Acosta, Lizárraga o Ferrufino ¿Quién manda en el MAS Tarija?
A un mes del Congreso del Movimiento Al Socialismo (MAS) convocado en Lauca Ñ, el MAS Tarija está al rojo vivo. Los movimientos son de cirujano. Nadie quiere verse señalado y solo los que se han visto peligrosamente fuera o han sido radicalmente rehabilitados dentro, son los que se han posicionado al lado del evismo o al lado del arcismo. El resto calla y hace escorzos.
Acosta, el superviviente
El jefe de todos sigue siendo Carlos Acosta, elegido presidente del MAS ni se sabe cuando (en septiembre de 2018, por dos años), censurado el año pasado por una moción popular y que acaba de completar un paradigmático viaje personal: el día que se vio fuera del poder se reconvirtió al evismo y empezó a echar pestes sobre sus aliados en el ascenso.
Y es que Carlos Acosta era apenas un cuadro menor en la subcentral campesina de Uriondo cuando en el Congreso Departamental que tenía que suceder a un Roger Janko que acabó sobrepasado por los acontecimientos, amordazado por la necesidad que lo convirtió en presa de Lino Condori y su equipo.
Acosta no aparecía en ninguna apuesta en aquel Congreso del que apenas se tenía claro que no le tocaba a los Interculturales ni a los bermejeños y que las bartolinas estaban acorraladas por las desventuras de Julia Ramos. Acosta movió sus fichas pero fue su padrino, Álvaro Ruíz, quien lo aupó hasta la presidencia gracias a sus alianzas con el resto de los alcaldes y la influencia creciente de los uriondeños en el resto de las matrices.
Acosta devolvió el favor nombrándolo candidato a gobernador en la pugna de 2021 con Walter Ferrufino, que finalmente levantó las manos ante la indefinición de Evo Morales, que lo dejó “en manos de la departamental”. Acosta se rodeó de afines rápidamente y nominó a Ruíz, que finalmente perdió – y dejó la peor representación legislativa de la historia del MAS Tarija – y se refugió en el Viceministerio de Autonomías, que es básicamente una pata más dentro del ministerio de Presidencia y por ende, la guardia pretoriana de Luis Arce.
El tactismo de Pilar
El cambio de camisa de Carlos Acosta también ha pillado a contrapié a Pilar Lizárraga, erigida como la guardiana del esencialismo masista en Tarija y evista confesa y convencida. Hace un año le montó una moción de censura al presidente departamental y hoy comparten rincón en un partido que en Tarija nunca se acabó de formar, sino que su fortaleza dependía, básicamente, del número de pegas disponibles.
En ese contexto, la mayoría del MAS Tarija hoy es arcista, aunque perfectamente puede volverse evista si este gana el Congreso y convence. No hay ningún problema con eso. La presidenta de Cercado prefiere ahora cohabitar en silencio con la presidenta paralela, Sandra Baldivieso, reconocida por Acosta a instancias de Ruíz y cuya impugnación, por cierto, nunca resolvió la nacional. Evo también juega.
La “coordinación”
En el cambio de Acosta no solo tuvo que ver la moción de censura sino, sobre todo, el cambio en la delegación presidencial para con Tarija. Un buen día, Marcelo Poma fue cesado de inmediato y su lugar lo ocupó Walter Ferrufino, dos figuras del MAS de los buenos tiempos que siempre han sido controvertidos.
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Poma, migrante intercultural permanentemente acusado de “loteador” se coló en la Asamblea Departamental, aunque donde brilló siempre fue fajándose en los conteos de la Corte Electoral. Tanto llamó la atención que Morales lo mandó de cónsul a Barcelona y allí, en su retiro dorado, recibió “el golpe” y volvió a Bolivia.
Como al MAS Tarija nunca le han sobrado voceros, no tardó en recuperar ese papel y ese fue el que le bastó a Arce para nombrarlo delegado por Consejo de Ruíz que lo veía buen aliado. Así, un evista nato se convirtió en arcista, pero sus silencios en momentos álgidos le acabaron costando la pega.
Su lugar lo tomó Ferrufino, exejecutivo de O’Connor, azote de Adrián Oliva y entrampado en mil pleitos por su gestión siempre al borde. Ferrufino era otro evista pero resentido por la conclusión de las “primarias” en las que se eligió candidato a Ruíz.
Ferrufino es un ecosistema en sí mismo: en 2015 ya lo eligieron candidato las matrices de la Coordinadora Departamental del Cambio (Codelcam) pero no Evo, que prefirió a Cabrera. Después sintió una suerte de responsabilidad y dio cabida en su pequeña subgobernación a muchos de los secretarios de Lino Condori y chocar siguió chocando con Evo hasta el final, como cuando impidió que iniciara en plazo el Jaguar X6 por el asunto del 45%. En ese ecosistema de filias, también está Pilar Lizárraga, y en el de fobias, Ruíz. Hoy es él el guardián de las “pegas” de las descentralizadas que controlaba Acosta y no logró controlar Poma.