Discusión: Neoliberalismo necesita crisis para imponerse
Este mes de septiembre se cumplen 10 años de la bancarrota de Lehman Brothers, relacionada a una de las crisis económicas internacionales más grandes desde la Gran Depresión de los años 30. Al respecto, expertos ven que la crisis no es una disfuncionalidad del sistema, sino una necesidad...



Este mes de septiembre se cumplen 10 años de la bancarrota de Lehman Brothers, relacionada a una de las crisis económicas internacionales más grandes desde la Gran Depresión de los años 30. Al respecto, expertos ven que la crisis no es una disfuncionalidad del sistema, sino una necesidad política de éste para “disciplinar a la sociedad y encajarla en el interior de las coordenadas neoliberales”.
Así lo considera el economista ecuatoriano Pablo Dávalos, quien afirma además que la crisis económica “desencadena las condiciones de posibilidad para la imposición radical de las transformaciones neoliberales”.
En efecto, dice Dávalos, “habría sido muy difícil que las políticas de ajuste y estabilización macroeconómica, o su correlato en las políticas de austeridad fiscal, que se impusieron y se imponen a rajatabla en varios países de América Latina, África y Europa, tengan el consenso social necesario sin un requisito previo de crisis económica”.
Si el ecuatoriano ve a la crisis como una llave para implementar medidas neoliberales, el reconocido economista marxista británico, Michael Roberts, ve que tanto la crisis como la aparente recuperación que experimenta actualmente EEUU sólo benefician a las grandes corporaciones.
“Finalmente, después de diez años, la economía de EEUU se ha recuperado parcialmente en 2017-18 (aunque sólo sea desde la semi recesión de 2015-16), con un crecimiento real del PIB de casi un 3% anual, mientras que la tasa oficial de desempleo está en un mínimo histórico, y con las ganancias de las empresas disparadas gracias a los recortes fiscales de Trump, lo que ha permitido una moderada recuperación de la inversión empresarial. Pero esto no va a durar”, afirma Roberts.
Según el marxista británico, las razones de la actual recuperación estadounidense serán también las razones de su próxima caída: no sólo el aumento de los beneficios corporativos como resultado no sólo de los recortes de impuestos, sino también la reducción o congelamiento de los salarios reales mediante leyes antisindicales.
Recuperación para unos, crisis para otros
Alan Krueger, un economista de Princeton, explica que por lo general en los booms ‘’los salarios aumentan a medida que el mercado laboral se tensa. Pero no esta vez. Los beneficios corporativos se han incrementado, pero no los salarios”.
Krueger afirma que una de las causas de ello ha sido la destrucción del poder de los sindicatos. Según sus datos, una cuarta parte de la fuerza de trabajo pertenecía a los sindicatos en 1980. Entonces la desigualdad de ingresos en EEUU estaba en su punto más bajo. Hoy en día, la afiliación sindical en EEUU se ha reducido al 10,7%, y si se excluye a los sindicatos del sector público, es solo un 6,5%.
A esto se suma lo que Roberts y otros llaman el aumento de la concentración y centralización del capital en manos de unas pocas mega corporaciones, como Facebook, Amazon, Netflix, Google, Microsoft, etc. Eso que les permite controlar sus mercados, mantener fuera a sus rivales y llevarse todos los beneficios.
“Así que tenemos sindicatos débiles, por un lado, y monopolios de compradores de fuerza de trabajo -‘monopsonios’- en el mercado laboral y fuertes empresas ‘monopolistas’ en los mercados de materias primas, por otro. Esta es una receta perfecta para obtener grandes beneficios y enormes tasas de plusvalía por parte de los ‘ganadores’ en la competencia capitalista”, afirma Roberts.
Por estas razones, el marxista británico considera que las “soluciones” de tipo keynesiano “están muy lejos de lo que sería necesario” para detener futuras crisis financieras.
“¿Por qué dividir los bancos en lugar de someterlos a control y propiedad pública? ¿Por qué gravar solo a la inversión especulativa en lugar de acabar con ella y transformar los bancos en un servicio público al igual que otros servicios esenciales? Tales medidas políticas alternativas (de la ‘narrativa marxista’) son, evidentemente, ‘demasiado progresistas’ para los gustos keynesianos”.
Las medidas keynesianas “pueden ayudar a revertir un poco las tendencias al aumento de la desigualdad y del poder monopolista, pero no impedirán otra crisis y recesión”, sentencia.
El sistema de la crisis
permanente
Por su parte, Dávalos enfatiza que las crisis económicas, aunque aparezcan como fenómenos económicos, son en realidad dispositivos políticos: “Sin las crisis económicas, las sociedades tienen posibilidades de defenderse y el neoliberalismo tendría pocas oportunidades de aplicarse. Por ello el neoliberalismo se constituye en la teoría y en la praxis de la crisis permanente”.
En efecto, todo el discurso del neoliberalismo está inscrito desde las coordenadas de la crisis: austeridad, ajuste, políticas de estabilización, desregulación, privatización, apertura, competitividad, superávit fiscal, etc.
“Fuera de este marco teórico que tiene como referencia a la crisis, son conceptos y nociones con pocas posibilidades teóricas y prácticas”, advierte el economista ecuatoriano, y nota que gracias a la crisis económica, se puede flexibilizar el trabajo sin la resistencia activa de los sindicatos, radicalizar la austeridad sin movilización social que la cuestione.
