Autonomistas somos todos
Tanto Mirtha Arce como Luis Alfaro han hecho interpretaciones propias de lo que la autonomía departamental debería ser, y puede funcionar



Aunque la autonomía haya pasado de moda, eso no quiere decir que no se guarde una buena colección de anécdotas en el baúl para emplearlas en el momento adecuado. Todos los candidatos los tiene, y también los pequeños.
Mirtha Arce apunta – sin decirlo – a un sector más conservador; Luis Alfaro se concentra en los campesinos; el Frente Para la Victoria es el partido religioso y el TPT… a todos.
Arce empezó a hacer política también en la Universidad y su carácter indomable y determinación le abrió las puertas de las grandes ligas, siempre escasos de mujeres fuertes. Fue diputada de Convergencia y Senadora de Unidad Demócrata donde convivió con Jeanine Áñez, aunque a diferencia de otros compañeros de partido y bancada, no obtuvo cargo alguno.
La autonomía, compartiendo sus principios, no es su campo de combate. Su característica es la oposición al MAS y la carta de la autonomía y la lucha contra el centralismo es procedimental, como de tantos otros que precisamente integraron el Gobierno de Áñez con las mismas lógicas centralistas que parecían combatir.
Por su parte, Luis Alfaro era el mismísimo riñón del MAS en Tarija, a quien amamantó desde la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija, que dirigió una década, justamente esa en la que el MAS pasó de ser nada a ganar con 51% la elección de 2009 en la que se fue como primer diputado plurinacional.
El MAS nunca fue autonomista, pero Alfaro sí sabía lo que es padecer el centralismo secante, que afectaba igual a campesinos y urbanitas. Su intermediación en la autonomía se simboliza en la pugna por el Prosol. Alfaro movilizó a todo el estrato masista campesino para arrancar a punta de bloqueo el bono solidario que al final Mario Cossío concedió en un esquema bien individualista y que años después se intentó convertir en algo más comunitario.
Como fuera, el campesinado del MAS se interesó por la autonomía departamental que le traía esos bonos y abandonó las posiciones centralistas, que servían para el eje y poco más. Conformada la institucionalidad autonomista, Alfaro fue clave también en el descabezamiento de la misma dirigiendo a la bancada contra Cossío.
A final de esa legislatura que él había entregado en bandeja a Lino Condori pidió ser candidato a Gobernador y Evo Morales le dijo no. Como no es no, se despidió del partido al que le había dado tanto y en el que había sido tan incomprendido y se postuló con TPT sumando un valioso 13% que al MAS (que sumó 35%) le hubiera bastado para ganar en primera vuelta en 2015.
La aventura en solitario llevó a Luis Alfaro a integrarse en el mismo ejecutivo que el bloque autonomista con una cartera, la de Gobernabilidad, más simbólica que efectiva. La aguantó un par de años y se fue haciendo ruido, pero no tanto. Hoy intenta un nuevo asalto a la Gobernación con mucha menos fe y mucha menos actividad que hace cinco años… pero quién sabe qué efectos tendrá la interpretación propia de la autonomía departamental.