Bolivia y Brasil apuran diálogo por un nuevo contrato de gas
Con discreción se llevó adelante este jueves la quinta reunión del Comité Técnico Binacional Bolivia – Brasil un mecanismo puesto en marcha para compartir inquietudes sobre los proyectos hidrocarburíferos y la relación comercial en materia energética entre ambos países. En la reunión...



Con discreción se llevó adelante este jueves la quinta reunión del Comité Técnico Binacional Bolivia – Brasil un mecanismo puesto en marcha para compartir inquietudes sobre los proyectos hidrocarburíferos y la relación comercial en materia energética entre ambos países. En la reunión participaron esencialmente las empresas estatales de ambos países, YPFB y Petrobras.
De acuerdo a la nota de prensa, el trabajo se ha desarrollado en mesas técnicas en las que ambas delegaciones analizaron proyecciones sobre temas que están siendo considerados tanto por Bolivia como por Brasil tanto en el downstream, transporte de hidrocarburos, venta de Gas Licuado de Petróleo (GLP), Gas Natural Licuado (GNL), entre otros.
El tema esencial es el de la renovación del contrato de exportación de gas, que al momento no tiene avances.
Un momento delicado
La tensión entre los regímenes de Evo Morales y Michel Temer duró apenas unos meses luego de que el brasilero culminara su plan al obtener la presidencia descabezando a Dilma Rousseff con un juicio parlamentario. Morales, aliado histórico tanto de Lula da Silva como de su sucesora, escenificó la crítica y la condena, pero las reuniones en materia de hidrocarburos no se detuvieron.
En 2019 culmina el contrato de exportación de gas de Bolivia a Brasil. Un contrato que ha estado vigente desde 1999 y que actualmente permite exportar hasta 30,5 millones de metros cúbicos de gas al día, aunque en los últimos años apenas se han nominado 24 diarios, el mínimo que permite el contrato.
Ninguno de los operadores confirma que la decisión de Brasil de reducir a mínimos sus nominaciones tenga algo que ver con la política, aunque tampoco se descarta. Lo cierto es que Brasil, el país del continente más golpeado por la desaceleración mundial, ha cuidado sus divisas y ha empezado a utilizar otras fuentes energéticas en detrimento del gas boliviano. El megaproyecto de aguas profundas conocido como Presal ha sido uno de los que más ha sufrido con la caída de los precios del petróleo por los altos costos de producción en sus inicios, sin embargo ya provee al cinturón industrial paulista, el mismo destino que la mayoría del gas boliviano, de unos 12 millones de metros cúbicos de gas.
En las últimas reuniones se ha confirmado que Brasil no aspira a renovar el contrato en los mismos términos. Petrobras, la empresa estatal cada vez más capitalizada en Wall Street, no participará del proceso y se calcula que se puedan colocar unos 15 millones de metros cúbicos en contratos cortos e interrumpibles y con diferentes fórmulas de cálculo para los precios finales. Probablemente serán algo más elevados en precios pero sin la estabilidad de un contrato de larga duración.
A favor de YPFB está que el ducto ya está tendido y amortizado y que el precio por ese canal es más rentable que el de Gas Natural Licuado que llega por mar y requiere procesos. Sin embargo, Brasil ha apostado por la autosuficiencia energética también con el biodiesel y las energías limpias.
El Ministerio de Hidrocarburos y YPFB han avanzado algunos contactos con Estados federados de Brasil, como los del Mato Grosso, que permitirán mantener cierto nivel de ingreso, puesto que tampoco hay mercados alternativos para colocar el gas bolivianos en el exterior ni industrializarlo por la demora en los proyectos.
San Antonio y Tariquía, los intereses de Petrobras
La empresa brasilera ha explotado desde los 90 los pozos de San Alberto, en franca declinación, y los de San Antonio, sobre los que todavía se han realizado algunas inversiones. Para sustituir a estos pozos, Petrobras ha firmado los contratos para explorar Astillero y San Telmo, en el entorno del Parque Natural de Tariquía y que cuenta con cierto rechazo social. Los contratos fueron firmados en abril y todavía no se ha inaugurado oficialmente las actividades.
De acuerdo a la nota de prensa, el trabajo se ha desarrollado en mesas técnicas en las que ambas delegaciones analizaron proyecciones sobre temas que están siendo considerados tanto por Bolivia como por Brasil tanto en el downstream, transporte de hidrocarburos, venta de Gas Licuado de Petróleo (GLP), Gas Natural Licuado (GNL), entre otros.
El tema esencial es el de la renovación del contrato de exportación de gas, que al momento no tiene avances.
Un momento delicado
La tensión entre los regímenes de Evo Morales y Michel Temer duró apenas unos meses luego de que el brasilero culminara su plan al obtener la presidencia descabezando a Dilma Rousseff con un juicio parlamentario. Morales, aliado histórico tanto de Lula da Silva como de su sucesora, escenificó la crítica y la condena, pero las reuniones en materia de hidrocarburos no se detuvieron.
En 2019 culmina el contrato de exportación de gas de Bolivia a Brasil. Un contrato que ha estado vigente desde 1999 y que actualmente permite exportar hasta 30,5 millones de metros cúbicos de gas al día, aunque en los últimos años apenas se han nominado 24 diarios, el mínimo que permite el contrato.
Ninguno de los operadores confirma que la decisión de Brasil de reducir a mínimos sus nominaciones tenga algo que ver con la política, aunque tampoco se descarta. Lo cierto es que Brasil, el país del continente más golpeado por la desaceleración mundial, ha cuidado sus divisas y ha empezado a utilizar otras fuentes energéticas en detrimento del gas boliviano. El megaproyecto de aguas profundas conocido como Presal ha sido uno de los que más ha sufrido con la caída de los precios del petróleo por los altos costos de producción en sus inicios, sin embargo ya provee al cinturón industrial paulista, el mismo destino que la mayoría del gas boliviano, de unos 12 millones de metros cúbicos de gas.
En las últimas reuniones se ha confirmado que Brasil no aspira a renovar el contrato en los mismos términos. Petrobras, la empresa estatal cada vez más capitalizada en Wall Street, no participará del proceso y se calcula que se puedan colocar unos 15 millones de metros cúbicos en contratos cortos e interrumpibles y con diferentes fórmulas de cálculo para los precios finales. Probablemente serán algo más elevados en precios pero sin la estabilidad de un contrato de larga duración.
A favor de YPFB está que el ducto ya está tendido y amortizado y que el precio por ese canal es más rentable que el de Gas Natural Licuado que llega por mar y requiere procesos. Sin embargo, Brasil ha apostado por la autosuficiencia energética también con el biodiesel y las energías limpias.
El Ministerio de Hidrocarburos y YPFB han avanzado algunos contactos con Estados federados de Brasil, como los del Mato Grosso, que permitirán mantener cierto nivel de ingreso, puesto que tampoco hay mercados alternativos para colocar el gas bolivianos en el exterior ni industrializarlo por la demora en los proyectos.
San Antonio y Tariquía, los intereses de Petrobras
La empresa brasilera ha explotado desde los 90 los pozos de San Alberto, en franca declinación, y los de San Antonio, sobre los que todavía se han realizado algunas inversiones. Para sustituir a estos pozos, Petrobras ha firmado los contratos para explorar Astillero y San Telmo, en el entorno del Parque Natural de Tariquía y que cuenta con cierto rechazo social. Los contratos fueron firmados en abril y todavía no se ha inaugurado oficialmente las actividades.