Unas elecciones en medio de una crisis económica global
Economía: desafíos que deberá enfrentar el nuevo gobierno
Gane quien gane, el nuevo gobierno deberá enfrentar un complejo panorama económico que, a la vez, se inserta en una crisis global sin precedentes debido a la pandemia



Independientemente de que el nuevo gobierno sea elegido en primera o segunda vuelta, lo cierto es que este deberá enfrentar uno de los escenarios más complejos de la historia reciente del país. No solo porque la economía se encuentra en una situación delicada, sino porque la crisis es global, lo que determina un conjunto de variables sobre las cuales el país no tiene margen de acción.
Los temas acuciantes son varios: por un lado el déficit fiscal, que el año pasado alcanzó un 7,8% respecto al PIB y que las estimaciones señalan que este año se incrementará debido a la presión fiscal que la gestión de la pandemia ha implicado. El país también se enfrentará a una creciente deuda externa, que ya el año pasado representaba más de 11 mil millones de dólares, un récord histórico.
“La economía mundial experimentará su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y el PIB per cápita disminuirá en el 90% de los países”. CEPAL
Bolivia también se está viendo fuertemente afectada por el colapso del comercio internacional, lo que significó una disminución considerable del valor de las exportaciones en lo que va del año, siendo particularmente afectado el sector de hidrocarburos, uno de los pilares del financiamiento del Estado.
Junto a lo anterior se avecina un deterioro significativo del mercado laboral, con un incremento de la desocupación y subocupación. Este hecho tendrá un impacto profundo en el incremento de la pobreza y de la pobreza extrema en el mediano y largo plazo.
Indicadores macroeconómicos en rojo
Un país endeudado, con reservas internacionales mermadas, una balanza comercial negativa y un elevado déficit fiscal. Esta es la síntesis de la situación macroeconómica del país a siete meses de la llegada de la Covid-19. Algunos de estos problemas ya se venían arrastrando desde antes, pero todos empeoraron por la crisis económica de los últimos meses.
Este 2020 Bolivia no tendrá un crecimiento económico, al igual que la mayoría de los países de la región y del mundo. Según datos del Banco Mundial, la caída del PIB boliviano rondará el 5,9%, por su lado la CEPAL pronostica que esta será del orden del 5,2%, mientras que el Banco Central de Bolivia (BCB) señala que el decrecimiento será de 6,2%. La última crisis económica que llevó a un crecimiento negativo del PIB en el país fue la de la hiperinflación en los años 80 del siglo pasado.
Uno de los principales desafíos del nuevo gobierno será el de enfrentar el abultado déficit fiscal. Desde el año 2015 el país ha visto como este se incrementó significativamente. Luego de la bonanza económica, que duró hasta 2014, las instituciones del Estado boliviano comenzaron a gastar más de lo que les ingresaba. En 2017 el déficit fiscal respecto al PIB fue de 7,8%, mientras el 2018 fue de 8,1% y el 2019 de 7,2%.
La pandemia no hizo otra cosa más que aumentar la presión sobre este déficit. Los egresos corrientes del sector público se incrementaron de Bs. 17.764 millones en el primer trimestre de 2019 a Bs. 20.274 millones en el mismo trimestre de este año.
Por el otro lado, los ingresos siguen una tendencia contraria. Los ingresos corrientes correspondientes al primer trimestre del año pasado eran de Bs. 25.597 millones, mientras que para el primer trimestre de este año alcanzaron un monto de Bs. 23.174 millones. Hecho que tiene que ver principalmente con la caída de la recaudación tributaria.
Todo déficit conlleva un desahorro o un endeudamiento. Así es que el próximo gobierno tendrá que enfrentar el mayor endeudamiento externo de la historia de Bolivia. Esta deuda ya se venía incrementando en los últimos años, pasando de $US 9.428 millones en 2017 a $US 11.268 millones en 2019.
Hasta el mes de mayo ‒último mes sobre el que el BCB presenta información al respecto‒ la deuda externa se había incrementado hasta alcanzar los $US 11.294 millones. Sin embargo, entre mayo y octubre se aprobaron varios créditos internacionales para acceder a recursos para enfrentar la pandemia, por lo que es previsible un incremento sustancial del valor de esta deuda en los siguientes registros que se hagan públicos.
Por otro lado, el nuevo ejecutivo también deberá enfrentar una situación crítica en el plano del comercio internacional. Desde el año 2015 el país acarrea una balanza comercial deficitaria, lo que además ha tenido un impacto directo sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN), que desde ese año hasta el presente se han reducido a menos de la mitad. En 2015 las RIN llegaron a representar poco más de $US 15 mil millones, mientras que para 2019 su valor era cercano a los $US 6 mil millones.
El problema es que desde que se inició la pandemia, como consecuencia de las medidas de confinamiento a nivel mundial, el comercio internacional se desmoronó. Si en el mes de diciembre de 2019 Bolivia exportó 774 millones de dólares, en el mes de abril esa cifra cayó hasta los 239 millones de dólares. Lo mismo sucedió en el caso de las importaciones, si para diciembre de 2019 el país había importado $US 1.034 millones, en abril lo hizo por un valor de 295 millones de dólares.
Si bien estas cifras se recuperaron parcialmente en los siguientes meses, no lograron superar el límite de los 500 millones de dólares hasta el mes de agosto, lo que responde a los efectos precio y demanda de la crisis mundial. El mayor efecto sobre las exportaciones bolivianas fue resultado de la caída de los precios internacionales del barril de petróleo, a los cuales está indexado el precio de venta de gas boliviano a Brasil y Argentina.
Desocupación y subocupación al alza
La crisis económica derivará en efectos sociales de consideración. Uno de los más evidentes, que tiene que ver directamente con la desaceleración de la economía y con la contracción del comercio, es el incremento de la desocupación, en especial en aquellos sectores que han sido más vulnerables a las medidas de confinamiento.
Si en el mes de enero la tasa de desocupación rondaba el 6,6%, para el mes de agosto esta alcanzó el 10,6%. Enfrentar este incremento de un 60% en el nivel de desocupación será uno de los principales retos que deberá enfrentar el nuevo gobierno.
Además, si se considera el nivel de subocupación (las personas que tienen fuentes de ingreso pero que les son insuficientes) la situación es aún mucho más dramática, ya que entre enero y agosto esta tasa se incrementó de 4,8% a 17,4%, es decir, un incremento de más del 260%.
El empleo en Bolivia, que de por sí es altamente informal (más del 70%), está tornándose cada vez más precario e inestable como consecuencia del actual escenario de crisis.
Estimaciones sobre pobreza que preocupan
Un nuevo gobierno deberá dictar políticas sociales efectivas y urgentes contra el aumento de la pobreza, precautelando el bienestar social.
Según recientes estimaciones realizadas por la CEPAL, la pobreza en América Latina se incrementará de un 30,2% en 2019 a un 37,3% en 2020. Mientras que la pobreza extrema pasará de un 11% en 2019 a 15,5% en 2020.
En el caso concreto de Bolivia, este organismo estima que la pobreza pasará de 32,3% en 2019 a 36,1% durante el presente año. Esto significa que la población en situación de pobreza ascenderá a 4,2 millones en 2020. En otras palabras, medio millón de personas en el país ingresarán al umbral de pobreza hasta finales de año.
En el caso de la pobreza extrema, esta pasará de 14,3% en 2019 a 16,8% en 2020. Este aumento, en términos absolutos, representa que más de 300 mil personas pasarán a engrosar al sector de pobreza extrema.