La Mano del Moto
Tiempo de presidentas
La complejidad del momento político invita a explorar nuevos planteamientos electorales, aseguran los analistas que estos días andan recopilando datos a toda velocidad para alistar la carrera electoral que ya se ha calentado en Bolivia: Elegir a una mujer como cabeza de lista empieza a considerarse en serio en ambos bloques de la política nacional.
La experiencia de Jeanine Áñez tuvo sus luces y sus sombras, pero básicamente no se atribuye a su condición de género su fiasco electoral de 2020 sino a la paupérrima gestión que llevó adelante bajo las coordenadas estratégicas dictadas por su guardia pretoriana: Erik Foronda, Arturo Murillo y Yerko Núñez, que definieron una comunicación caudillista y totalitaria de la gestión negando la existencia del Movimiento Al Socialismo (MAS) y que los llevó a la marginalidad retirando finalmente la candidatura que había vuelto a reunir a casi todos bajo la sigla de Juntos.
Antes de que el 21 de enero de 2020 se lanzara extraoficialmente su campaña con aquel hashtag #Ysifueraella no le había ido tan mal bajo la tutela del equipo de Luis Fernando Camacho, principalmente Jerjes Justiniano y Roxana Lizárraga, que la dejaron ser más ella y mostrarse más cercana, algo que de alguna forma oxigenó momentáneamente la política nacional, que llegó a la cita de 2019 extremadamente pesada con 9 candidatos varones y mucha testosterona derrochada por los Quintana, Quiroga, el propio Camacho y demás.
Una salida para el MAS
Es en ese punto en el que un grupo muy reducido de los estrategas del MAS han sugerido explorar la opción de una candidata alternativa para superar de una vez la trifulca entre evistas y arcistas, que desde fuera ya se ve como una pelea de gallos con permanentes referencias a la hombría de ambos contendientes.
En algún momento, el MAS tuvo buenos perfiles de mujeres preparadas para dar el salto a la primera línea, sobre todo las jóvenes, como María Nela Prado – que hoy dirige la política de Luis Arce -, Adriana Salvatierra – firme defensora de Evo Morales – y probablemente la que alguna vez estuvo mejor situada: Gabriela Montaño, que presidió las cámaras y fue ministra de Salud y salió de Bolivia en el mismo avión que Evo y Álvaro García Linera, por quién precisamente ha apostado en la coyuntura actual, lo que la ha alejado de la neutralidad que al parecer se precisa.
Es poco probable que el MAS acabe por apostar por una mujer joven de clase media urbana para sustituir a Arce y superar a Evo, pero posiblemente fuera la única manera de cerrar ese debate sin fisuras. En México, Morena ha apostado precisamente por Claudia Sheinbaum por el poderoso contraste con Manuel López Obrador, y en Ecuador fue Luisa González la que logro mejores resultados dentro del partido de Rafael Correa de entre sus sucesores.
La opción opositora
En la oposición se analiza con bastante más pausa esta opción, sobre todo en Comunidad Ciudadana donde se da por amortizado a Carlos Mesa y se apuesta por un nuevo liderazgo, posiblemente de la actual senadora Cecilia Requena, que pertenece a la mesa chica, o de Andrea Barrientos, más joven y con proyección, aunque la inexperiencia le ha costado ya caro en algunas ocasiones.
Por otros rincones del escenario político se habla de Silvia Salame, la ex magistrada integrada en CC aún con cuestionamientos por sus posiciones independientes; de Pamela Fernández, hija de Leopoldo, con habilidades para la política e incluso de Mirtha Arce, la exsenadora tarijeña que ha trabajado con casi todas las sensibilidades opositoras y que representa muy bien a la derecha más conservadora, pero tiene capacidad para discursos más “trumpistas”.
Sin duda no van a parar de aparecer nombres sobre la mesa en uno y otro bando, pero ¿Cuál es tu favorita?