Oliva el autonomista
El Gobernador ha transitado del riñón del MNR al de la autonomía pasando por la extremista Alianza Parlamentaria Democrática de América



El Gobernador Adrián Oliva llegó a la política de la mano del MNR muy en la órbita de Gonzalo Sánchez de Lozada, y ejerció su primer cargo público de la mano del muy poco autonomista Carlos Mesa, que le dio el viceministerio de Gobierno con 26 años.
Después de aquello, Oliva quedó a la deriva, pero si algo tenía claro es que se quería dedicar a la política. Mario Cossío lo reclutó para el primer Camino al Cambio y aparece en la foto de los fundadores. Ejerció como asesor general en los años de plomo de la autonomía, esos en los que Evo Morales no podía aterrizar en Tarija y se presionaba hasta el infinito en las instituciones, con tomas de edificios incluidas y algunas otras acciones en el Chaco que acabaron ciertamente mala para los Felipe Moza y compañía.
Cossío apostó por él y lo colocó en franja de seguridad en la lista de Convergencia Nacional en la elección de 2009, esa que se pactó con Óscar Montes y generó odio eterno en el Chaco por el desplazamiento de Wilman Cardozo. Cuando Wilman y su PAN cobraron venganza a final de 2010 junto a Luis Alfaro y Cossío acabó en Paraguay, Oliva quedó de nuevo a la deriva.
Como joven parlamentario en la primera Asamblea Legislativa Plurinacional con mayoría de dos tercios del Movimiento Al Socialismo (MAS), su rol pasaba a ser intrascendente. Tuvo algunas iniciativas con Luis Felipe Dorado y Óscar Ortiz, pero básicamente se concentró en lo internacional siendo fundador de la Alianza Parlamentaria Democrática de América (APDA) un lobby muy a la derecha con apoyo estadounidense que se dedicaba a cuestionar el socialismo del siglo XXI en general y Venezuela en particular.
Antes de acabar la legislatura y antes de quedar de nuevo a la deriva conformó su propio núcleo duro entre autonomistas y emprendió su retorno a Tarija desmarcándose públicamente de Mario Cossío y Camino al Cambio, algo que cayó muy mal entre la vieja guardia del partido. Oliva, el asesor general, el fundador del APDA, enarbolaba una nueva bandera de diálogo y superación pacífica de los conflictos. La no confrontación.
La jugada maestra de Oliva y su grupo – Waldemar Peralta, Carlos Saavedra, José Luis Gandarillas – fue convertirse en candidato de la alianza única en 2015 luego de haber dejado fuera a Óscar Montes, desde ahí todo parecía más fácil, aunque tuvo que sudar sangre en una segunda vuelta donde recibió el apoyo clave de Luis Alfaro, provocando de nuevo la ira de la vieja guardia de Camino al Cambio, que se había reintegrado en la alianza y que tenía escalofríos con la simple idea de compartir el poder con Cardozo y Alfaro.
El bloque “autonomista” tuvo una rápida reconfiguración ni bien Oliva se asentó en el cargo. El discurso de la conciliación y no confrontación se fue administrando combinadamente con otro mucho más agresivo hacia el MAS que buscaba esencialmente fórmulas para ingresar más recursos sea a través del propuesto “plan de rescate”, sea a través de la reivindicación por inversiones históricas o por la fórmula del Pacto Fiscal.
A duras penas Oliva logró algunas fuentes de financiación para culminar algunos proyectos heredados que hábilmente convirtió en una agenda propia. Navegó sobre las polémicas por el 45% siempre del lado del Chaco. Calculó hasta el final la posición ante el referéndum del 21 de febrero – que acabó rechazando a una semana –, después se sumó a la alianza de Carlos Mesa en Comunidad Ciudadanas y finalmente a la de Juntos de Jeanine Áñez en una difícil contorsión política que además no tuvo ningún efecto positivo para Tarija.
En un momento en el que la Autonomía parece haber pasado de moda y el ofrecimiento es la cooperación con el Gobierno, Oliva parece haber quedado relegado o atrapado en los planteamientos autonomistas, aunque no le haya ido mal para su gestión.