Bullying, un problema “silencioso” para los adultos
Hace unas semanas se estrenó la serie Adolescencia, sin casi anuncios sobre su estreno se convirtió en pocos días en la trama más vista de la historia de Netflix. La misma, más allá de gustos o disgustos, puede dejar varias impresiones y sensaciones pero sobre todo muchas preguntas para el análisis sobre lo que viven y sienten los/as adolescentes; casi no hay respuestas y ninguna es concluyente. Adolescencia es ante todo incómoda y llena de incertidumbre, sin recetas de cómo ser buen padre o maestro, con preguntas sobre los mandatos de género, el impacto que puede tener las horas y contenidos que consumen los chicos frente a las pantallas, sobre los códigos que emplean y que pueden estar tan alejados de los adultos que pueden resultar siendo casi enigmas a descifrar. De hecho, una de las aristas de la serie es el aparente acoso escolar y cibernético de los que sería víctima el personaje principal y cómo esto era desconocido para sus padres y los demás adultos que le rodean.
Este riesgo que se cierne sobre la ficción de la serie no es ajeno a nuestra realidad. Según datos proporcionados por UNICEF aquí en Bolivia, en el año 2022, 4 de cada 10 estudiantes sufrieron acoso escolar o bullying, que se define como actos repetidos de hostigamiento, agresión o intimidación dirigidos a un estudiante por parte de otro u otros. El 14% de los estudiantes acosados no informó a los profesores o padres sobre los maltratos recibidos.
El bullying no solo está en el espacio escolar sino que puede darse de una manera paralela, es decir de forma virtual definiéndose como ciberacoso, y ocurre cuando sale de las paredes de los colegios e ingresa en el espacio virtual y al domicilio de las víctimas, con amplificaciones del acoso por el alcance digital de las redes y la posibilidad de anonimato de los perpetradores.
Tanto el bullying como el ciberbullying, según su intensidad y gravedad, pueden generar diversos problemas de salud mental a quienes lo sufren, llegando en algunos casos hasta el suicidio.
Algunas de las señales que nos pueden ayudar a detectar que un niño, niña o adolescente está siendo acosado son depresión, retraimiento, cambios bruscos de conducta, dificultades de relacionamiento social, disminución del rendimiento escolar, somatizaciones, cambios en el sueño, rechazo a acudir al colegio y otros.
Como adultos, conocer e interiorizarnos sobre el acoso escolar, se hace imprescindible para prevenir y detectar a tiempo las señales. El diálogo, como siempre, es una herramienta primordial que nos puede acercar a los niños y adolescentes y a sus problemas. Abordar el problema con conocimiento, prevención y detección temprana, tanto desde el ámbito escolar como el hogar, puede proteger a nuestros niños y adolescentes de los graves efectos que puede tener el acoso escolar en sus vidas.