Pablo Matías Del Río, guardián de la Fiesta Grande y sus historias
El joven fotógrafo tarijeño ha sido promesante durante varios años. Como testigo y devoto, ha sabido capturar las memorias e historias de la Fiesta Grande y sus personajes.
La semana pasada, Pablo Matías Del Río hizo su primera exposición fotográfica, titulada “De rodillas a tus pies”, en el Hall del Teatro de la Casa de la Cultura, ese pequeño espacio que ha adquirido la vocación de ser galería de obras artísticas, aunque siga reproduciendo el vicio de dar poco tiempo de estancia a lo que expone. Para que no pase de largo, reproducimos algunas de sus obras, en las que el joven fotógrafo y diseñador gráfico ha capturado momentos esenciales de la Fiesta Grande y sus guardianes.
Pablo inició su carrera de fotógrafo prestándose la cámara de un amigo y disparando a un caminante en el barrio Juan XXIII. “Yo, sin saber mucho de cámara, solamente tomé una foto, y me ha gustado”, comentó a Pura Cepa en medio del Hall. Cada fotografía guarda una historia para él, testigo de primera línea de una de las tradiciones más conmovedoras de Sudamérica.
Con la cámara en la mochila, suele ir en busca de lo interesante. Desde 2016, poco después de volverse promesante, empezó a hacer fotos de San Roque y la Fiesta Grande. “Hace tiempo quería hacer una exposición para que alguien pueda ver las fotos y no se queden en el olvido”. Entre unas 500 tomas que logró en esos años, escogió apenas 20 para llenar los muros del Hall. Tal vez los títulos escogidos no sugieren tanto como las imágenes, que tienen un valor documental bien preciado.
“Guardianes de la tradición”, la imagen que reproducimos en la portada de esta nota, condensa la poética fotográfica de Pablo: “Alguna vez había visto a ese señor. Es abuelito del niño que lleva a San Roquito en sus hombros, y lo acompaña a través de toda la procesión, porque bailar es cansador, tiene su grado de sufrimiento, y cargar al Santo en el hombro lo es mucho más. Yo lo que voy a buscar es el contacto visual con las personas que estoy retratando, para saber lo que sienten, y aquí se tiene contacto visual con los tres”.
“Eterna compañía” cuenta la historia de un compañero de Pablo, cuya madre acompañaba todos los años a la escolta en las procesiones. “Lamentablemente, después de la pandemia su madre falleció. Al año siguiente no salí, pero él la llevó a bailar cargando su retrato, como un homenaje a su madre que lo acompañaba siempre”.
Pablo dice que “El último adiós” es una foto que no hace justicia a lo que se vive en el momento del encierro. “Es muy emocionante estar ahí. La gente se está despidiendo del Santo, ves personas llorando, sin ninguna vergüenza, personas en paz, ves un cúmulo de emociones que no se pueden describir”. Tal vez la imagen no nos muestra nada de eso, pero nos reúne con todas esas personas al poner en primer plano al motivo de su emoción. Juntos vemos al Santo Peregrino y, sin importar la religión que cada uno profese, nos unimos en el mismo sentir.