Bancos: Miles de millones sin generar impacto en el empleo
El economista e investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Federico Kucher, advierte que la riqueza de los bancos en América Latina sigue en aumento a pesar de las carencias de su servicio: “En la última década, las entidades duplicaron la cantidad de...



El economista e investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Federico Kucher, advierte que la riqueza de los bancos en América Latina sigue en aumento a pesar de las carencias de su servicio: “En la última década, las entidades duplicaron la cantidad de tarjetas de crédito y débito en circulación pero no avanzaron al mismo ritmo en la apertura de nuevas sucursales o en la incorporación de puestos de trabajo”.
Según los datos publicados por el experto, el patrimonio total de la banca en Latinoamérica alcanzó los 378 mil millones de dólares en 2017, cifra que es un 6,2% más elevada respecto del 2016, cuando la banca acumulaba una fortuna de 355 mil millones de dólares, y un 7,4% mayor en relación con 2015, cuando el monto era de 352 mil millones.
Una de las contracaras de estas abultadas cifras es la de la inclusión financiera, o sea la cantidad de individuos con cuenta bancaria tradicional. Kucher encontró que el 50% de la población adulta continúa sin tener acceso al sistema, y afirma que la banca “no tiene interés en incorporar a los individuos de menores recursos y con elevado riesgo crediticio”.
Pero el patrimonio de los bancos no es el único dato revelador de su excepcional situación. El volumen de los activos bancarios (sin descontar el pasivo de las entidades) alcanzó en 2017 cerca de 4 billones de dólares (millones de millones).
Asimismo, las utilidades netas (ganancias) acumuladas cada año por el conjunto del sistema financiero son estratosféricas. En 2017, la cifra fue de 51 mil millones de dólares, un 10,8% mayor que el año 2016.
La investigación de Kucher detalla que fueron cinco países los que concentraron el año pasado el 90% de estas ganancias netas: Brasil (29 mil millones de dólares), México (7 mil millones), Argentina (5 mil millones), Chile (4 mil millones) y Colombia (3 mil millones). Obviamente, estas cifras guardan relación con el tamaño de dichas economías y sus sistemas financieros.
Sin embargo, no es despreciable que en Bolivia los bancos privados hayan acuñado, entre 2016 y 2017, una ganancia neta de más de 602 millones de dólares.
Tarjetas de crédito y débito, un gran negocio
El CELAG realizó la estimación de las ganancias a nivel regional que generan las tarjetas de crédito y débito en base a datos de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban). Según dicha fuente, existen cerca de 892 millones de tarjetas emitidas en la región, de las cuales unas 604 millones son de débito y otras 288 millones de crédito. Solo en Brasil, la economía de mayor peso de la región, circulan unas 340 millones de tarjetas de débito y otras 173 millones de crédito.
Un dato complementario a este es el monto de las operaciones realizadas con estas tarjetas. En promedio, cada tarjeta de débito de la región registra transacciones por 733 dólares al año, en tanto que cada tarjeta de crédito registra 1.149 dólares, según datos de Felaban. Esto implica que, al año, el negocio de las tarjetas mueve pagos totales por 774 mil millones de dólares.
Kucher explica que en un escenario moderado, la banca se embolsa en torno al 1% de este volumen de transacciones a través de distintos mecanismos, por ejemplo, comisiones directas sobre las transacciones negociadas con los procesadores de pagos, cobro por emisión y renovación de los plásticos, costo de resumen de cuentas, entre otros.
“El resultado es que el negocio de las tarjetas de crédito genera más de 7 mil millones de dólares al año para la banca regional, una cifra cercana al 15% de las utilidades netas del sector”, agrega.
Poca inversión, pocos empleos
El investigador del CELAG advierte que el sistema financiero “incrementó en forma notable sus negocios en los últimos años pero no acompañó estos beneficios con inversiones de peso ni generación de puestos de trabajo”.
A lo largo de 2016 se registraron 385 empleos en los bancos por cada 100 mil habitantes latinoamericanos adultos, en términos agregados. Ello equivale a 1.450.000 personas trabajando en el sistema financiero en 2016, que implica una caída del 0,8% del empleo respecto del 2015.
Todavía no se tienen datos disponibles para 2017, pero Kucher señala que entre los documentos de investigación sectorial elaborados por los propios bancos, éstos “ya se defienden por la caída de los puestos de trabajo asegurando que la tendencia global en todas las actividades es que la tecnología reemplace a las tareas manuales”.
El experto califica a estos análisis como “poco relevantes” cuando se tiene en cuenta que los bancos en Latinoamérica siguen sin alcanzar con cuentas bancarias a más de la mitad de la población. “¿Cómo puede ser que la banca no genere nuevo empleo si todavía le falta la mitad de su trabajo por hacer?”, cuestiona.
El monopolio de la banca
Y es que la banca no necesita generar nuevo empleo ni incluir a sectores vulnerables porque ya le va muy bien con su forma actual de hacer las cosas.
Para Kucher, los Estados “deberían potenciar el compromiso para revertir esta situación y conseguir que la banca reinvierta parte de sus beneficios extraordinarios para atender las necesidades de los segmentos de menores recursos”.
