La AMT y la traición de los alcaldes
Entre 2015 y 2021 los alcaldes de Tarija se convirtieron en la principal fuerza de oposición al gobernador Adrián Oliva. Coincidieron varios factores que acabaron consolidando esa situación.
Principalmente, el MAS era omnipresente en el poder local y gobernaba 9 de 11 alcaldías, es decir, todas menos Caraparí – que en realidad tenía un acuerdo directo con el MAS aunque puntualmente sirvió para puentear a Ermás Pérez en las ánforas – y en Cercado, donde el pragmatismo de Rodrigo Paz no constituyó ninguna amenaza para la estrategia.
Por otro lado, la falta de recursos económicos y la indefinición de la figura legal de los subgobernadores electos, desaparecidos del ordenamiento jurídico tarijeño, convirtió a esos mismos alcaldes en socios preferentes de Evo Morales en su acción con Tarija: Toda actividad era coordinada directamente.
En esas apareció la causa común, aquella que convirtió a los alcaldes de la AMT casi en un sindicato, sacrificando incluso la relación con los alcaldes chaqueños: La Ley del 1%, que en realidad era del 8%, pues preveía un 1% para cada uno de los municipios no chaqueños, le hizo la vida imposible a Oliva porque incluía la cláusula del débito automático a simple solicitud de un alcalde ante el Ministerio de Economía. La Ley se suponía que desarrollaba el artículo de la concurrencia contenido en el Estatuto, pero lo cierto es que se usó como látigo.
El gran hacedor de aquella estrategia fue Álvaro Ruíz, alcalde de Uriondo recién elegido por el MAS luego de haberse convertido en la legislatura anterior, donde fue electo de la mano con Mario Cossío. Ruíz, que ya sabía que quería dedicarse a esto de la política, se colocó al frente de la Asociación de Municipios de Tarija (AMT), donde se hizo conocer con Morales, y saltó después a la Federación de Asociaciones Municipales (FAM), con un presupuesto infinitas veces mayor al de Uriondo. Para entonces Ruíz ya había sentado las bases de coordinación en la AMT y fue con ese apoyo además de con el de la FAM como acabó colocándose como el candidato del MAS a la Gobernación, si bien es cierto que tras la previsible derrota acabó refugiado en probablemente el peor Viceministerio de todos: el de Autonomías.
Reequilibrio
El MAS sufrió una contundente derrota en las elecciones del 7 de marzo de 2021. Más allá del incremento porcentual de votos en la carrera a la Gobernación o haber quedado primero en primera vuelta ante la división del voto opositor entre Óscar Montes y Adrián Oliva, lo cierto es que perdió poder en la Asamblea, perdió los subgobernadores, que ya no fueron electos, y también algunas alcaldías clave: Uriondo y Entre Ríos y padeció más de la cuenta en lugares como San Lorenzo y Bermejo.
La entente municipalista también controló las listas de las elecciones de 2020 donde Gladys Alarcón, la sucesora de Ruíz en la AMT, se colocó como primera senadora por Tarija – y de hecho sigue fungiendo como secretaria en la Directiva – y el polémico Delfor Burgos también alcanzó la diputación uninominal. La continuidad de la entente, sin embargo, está más en riesgo que nunca.
Desconectadas en la práctica las alcaldías chaqueñas dirigidas por Carlos Brú (Yacuiba), Ermás Pérez (Caraparí) y Rubén Vaca (Villa Montes), todos ellos viejos pesos pesados y con demasiadas vueltas en esto de la política como para meterse en aventuras, el grupo del MAS en la Asociación de Municipios de Tarija (AMT) se reduce a Irineo Flores en Bermejo, Agustín Casazola en Yunchará, Sara Armella en El Puente, Asunción Ramos en San Lorenzo y William Guerrero en Padcaya.
Guerrero ejerce de presidente de la AMT, pero es la excepción en un bloque de alcaldes muy controlado por la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija a la que están afiliados Ramos, Flores, Armella y Casazola, y aunque el bloque se sostiene frente a Teodoro Suruguay (Entre Ríos) y Javier Lazcano (Uriondo) que conforman el frente Unidos en el que se prodiga poco Johnny Torres.
Hasta el momento, la AMT era el último reducto de poder del MAS en Tarija y una entidad con suficiente peso como para ejercer de anfitrión en las visitas de Luis Arce y lograr cierta atención pública con las reuniones coordinadas a nivel ministerial, pero lo cierto es que en el MAS empiezan a tener dudas sobre si esa entidad tendrá la capacidad de coordinar la oposición en la segunda mitad de la legislatura. Fundamentalmente de si le interesará.
Los rumores de traición en el MAS siguen creciendo.