Mediterráneo: Dividir, vencer y el ego de las redes
Este texto forma parte del boletín Mediterráneo que conecta la actualidad internacional con la nacional firmada por el director Jesús Cantín y que se distribuye los viernes en el correo electrónico. Si quieres recibirlo, suscríbete al pie de la página.
Gracias por leernos, sobre todo en estos días en los que Mailchimp sigue enojado y el sistema financiero boliviano incapaz de disponer un montante ridículo de dólares para que paguemos el servicio a tiempo. En octubre habremos cambiado de proveedor, pero hoy de nuevo les escribo desde mi correo personal que pongo a su disposición.
¡Saludos!
Había pensado en escribir esta introducción a este boletín Mediterráneo sobre esta hora de la verdad que parece atraviesa el Movimiento Al Socialismo, con la marcha a la desesperada lanzada por Evo Morales ahora que el calendario apura, y con la reacción difusa del gobierno que trata de restarle notoriedad al tiempo que invierte esfuerzos en desacreditarla y hacerla descarriar.
Había pensado en picotear unos cuantos antecedentes de sobre cantidad de sucesiones tumultuosas que se han dado en el entorno y en general en todo el mundo, de los que es difícil sacar un parámetro o una lección de uso común. La caracterización de cada contexto es clave y en Bolivia nos ocupa el de un gobierno que gobernó sobre las calmadas aguas macroeconómicas con un liderazgo fuerte y todo un relato de reivindicación histórica que naufragó al final cuando faltaron resultados concretos, pero al que la caída traumática le dio otra oportunidad. El más reciente es el caso de la Argentina, donde el breve periodo de Macri le dio una nueva chance a Alberto Fernández. Su gestión y la coyuntura internacional permitió que un monstruo de siete cabezas que se hizo famoso por su histrionismo en televisión se convierta en presidente con una amplia mayoría en segunda vuelta.
El MAS recuperó el poder en apenas 11 meses gracias a la pandemia, pero también a los afanes autoritarios de un gobierno que nadie eligió y que no tenía legitimidad para hacer nada de lo que pretendió. Fue tan breve que ni siquiera se le puede culpar del desastre económico nacional al que han empujado dos causas: el fin del negocio del gas y el incremento de las tasas de interés en todo el mundo. Ambas han hecho desaparecer el dólar y con él, la credibilidad de un gobierno que fue hostigado desde el primer momento.
Maduro no es ni de lejos Hugo Chávez, pero a los burócratas no les quedó otra que plegarse a los nuevos tiempos; a Putin, que lleva gobernando desde los 90, si le funcionó el títere Medvedev que necesitó mientras acomodaba la Constitución a sus deseos; en países donde la reelección es inconstitucional, la pelea se centra en el control del partido; en Estados Unidos Trump hace ya una década que, sin ser orgánico, es el omnipotente líder del Partido Republicano y en Ecuador la palabra de Correa sigue siendo la directriz de la “revolución ciudadana”, pero por el contrario hay otras sucesiones que se manejan mejor, como la del Frente Amplio en Uruguay o la de AMLO en México (aunque aún está por ver), donde el paso al costado es real y desde la periferia, los ex líderes optan por aportar.
No hay manual para una sucesión adecuada y tranquila, ni se puede sentenciar que todo partido con un liderazgo fuerte necesita de un periodo de barbecho y un buen chaqueo para volver al poder renovado.
Mientras pensaba en todo esto me han ido apareciendo una serie de notas sobre economía, ahora que vuelven a bajar los tipos de interés (en algún momento volverá el dólar por ahí a Bolivia) y se hacen análisis sobre el inminente fin de la guerra en Ucrania, donde Putin aparece como vencedor (Ucrania no está ni en la OTAN ni en la UE ni se espera que lo esté) y ha logrado darle un vuelco al mercado energético, a la influencia en África y al comercio de granos.
Estos cuatro años de incertidumbre inflacionaria y abandono de los países emergentes, desde la pandemia en adelante, han fortalecido sobre todo a los BRICS, los gigantes demográficos y económicos (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, al que ya se han unido otros países formalmente) que aspiran como mínimo, a ser alternativa al dólar, y eso son palabras mayores para occidente, que ya ha citado a Rusia como enemigo en sus documentos estratégicos y a China como amenaza.
Entre todas esas notas van apareciendo también las que describen con más detalle los roces entre esas nuevas potencias, que además tienden al caudillismo personal no exento de ego con la tríada Modi, Xi Jinping y Putin en el podio.
Y entonces me he acordado también de esta pelea local. Esto del divide y vencerás es más viejo que la tos, pero el endiosamiento de las redes y los círculos cerrados resulta tóxico.