“Se puede eliminar cualquier traba jurídica, social, política o institucional que obstaculice a las corporaciones transnacionales. Se puede también devaluar la moneda, eliminar subsidios sociales, restringir el acceso al empleo público, desmantelar el proteccionismo, en fin, todas las políticas que forman parte de la austeridad”, sentencia.
Así lo considera el economista ecuatoriano Pablo Dávalos, quien afirma además que la crisis económica “desencadena las condiciones de posibilidad para la imposición radical de las transformaciones neoliberales”.
En efecto, dice Dávalos, “habría sido muy difícil que las políticas de ajuste y estabilización macroeconómica, o su correlato en las políticas de austeridad fiscal, que se impusieron y se imponen a rajatabla en varios países de América Latina, África y Europa, tengan el consenso social necesario sin un requisito previo de crisis económica”.
Si el ecuatoriano ve a la crisis como una llave para implementar medidas neoliberales, el reconocido economista marxista británico, Michael Roberts, ve que tanto la crisis como la aparente recuperación que experimenta actualmente EEUU sólo benefician a las grandes corporaciones.
“Finalmente, después de diez años, la economía de EEUU se ha recuperado parcialmente en 2017-18 (aunque sólo sea desde la semi recesión de 2015-16), con un crecimiento real del PIB de casi un 3% anual, mientras que la tasa oficial de desempleo está en un mínimo histórico, y con las ganancias de las empresas disparadas gracias a los recortes fiscales de Trump, lo que ha permitido una moderada recuperación de la inversión empresarial. Pero esto no va a durar”, afirma Roberts.
Según el marxista británico, las razones de la actual recuperación estadounidense serán también las razones de su próxima caída: no sólo el aumento de los beneficios corporativos como resultado no sólo de los recortes de impuestos, sino también la reducción o congelamiento de los salarios reales mediante leyes antisindicales.
Recuperación para unos, crisis para otros
Alan Krueger, un economista de Princeton, explica que por lo general en los booms ‘’los salarios aumentan a medida que el mercado laboral se tensa. Pero no esta vez. Los beneficios corporativos se han incrementado, pero no los salarios”.
Krueger afirma que una de las causas de ello ha sido la destrucción del poder de los sindicatos. Según sus datos, una cuarta parte de la fuerza de trabajo pertenecía a los sindicatos en 1980. Entonces la desigualdad de ingresos en EEUU estaba en su punto más bajo. Hoy en día, la afiliación sindical en EEUU se ha reducido al 10,7%, y si se excluye a los sindicatos del sector público, es solo un 6,5%.
A esto se suma lo que Roberts y otros llaman el aumento de la concentración y centralización del capital en manos de unas pocas mega corporaciones, como Facebook, Amazon, Netflix, Google, Microsoft, etc. Eso que les permite controlar sus mercados, mantener fuera a sus rivales y llevarse todos los beneficios.
“Así que tenemos sindicatos débiles, por un lado, y monopolios de compradores de fuerza de trabajo -‘monopsonios’- en el mercado laboral y fuertes empresas ‘monopolistas’ en los mercados de materias primas, por otro. Esta es una receta perfecta para obtener grandes beneficios y enormes tasas de plusvalía por parte de los ‘ganadores’ en la competencia capitalista”, afirma Roberts.
Por estas razones, el marxista británico considera que las “soluciones” de tipo keynesiano “están muy lejos de lo que sería necesario” para detener futuras crisis financieras.
“¿Por qué dividir los bancos en lugar de someterlos a control y propiedad pública? ¿Por qué gravar solo a la inversión especulativa en lugar de acabar con ella y transformar los bancos en un servicio público al igual que otros servicios esenciales? Tales medidas políticas alternativas (de la ‘narrativa marxista’) son, evidentemente, ‘demasiado progresistas’ para los gustos keynesianos”.
Las medidas keynesianas “pueden ayudar a revertir un poco las tendencias al aumento de la desigualdad y del poder monopolista, pero no impedirán otra crisis y recesión”, sentencia.
El sistema de la crisis
permanente
Por su parte, Dávalos enfatiza que las crisis económicas, aunque aparezcan como fenómenos económicos, son en realidad dispositivos políticos: “Sin las crisis económicas, las sociedades tienen posibilidades de defenderse y el neoliberalismo tendría pocas oportunidades de aplicarse. Por ello el neoliberalismo se constituye en la teoría y en la praxis de la crisis permanente”.
En efecto, todo el discurso del neoliberalismo está inscrito desde las coordenadas de la crisis: austeridad, ajuste, políticas de estabilización, desregulación, privatización, apertura, competitividad, superávit fiscal, etc.
“Fuera de este marco teórico que tiene como referencia a la crisis, son conceptos y nociones con pocas posibilidades teóricas y prácticas”, advierte el economista ecuatoriano, y nota que gracias a la crisis económica, se puede flexibilizar el trabajo sin la resistencia activa de los sindicatos, radicalizar la austeridad sin movilización social que la cuestione.
“Se puede eliminar cualquier traba jurídica, social, política o institucional que obstaculice a las corporaciones transnacionales. Se puede también devaluar la moneda, eliminar subsidios sociales, restringir el acceso al empleo público, desmantelar el proteccionismo, en fin, todas las políticas que forman parte de la austeridad”, sentencia.