Eva Copa, la primera "renovadora"
Copa fue una de las jóvenes que lideró el retorno del MAS al poder desde un puesto institucional pero que después fue marginada y desautorizada



La marginación de Eva Copa en el Movimiento Al Socialismo (MAS) tuvo un punto misógino que ni las activistas feministas más alineadas al evismo han podido negar. Ni siquiera se le tuvo en cuenta a la hora de consultar por el candidato a la alcaldía de El Alto y aquello derivó en lo que derivó: un resultado ridículo para un partido que lleva 17 años encumbrando al municipio alteño como ícono del proceso de cambio solo comparable al anterior, en el que la candidata de Samuel Doria Medina, Soledad Chapetón, también se impuso solventemente al candidato de las grandes roscas.
Es posible que nadie aprendiera nada de lo de 2015, pero la proscripción de Copa se debió a otro asunto mucho más personal y vinculado al relato que unos y otros dentro del MAS tratan de colocar.
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El tiempo pasa rápido, pero pocos se olvidan que Eva Copa fue la primera en desoír las instrucciones de Evo Morales y desafiarlo públicamente cuando señaló que no hablaban y que no recibía instrucciones del expresidente en el exilio luego de haber asumido la presidencia del Senado y de la Asamblea Plurinacional en ausencia de vicepresidente en la gestión de Jeanine Áñez. Aquella indolencia desató la furia.
Nunca estuvo claro qué pretendió Evo Morales cuando dio la instrucción de renunciar a los curules, situación que fue rechazada por la mayoría en la segunda ronda de contactos según explicó él mismo al diario que cobija este suplemento. Tampoco quien filtró las renuncias de algunos antes de consolidar el bloque. En cualquier caso, Eva Copa fue señalada como una de las operadoras de la otra estrategia.
Copa, aupada al curul desde la Universidad Politécnica de El Alto y con todos los estereotipos de clase simbolizados en su persona y su trayectoria, se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en el principal referente institucional del MAS en el país, del MAS que se alistaba a coordinar la resistencia desde dentro, del que no tenía recursos para huir ni motivos para refugiarse en una embajada y que por ende, solo le quedaba recuperar el poder por la vía más rápida que desde luego no era la guerra civil, sino las elecciones.
Cuentan desde dentro que a muchos les temblaron las piernas y que dudaron de su propia capacidad de conseguir una victoria electoral, en cualquier caso, para los que se quedaron solo les quedaba la opción de continuar, de controlar el nuevo gobierno sin entrar a valorar si era más o menos golpista y de mantener los equilibrios institucionales haciendo política para llegar a unas elecciones.
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Así, Eva Copa fue clave para lograr los principales acuerdos: prórroga de mandatos, elección de nuevo TSE, convocatoria electoral. Hoy quienes más le temen suelen decir que “pactó con los golpistas” y acompañan una foto en la que es rodeada por el brazo de Arturo Murillo pero no está claro qué hubiera sucedido en un escenario de confrontación con las ganas que había de declarar un estado de sitio al estilo del Perú a día de hoy.
Quienes la defienden recuerdan que en ese momento no había nadie a quien escuchar, no había tiempo para congresos ni reuniones y se hizo lo que se pudo: la fecha de elecciones se fijó el 3 de mayo y a todos les entró el miedo.
Si las elecciones se hubieran celebrado el 3 de mayo, con el MAS todavía tocado por todo el proceso electoral, con una economía estable y con la población asumiendo que sí podía haber un gobierno que no fuera del MAS, el resultado tal vez hubiera sido diferente, pero la codicia opositora multiplicando frentes primero y, sobre todo, la pandemia después, que aplazó la cita electoral y alargó el mandato de Áñez aflorando todas sus miserias garantizó una abrumadora votación para Luis Arce, constando que Copa tenía razón, pero para entonces ya le habían bajado el pulgar.
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Copa se desligó del viejo gabinete y fue tomando decisiones de acuerdo a su limitado equipo. También tuvo un bochornoso momento, recordando a su antecesora, Adriana Salvatierra, los problemas de su padre con las compras de tractores, todo a cuenta de unas presiones para mantener o no a un Oficial Mayor, curiosamente – o no tanto – el hoy ministro de Gobierno Eduardo del Castillo del Carpio.
El acto en Chimoré en el que fue recibido Morales después del exilio, al que puso fin al otro día de que Arce fuera posesionado presidente el 8 de noviembre fue el último en el que Copa coincidió con la alta jerarquía del MAS. Apenas le dieron un espacio. Para entonces ya estaba decidido tanto que el MAS no la llevaría de candidata como que ella abandonaría el MAS si no le dejaban ser candidata. Las encuestas le daban la victoria con más del 60%, más o menos lo que efectivamente sucedió meses después.
Haberse apartado antes de la escisión entre evistas y arcistas y de la forma en que se consumó le convierte en la primera de las renovadoras y le permite, sobre todo, hablar alto y claro. En las últimas semanas se ha dejado ver muy cerca de Luis Arce, de David Choquehuanca e incluso del mismo Eduardo del Castillo después de todo. Su perfil sigue cotizando al alza en todo el país pese a la intensa campaña en su contra, sobre todo entre las votantes mujeres, por ser símbolo de resistencia y si, efectivamente, aparece en todos los paneles prospectivos como futura acompañante de fórmula de Luis Arce… Pero la prospección es solo eso.