Rebeldes, milicias y kurdos… ¿Quién es quién en Siria tras la caída de Asad?
Comienzan tiempos de cambio en Siria. Tras el final de la dictadura de Bashar al Asad, las distintas facciones rebeldes tendrán que decidir o disputarse el futuro del país. Irán, Turquía o las monarquías del Golfo también estarán atentas
El régimen de los Asad en Siria cayó este domingo tras 54 años en el poder y apenas once días de ofensiva rebelde. Después de trece años de guerra civil, incluidos cuatro de estancamiento, Hayat Tahrir al Sham (‘Organización para la Liberación del Levante’ en árabe, o HTS) lideró un ataque sobre la ciudad de Alepo, tras la cual cayeron Hama, Homs y finalmente Damasco. Bashar al Asad recibió asilo en Rusia, mientras que en Siria miles de personas han celebrado en las calles.
Sin embargo, el final de la dictadura no implica necesariamente el final del conflicto. En el escenario más pacífico, las distintas facciones sirias podrían organizar una transición de poder, pero en el más violento podrían enfrentarse en una nueva guerra civil. ¿Cuáles son los principales actores para esta nueva etapa en Siria?
Los restos del apoyo a Asad en Siria
Siria estuvo gobernada por Háfez al Asad desde el golpe de Estado de 1963 y después por su hijo Bashar desde el 2000, ambos miembros del Partido Baaz Árabe Socialista. Las protestas populares y opositoras de 2011 como parte de las revueltas árabes pusieron en jaque al régimen, cuya represión desembocó en la guerra civil. El conflicto estaba estancado desde 2020, pero con el régimen sosteniéndose en el apoyo ruso e iraní y quebrándose por dentro. Su principal apoyo popular había sido la minoría alauí, concentrada en la zona costera de Latakia, lo cual facilitó la ofensiva rebelde y la rendición de las Fuerzas Armadas Sirias.
Hayat Tahrir al Sham (HTS)
HTS es el grupo rebelde islamista que lideró la ofensiva relámpago contra el régimen de Asad y el más fuerte en la actualidad. Se creó en 2011 como una filial de Al Qaeda y se separó en 2017, pero siempre tuvo el objetivo de derrocar al régimen. Con la guerra civil estancada en los últimos años, consolidó instituciones como el Gobierno de Salvación Nacional, un proto-Estado en la provincia de Idlib con el que también ha conseguido legitimarse políticamente, y un colegio militar para formar combatientes.
Tras prepararse durante años, HTS ha esperado al momento geopolítico idóneo para dar el golpe definitivo, con la dictadura debilitada y sin apoyos externos. Su líder, Abu Mohamed al Yolani (nacido Ahmed al Sharaa), se presenta ahora como el principal interlocutor político en Siria y de cara a la comunidad internacional. Aparte de su liderazgo entre los grupos islamistas sirios, ha girado hacia una línea de tolerancia con minorías como los cristianos y los drusos, lo cual también facilitó la caída de Asad.
El Frente Nacional para la Liberación (FNL) y el Ejército Nacional Sirio (ENS)
El FNL es una unión de grupos rebeldes que formaron parte de la oposición armada a la dictadura en la guerra civil siria. Fue formada en 2018 por once grupos revolucionarios del noroeste de Siria y ha contado con el apoyo de Turquía. Junto con HTS conformaron la alianza Al Fatá al Mubin (‘La Gran Conquista’) para llevar a cabo la ofensiva final contra el régimen de Asad.
El ENS es un grupo paramilitar formado en 2017, vinculado al FNL y también proturco. Está compuesto por árabes, turcomanos y kurdos desertores opositores tanto a la dictadura como al separatismo kurdo. La operación relámpago liderada por el HTS fue coordinada con el ENS. Además, este grupo ha aprovechado para lanzar una operación con el fin de tomar la ciudad de Manbij, en el norte, que estaba bajo poder kurdo.
Fuerzas Democráticas de Siria (FDS)
Las FDS son un grupo creado en 2015 y conformado por kurdos, árabes o turcomanos, entre otros, que tuvieron el auspicio de Estados Unidos. Tienen un carácter secular, democrático y federal. Desde sus inicios intentaron buscar un equilibrio entre no unirse a la guerra contra Asad ni aliarse con el régimen, y en cambio combatieron al grupo terrorista Dáesh hasta derrotarlo en el terreno. Sin embargo, los vínculos de las FDS con otros grupos denominados terroristas como el Partido de los Trabajadores de Kurdistán han limitado su legitimidad internacional. Tras la caída de Asad, han sufrido la ofensiva del ENS en Manbij.
Actores internacionales: ganadores y perdedores
Los principales apoyos de la dictadura de Bashar al Asad, y por tanto los otros perdedores con su caída, son Rusia e Irán. Por un lado, Moscú había delegado la presencia militar en el extinto Grupo Wagner y, ante la ofensiva rebelde, se limitó a responder con bombardeos aéreos sobre Alepo. Su falta de capacidades para apoyar al régimen sirio refleja sus limitaciones geopolíticas y a la hora de intervenir más allá de la esfera de influencia en el espacio postsoviético. Finalmente, le ha concedido asilo a Asad y su familia.
Por su parte, Irán y el Eje de Resistencia se han visto debilitados a raíz de la guerra en Gaza y Líbano. Aparte del apoyo militar y político iraní, uno de los principales aliados del régimen sirio era la milicia chií libanesa Hezbolá, patrocinada por Teherán. Sin embargo, la organización ha quedado descabezada y diezmada ante la ofensiva israelí en Líbano de los últimos meses, por lo cual dejó de enviar efectivos a Siria. De ese modo, la caída de Asad daña aún más los intereses estratégicos de Irán en Oriente Próximo.
Por otro lado, uno de los principales ganadores internacionales con el final del régimen sirio es Turquía. El Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan llevaba años abogando por la caída de Asad y también ha apoyado militarmente a algunas facciones rebeldes sirias. Ahora pretenderá influir en la transición de poder. De igual manera, el fin del régimen favorece a Israel, que ha impulsado su expansionismo sobre Siria. Otras potencias regionales como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos también podrían promover sus intereses políticos y económicos, por ejemplo, con la reconstrucción del país. Entretanto, el futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado que Washington no debería intervenir.