En un contexto de acelerada innovación tecnológica, ya no hay excusas para que el conjunto de la población tenga la posibilidad de hacer pagos digitales, refinanciar sus créditos con tasas de mercado (y no con los costos de usura de las financieras) y acceder a nuevos canales de ahorro. “El monopolio de la banca no debería limitar su masificación”, puntualiza.
Según los datos publicados por el experto, el patrimonio total de la banca en Latinoamérica alcanzó los 378 mil millones de dólares en 2017, cifra que es un 6,2% más elevada respecto del 2016, cuando la banca acumulaba una fortuna de 355 mil millones de dólares, y un 7,4% mayor en relación con 2015, cuando el monto era de 352 mil millones.
Una de las contracaras de estas abultadas cifras es la de la inclusión financiera, o sea la cantidad de individuos con cuenta bancaria tradicional. Kucher encontró que el 50% de la población adulta continúa sin tener acceso al sistema, y afirma que la banca “no tiene interés en incorporar a los individuos de menores recursos y con elevado riesgo crediticio”.
Pero el patrimonio de los bancos no es el único dato revelador de su excepcional situación. El volumen de los activos bancarios (sin descontar el pasivo de las entidades) alcanzó en 2017 cerca de 4 billones de dólares (millones de millones).
Asimismo, las utilidades netas (ganancias) acumuladas cada año por el conjunto del sistema financiero son estratosféricas. En 2017, la cifra fue de 51 mil millones de dólares, un 10,8% mayor que el año 2016.
La investigación de Kucher detalla que fueron cinco países los que concentraron el año pasado el 90% de estas ganancias netas: Brasil (29 mil millones de dólares), México (7 mil millones), Argentina (5 mil millones), Chile (4 mil millones) y Colombia (3 mil millones). Obviamente, estas cifras guardan relación con el tamaño de dichas economías y sus sistemas financieros.
Sin embargo, no es despreciable que en Bolivia los bancos privados hayan acuñado, entre 2016 y 2017, una ganancia neta de más de 602 millones de dólares.
Tarjetas de crédito y débito, un gran negocio
El CELAG realizó la estimación de las ganancias a nivel regional que generan las tarjetas de crédito y débito en base a datos de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban). Según dicha fuente, existen cerca de 892 millones de tarjetas emitidas en la región, de las cuales unas 604 millones son de débito y otras 288 millones de crédito. Solo en Brasil, la economía de mayor peso de la región, circulan unas 340 millones de tarjetas de débito y otras 173 millones de crédito.
Un dato complementario a este es el monto de las operaciones realizadas con estas tarjetas. En promedio, cada tarjeta de débito de la región registra transacciones por 733 dólares al año, en tanto que cada tarjeta de crédito registra 1.149 dólares, según datos de Felaban. Esto implica que, al año, el negocio de las tarjetas mueve pagos totales por 774 mil millones de dólares.
Kucher explica que en un escenario moderado, la banca se embolsa en torno al 1% de este volumen de transacciones a través de distintos mecanismos, por ejemplo, comisiones directas sobre las transacciones negociadas con los procesadores de pagos, cobro por emisión y renovación de los plásticos, costo de resumen de cuentas, entre otros.
“El resultado es que el negocio de las tarjetas de crédito genera más de 7 mil millones de dólares al año para la banca regional, una cifra cercana al 15% de las utilidades netas del sector”, agrega.
Poca inversión, pocos empleos
El investigador del CELAG advierte que el sistema financiero “incrementó en forma notable sus negocios en los últimos años pero no acompañó estos beneficios con inversiones de peso ni generación de puestos de trabajo”.
A lo largo de 2016 se registraron 385 empleos en los bancos por cada 100 mil habitantes latinoamericanos adultos, en términos agregados. Ello equivale a 1.450.000 personas trabajando en el sistema financiero en 2016, que implica una caída del 0,8% del empleo respecto del 2015.
Todavía no se tienen datos disponibles para 2017, pero Kucher señala que entre los documentos de investigación sectorial elaborados por los propios bancos, éstos “ya se defienden por la caída de los puestos de trabajo asegurando que la tendencia global en todas las actividades es que la tecnología reemplace a las tareas manuales”.
El experto califica a estos análisis como “poco relevantes” cuando se tiene en cuenta que los bancos en Latinoamérica siguen sin alcanzar con cuentas bancarias a más de la mitad de la población. “¿Cómo puede ser que la banca no genere nuevo empleo si todavía le falta la mitad de su trabajo por hacer?”, cuestiona.
El monopolio de la banca
Y es que la banca no necesita generar nuevo empleo ni incluir a sectores vulnerables porque ya le va muy bien con su forma actual de hacer las cosas.
Para Kucher, los Estados “deberían potenciar el compromiso para revertir esta situación y conseguir que la banca reinvierta parte de sus beneficios extraordinarios para atender las necesidades de los segmentos de menores recursos”.
En un contexto de acelerada innovación tecnológica, ya no hay excusas para que el conjunto de la población tenga la posibilidad de hacer pagos digitales, refinanciar sus créditos con tasas de mercado (y no con los costos de usura de las financieras) y acceder a nuevos canales de ahorro. “El monopolio de la banca no debería limitar su masificación”, puntualiza.