Democracias y otros golpes
La brújula uruguaya: En un mes serán las elecciones en Uruguay, el último baile de Pepe Mújica, el primero con la influencia libertaria de Javier Milei al otro lado del río, uno en el que la democracia más asentada y desarrollada de Sudamérica se juega el paso siguiente. La izquierda, aún representada en el Frente Amplio, vuelve a tener opciones; la derecha de Lacalle Pou y sus aliados también, con una suerte de agenda más radical y recargada que el propio presidente, pero sin llegar a los histrionismos del otro lado. de hecho, Cabildo Abierto, del exgeneral Manini Ríos, que representó la posición rupturista hace cinco años ha caído en los sondeos.
Uruguay resulta clave en el escenario sudamericano no solo por la cuestión numérica del equilibrio entre progresistas/populistas – Lula, Petro, Arce, Boric – frente a los liberal/conservadores – Milei, Peña, Noboa, Lacalle – y los incatalogables Maduro y Boluarte, sino porque marca el norte sobre la estabilidad institucional y el desarrollo económico y social que para otros sigue pareciendo inalcanzable.
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Trump y “Ke-Mala”: La campaña norteamericana está más Hollywoodiense que nunca. Una métrica casi perfecta para no perder el ritmo, finales agónicos, atentados de película o intentos un tanto burdos (¿un tirador agazapado horas entre arbustos de un club de golf?), renuncias in extremis, actores de segunda línea que se convierten en principales por una frase mítica y afinamientos de perfil a velocidad endiablada. Todo muy televisivo, aunque donde el supuesto rockstar del primetime parece estar perdiendo, algo que ha llevado a algunos a sondear incluso otros escenarios.
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Hay sin embargo algunos otros asuntos a fondo que ponderar. Trump ha gobernado y todos sabemos más o menos a que nos atendríamos: rendición incondicional de Ucrania ante su amigo Putin, aplastamiento de Gaza, guerra proteccionista con China y olvido intencional con Sudamérica. Lo de Harris es otra historia… pero no tanto
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Les dejo aquí el hilo de Kiko Llaneras que permite analizar más o menos cómo va la encuesta.
El agotamiento de Venezuela: Cuanto más se acerca la elección de Estados Unidos más se disipa la elección en Venezuela, que solo ha venido a confirmar relatos a cada cual. Unos y otros sabían lo que había que hacer, pero a la oposición le ha faltado fondo y, sobre todo, capacidad de presión internacional, pues Maduro hace tiempo que salió de esas esferas.
El dogmatismo de los aspirantes ha llevado a desdeñar incluso la cobertura brindada por Lula y Petro, que ponían en cuestión los resultados. La aceleración exigiendo reconocimientos y finalmente, la huida del candidato a España, ha metido la estrategia en un callejón al que Maduro le aplicará hielo. Cara de cartón. Ya se ha visto en peores y hoy por hoy, el petróleo sigue al alza.
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Guerras y otras catástrofes
La bomba: Israel ha metido un explosivo en cada uno de los 5.000 buscas – un aparato de localización que las nuevas generaciones miran con extrañeza pero que revolucionó todo en los 80 – y walkie talkies de una de las guerrillas mejor preparadas – chiíes pro iraníes – de su entorno. Tal vez su enemigo más incisivo. Las hicieron estallar todas a la vez en el momento en el que se les ocurrió. Cientos de víctimas, 32 mortales. No todos eran guerrilleros/terroristas sino también personal civil como médicos y otros que participan de la organización que no solo hace lucha armada, sino también atención social.
Nadie explica aún muy bien cómo, obvio, pero de una u otra forma el Mosad logró interceptar el pedido e introducir un explosivo no detectable para quienes recibieron el material que no es digital ni depende de internet.
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No podemos ni imaginar lo que hacen con los celulares.
La retórica posterior al ataque sigue siendo la misma: belicismo, revancha y venganza, pero lo cierto es que Irán lleva semanas contemporizando ante varios ataques. Quién sabe qué acabará significando eso.
Los recomendados
Entre los recomendados de este viernes
- Este análisis de La Jornada sobre la Reforma Judicial ya promulgada por López Obrador antes de la sucesión y que viene a ser la concentración de su legado, y que tiene muy enojados a muchos: AMLO y Sheinbaum firman el decreto de la reforma judicial
- De Anfibia (ya sé que son los más críticos) este ensayo largo sobre El Mundo del Trabajo en la era Milei: ¿Y si sale mal?, que evidencia la celeridad que se ha dado a la liberalización del sector laboral antes que otras reformas, ahora que se empieza con la privatización de empresas.
- De La Silla Vacía la historia de un fracaso: El ELN entierra la opción de negociar lo que siempre pidió para hacer la paz
- De El Faro les dejo su editorial, que describe a la perfección como está mutando el gobierno de Nayib Bukele luego de su reelección y el éxito de su “régimen de excepción” y que es un clásico en el oficio: La agenda: espiar a periodistas y proteger a corruptos
Gracias de nuevo por leernos. Creo que hoy ha estado largo. Si quieres seguir apoyando el periodismo independiente suscríbete (en bolivianos) en www.elpais.bo/suscripcion
¡Feliz fin de semana!