La Mano del Moto
Exministros versus exministros ¿Quién está con quién?



La batalla entre arcistas y evistas se ha vuelto encarnizada. Una batalla que cada uno explica a su manera: los de Arce deslizan que se trata de la angurria de poder de Evo Morales y algunos de sus excolaboradores, que quieren seguir manejando, mientras que los de Evo hablan de una “traición” al proceso que, en teoría, se ha derechizado.
La mayoría de los ex altos cargos del gobierno de Evo Morales han ido tomando decisiones sobre en qué lado militar. Curiosamente la mayoría de ellos no pertenecían a movimientos sociales, y muchos de ellos se han cambiado de bando en tanto se les ha acabado el ejercicio profesional, mientras que otros se han sumado al arcismo en la misma medida. Aún así, se reconocen cuadros duros y más blandos.
La primera línea del evismo
Evo Morales siempre estuvo rodeado de una doble primera línea que conformaba su guardia pretoriana: una en el gobierno y otra en el partido, conformada por los movimientos sociales, aunque en el último tramo esta segunda línea quedó subordinada a la del gabinete, que alcanzó niveles de poder extraordinarios bajo la premisa “o Evo o el caos”.
El comandante general de todo aquello fue Juan Ramón Quintana, el sempiterno y poderoso ministro de la Presidencia que se fue dos años a Cuba a pensar muy bien la campaña de 2019, donde las cosas no salieron como se esperaba. Quintana estuvo en el búnker de la Embajada de México y tras un periodo de reflexión volvió con fuerza a la primera línea, sobre todo en la Escuela de Formación, desde donde arremete contra el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo y el gobierno en general a cada oportunidad, sin embargo, como no maneja redes sociales (de forma pública), su incidencia en el clima público es menor.
El rol de ariete lo han asumido a partes iguales Teresa Morales y Carlos Romero, aunque su trayectoria es ciertamente peculiar. La exministra de Desarrollo Productivo y última directora de la Unidad de Investigaciones Financiera se ha mantenido fiel y vigilante, de forma que ha sumado datos para sustentar denuncias específicas de corrupción que ya se tramitan en los tribunales, Carlos Romero apareció aprovechando la oportunidad del enfrentamiento con el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, cargo que conoce muy bien, pues fue bajo gestión que se consolidó “el golpe” de 2019 con la subordinación policial que derivó en todo lo demás. De hecho, Romero no se refugió en ninguna embajada y estuvo bajo sospecha durante todo el gobierno Áñez. De hecho aún lo está para los militantes más analistas, pero el contexto de guerra abierta le ha favorecido, porque además es contrapeso en Santa Cruz.
Otros 23 exministros firmaron la carta contra el ministro de Justicia Iván Lima cuando amenazó con enjuiciar a Evo Morales, pero no todos ellos se han prodigado en la primera línea, sino más bien han sido discretos. Apenas César Navarro o Amanda Dávila han expuesto sus posiciones públicamente. Otros como Roberto Aguilar o Nélida Sifuentes, que también firmaron, han trabajado con el Gobierno de Arce, mientras que otros guardan significativo silencio, como Wilma Alanoca, Alfredo Rada o Javier Zavaleta o se mueven en redes con perfil bajo como Pablo Groux.
En el listado de 23 sí aparece Sacha Llorenti, que renegó del arcismo pese a tener continuidad inicial en Naciones Unidas, y con seguridad se sumaría ahora Wilfredo Chávez, el último sacrificado del evismo, en este caso del cargo de Procurador.
El equipo de Arce
El presidente Arce, por el contrario, ha armado su propio equipo de gobierno reconvirtiendo a sus subordinados durante años en el ministerio de Economía: Montenegro como sucesor, Sergio Cusicanqui en Planificación, Jaime Durán en la Gestora de Pensiones y Mario Guillén en el BID.
En su equipo mantiene a algunos exministros de alto perfil, como Héctor Arce Zaconeta, que es el embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Diego Pary, que se mantiene como embajador ante Naciones Unidas, y otros que ejercen como asesores como Hugo Moldiz, Hugo Siles o Nardi Suxo.
Además otros muchos cargos menores o vinculados a la gestión del pasado, ocupan embajadas o cargos de menor jerarquía pero mayor influencia, como Ramiro Guerrero que es actual viceministro de Tierras, Mariana Prado Noya que es la segunda en Fonplata, Marko Machicao que está en la OEA, Luis Carlos Jemio Mollinedo que está en el Banco Mundial.
Llama la atención la reconversión de dos de las mujeres que más cerca trabajaron de Evo Morales, ambas exjefas de gabinete: Alejandra Claros, que actualmente representa al país en la CAF, y Patricia Hermosa, que se ha quedado al frente del Segip.
Una pelea abierta
Al final los exministros no tienen ningún tipo de voto de calidad ni apenas sirven para perfilar el interés, pues cada cual tiene su séquito y su cola. Un caso similar al del exvicepresidente Álvaro García Linera, quien solo en este año ha clamado tres veces por la unidad con diferente acogida en cada momento.
En la primera de ellas, García Linera advirtió de que la ruptura no beneficiaría a nadie, pero sobre todo pidió moderación al expresidente Morales por sus duras arremetidas. “Hay que dejar gobernar a Arce”, aseveró, a lo que Morales le respondió con un “tengo un nuevo enemigo”. Y hasta antes de ayer, pues aunque García Linera ha intentado mostrarse ecuánime en sus siguientes intervenciones, nunca había logrado el “perdón oficial”. Veremos si su última intervención, resumida por Teresa Morales en redes así: “Luis es invitado, no es autor del modelo, no debe quitarle el nido a Evo. No proscriban a Evo, hagan su partido, no podrán ganarle elecciones" , logra cambiar de opinión.
La resolución del conflicto todavía está lejos. Veremos cómo opera cada bloque en los siguientes días.