A quién ama realmente Marcelo Claure



La irrupción de Marcelo Claure en la política boliviana se estudiará seguramente en los futuros cursos de estrategia política de alguna universidad de copete, de esas que ofrecen maestrías random sobre cómo hacerse con el poder en países que apenas conocen de nombre.
Claure era un multimillonario boliviano bien afincado en Estados Unidos, con ninguna gana de invertir en Bolivia y que se entretenía con el fútbol de Bolívar y alguna recepción VIP en Palacio Quemado o en La Razón, pero un día le entró un desaforado interés por intervenir en la política nacional. Fue justo después de que Donald Trump ganara las elecciones en Estados Unidos gracias, en parte, a la activa participación de Elon Musk en las redes sociales.
Claure se puso una gorra roja: Make Bolivia Great (ni rastro del Again) y empezó a disparar en twitter quien sabe si con la venia de Musk u olvidando que aquel era el dueño. Se invistió un traje de opositor total y de ultralibertario, edulcorado con “amor a la Patria” y voluntad de transformación. Le dio un tono apocalíptico y tuvo que matizar el mesianismo: el candidato no era él, sino “alguien” de la oposición que debía unirse.
Prometió la encuesta más grande de Bolivia y salió medio que una más con porcentajes medio que como todas: mucho voto popular sin alternativas y muchos enanos opositores tonteando con el 10%. En Navidad parecía que se rendía luego de que los más tradicionales de la oposición se unieran en un frente para decirle: “papito, esta no es tu guerra, dejarnos hacer”, pero solo eran vacaciones. Retornó de Davos con tono de patrón, pasando revista vía Zoom y exigiendo la unidad y ya no tanto la renovación.
Los profesionales de esto ni siquiera amagaron, su última encuesta salió “Samuel” y ese ratito voló por los aires la poca unidad que se había construido. Tuto dijo no a todo. Claure le puso velitas a Jaime Dunn, al que ya había contratado para ayudar en la formación del programa electoral “Bolivia 360” en su espacio común: Harvard, pero el cariñito duró poco. Claure se volvió a ir de retiro espiritual diez días, golpeado por la encuesta de Pomacusi que decía que la mitad creen que solo le interesa el litio, y por las cada vez más compasiones con aquel embajador Rocha, que quiso amenazar con el apocalipsis si ganaba el MAS de Evo Morales, dándole así el impulso definitivo que a la siguiente elección fue victoria.
La cosa es que volvió hablando maravillas de Andrónico Rodríguez, que dio el “sí quiero” ser presidente el pasado sábado provocando un cuasi ictus en el evismo, que recordó rápidamente que en enero se puso en la fila de la videoconferencia para recibir quién sabe qué.
Claure tuvo que matizar su tuit, donde es verdad que lo consideraba “un magnífico opositor”, sobreentendiendo así que la victoria sería de alguien opuesto al MAS, pero cortos de entendederas o necesitados de un palito, la legión de operadores que cada cinco años sale de su madriguera tardaron segundos en atizarle con todo.
Dunn ha salido incluso de Twitter, la red que lo vio nacer, para concentrarse exclusivamente en TikTok, pero necesita un relato más potente y alguien que se mueva en tierra. El jueves el “capitán” Edman Lara y el senador, ex alcalde, ex concejal, ex diputado dos veces Rodrigo Paz le ofrecieron un espacio de líderes jóvenes y nuevos (que incluye a Paz y Lara) con quienes hacer frente común.
Claure no se ha pronunciado y puede que sea estrategia: Hace tiempo que conoce a Paz Pereira y este, hace tiempo que conoce a Dunn. Lara puede ser nomás el decorado habitual requerido, dicen, para esas cuitas.
La cuestión es que el tiempo pasa: en una semana, caras nuevas.