de suma importancia que quede claro que, quiénes son de DERECHA, son los defensores de un estado de tipo monárquico, es decir de un estado vertical, dictatorial, al servicio de un “rey”, “líder iluminado” o “caudillo” que, aduciendo a la elección divina o a otro artilugio fraudulento, argumenta un derecho a gobernar que obviamente no tiene.
Increíblemente aún hoy, en el siglo XXI, siglo de la globalización, hay países que van tomando el camino caudillista, pues aquellos que se hacen llamar izquierdistas, embriagados de poder, defienden paradójicamente un estado vertical, liderado por un hombre incuestionado e incuestionable, un estado supuestamente de izquierda pero donde, de forma sorprendente, la democracia se entumece para dar paso al gobierno infalible de un grupo que ha ocupado todas las esferas de decisión, tal cual sucedía en el estado monárquico francés anterior a 1785.
La torta se dio la vuelta y la democracia, en estado de coma, engendra en su propio seno las fuerzas que la llevan a su destrucción, dejando que el izquierdismo, antiguo defensor de la incuestionable soberanía del pueblo, la someta a la voluntad caprichosa de un partido.
Cabe preguntar… ¿en qué momento el izquierdismo monarquizante se adueña de un país?, ¿quién le da el derecho de representar sin tapujos a toda una nación?
¿A nombre de una revolución? ¿Cuál revolución? La única revolución realmente exitosa fue la de Francia en el año 1785, todas las otras revoluciones fracasaron. Dicho sea de paso, citemos a la Revolución Mexicana que, pese a tener poco impacto en la historia del mundo, se dio a causa de un gobernante, Porfirio Díaz, quien quiso perpetuarse en el poder después de haber anunciado que no iba a reelegirse. Hoy en día deberíamos despojarnos de nuestro chauvinismo para mirar hacia otras latitudes y tomar como ejemplo a otros países, más pequeños que el nuestro, como Holanda, Dinamarca y Suiza, para preguntarnos cómo, sin ser comunistas, construyeron la justicia social de la que gozan.
Finalmente, debo decir que nací siendo zurdo más no izquierdista y que tengo la esperanza de morir al lado de la Izquierda, de la verdadera Izquierda, como tal.
Escrito por Edman Pino Fasanando
Izquierda y derecha. Usamos con frecuencia estas dos palabras para dar referencia o indicar algún lugar o ubicación.
Pero la historia les ha dado un lugar prominente. En la vieja Europa, a fines del siglo XVIII, tuvo lugar la Revolución Francesa, cuyo legado de Libertad, Igualdad y Fraternidad perdura hasta hoy… Y, he ahí el detalle: dicha revolución provocó, involuntariamente, el nacimiento de la IZQUIERDA y la DERECHA como conceptos políticos, pues según dicen los historiadores los líderes de la revolución convocaron a una asamblea general en la que los plebeyos, que era mayoritarios, ocuparon al lado izquierdo de la testera del parlamento y, como es de suponer, los conservadores, aquellos que defendían los privilegios de la monarquía se sentaron a la derecha. Así pues, el pueblo abolicionista ubicado a la izquierda versus los defensores de un estado autocrático, situados a la derecha. De esa manera se dio inicio a la identificación de las tendencias políticas con las extremidades del cuerpo humano. Izquierda y derecha se encontraron obligadas a entrar en los contubernios políticos, siniestros y diestros se vieron envueltos en un antagonismo muy bien aprovechado por los tinterillos, sofistas, leguleyos, politiqueros, sociólogos y oportunistas.
Pasaron casi tres siglos de aquella revolución francesa, creadora de la izquierda y la derecha como denominativos políticos, y en ese lapso aparecieron los ideólogos, politólogos, pensadores circunstanciales, supuestos autodidactas e intelectuales de géneros diversos, que llenaron al mundo de corrientes ideológicas de todo tipo: marxismo, leninismo, maoísmo, trotskismo, comunismo, apropiándose así de la palabra IZQUIERDA como de un bien invaluable que lo justifica todo. Pero habrá que aclarar aquí que ser de izquierda no es lo mismo que ser izquierdista.
La Izquierda es un concepto preciso y se da, o tiene que darse, como una tendencia que propugna la igualdad social, en la que prima la voz del pueblo y en la que cada individuo o ciudadano si bien lucha por su interés lo hace dentro el marco del bien común, y donde el estado juega un papel importante al dar las directrices de las políticas del desarrollo humano.
El izquierdismo es algo muy diferente. Citemos a Lenin: “El Izquierdismo es un mal infantil de algunos partidos comunistas poco experimentados que tratan de imitar a los verdaderos revolucionarios sin una preparación suficiente, incurriendo en el subjetivismo, en confundir su propio entusiasmo con el ánimo de las masas, que son quienes deben llevar a cabo la revolución”.
¿Quién dio al izquierdismo el derecho de adueñarse de la Izquierda y hablar en nombre del pueblo? Nadie. El pueblo es la izquierda y, según el concepto de la revolución francesa, todos los que no creemos en el derecho divino que algunos afirman tener para gobernarnos somos de izquierda, mas no somos forzosamente comunistas, leninistas, marxistas, trotskistas ni mucho menos terroristas.
Es pues de suma importancia que quede claro que, quiénes son de DERECHA, son los defensores de un estado de tipo monárquico, es decir de un estado vertical, dictatorial, al servicio de un “rey”, “líder iluminado” o “caudillo” que, aduciendo a la elección divina o a otro artilugio fraudulento, argumenta un derecho a gobernar que obviamente no tiene.
Increíblemente aún hoy, en el siglo XXI, siglo de la globalización, hay países que van tomando el camino caudillista, pues aquellos que se hacen llamar izquierdistas, embriagados de poder, defienden paradójicamente un estado vertical, liderado por un hombre incuestionado e incuestionable, un estado supuestamente de izquierda pero donde, de forma sorprendente, la democracia se entumece para dar paso al gobierno infalible de un grupo que ha ocupado todas las esferas de decisión, tal cual sucedía en el estado monárquico francés anterior a 1785.
La torta se dio la vuelta y la democracia, en estado de coma, engendra en su propio seno las fuerzas que la llevan a su destrucción, dejando que el izquierdismo, antiguo defensor de la incuestionable soberanía del pueblo, la someta a la voluntad caprichosa de un partido.
Cabe preguntar… ¿en qué momento el izquierdismo monarquizante se adueña de un país?, ¿quién le da el derecho de representar sin tapujos a toda una nación?
¿A nombre de una revolución? ¿Cuál revolución? La única revolución realmente exitosa fue la de Francia en el año 1785, todas las otras revoluciones fracasaron. Dicho sea de paso, citemos a la Revolución Mexicana que, pese a tener poco impacto en la historia del mundo, se dio a causa de un gobernante, Porfirio Díaz, quien quiso perpetuarse en el poder después de haber anunciado que no iba a reelegirse. Hoy en día deberíamos despojarnos de nuestro chauvinismo para mirar hacia otras latitudes y tomar como ejemplo a otros países, más pequeños que el nuestro, como Holanda, Dinamarca y Suiza, para preguntarnos cómo, sin ser comunistas, construyeron la justicia social de la que gozan.
Finalmente, debo decir que nací siendo zurdo más no izquierdista y que tengo la esperanza de morir al lado de la Izquierda, de la verdadera Izquierda, como tal.
Escrito por Edman Pino Fasanando