Lavado: "El establo parlamentario controla a Dina Boluarte"
Ingresamos al siglo XXI con cierto optimismo oscurecido por algunos desencantos y promesas rotas. Carente de rigor en el análisis acerca de qué profundidad abarcaban nuestras carencias como la imprevisible vuelta de Alberto Fujimori que ensució la mentalidad y la praxis política que padecemos los peruanos. No basta leer los periódicos llenos de lugares comunes consensuados para resaltar informaciones falsas y pronósticos de calculistas pagados. Es útil mirar el mundo para amortiguar el impacto de las noticias y las imágenes trucadas.
“En todas partes se cuecen habas” es un relato que puede sonar justificación, pero no basta. El presidente norteamericano Joe Biden candidato empujado a la reelección sigue tropezando con su desorden cognitivo y no supo afrontar la polémica con Donald Trump cuya diferencia ideológica tampoco es sustancial.
El camino a un nuevo período está sembrado de dudas. Un poco más allá una Europa desconcertada donde Francia proclive a una rabiosa y pujante derecha que lleva la disolución del centro y coge a los partidos progresistas desunidos con signos de cansancio. Una Alemania que se perfilaba como el motor fundamental que se dejó opacar por la influencia de los Estados Unidos como sugieren los temores del filósofo Jürgen Habermas. Ergo, Europa sin oxígeno para hacer frente a un futuro que acicatea con un cambio climático progresivo y giro geopolítico pensado desde fuera.
El Reino Unido con una democracia parlamentaria cuyo eje de decisiones políticas anclado en el Cámara de los Comunes con 650 miembros que deben ser renovados el 4 de julio con el previsible triunfo laborista. Un hecho político de proporciones que tiene un punto de inflexión en el Brexit y la noticia cantada del triunfo del laborismo frente a los conservadores tories como para pensar la política en un mundo agitado. No solo es el hecho de que 14 años en el poder desgastan sino existe algunas novedades en las profundidades geopolíticas y el cambio de la estrategia norteamericana como sheriff de la aldea global que ha ido dejando flancos descubiertos.
La vida peruana inmersa en sus inacabables problemas de corrupción y desgobierno que nunca terminan. En medio de una confusión que repleta los quioscos rellenos de datos poco importantes y de medias verdades donde la ilegítima presidenta Boluarte se dedica a nada. Está allí porque sirve a intereses evidentes, nada misteriosos y esotéricos. Y las noticias bullen de casos, de relatos, de falsas alarmas, todo para “marear la perdiz”. Pero como la historia no es nuestro fuerte nos da pereza volver a “las noticias de ayer”. ¿Resulta tan difícil admitir que en nuestra historia republicana las pautas de conducta política, las reglas que se hacer y los actores del reparto siguen el mismo libreto? O las ciencias sociales pierden encanto o hay intereses “sagrados” en juego.
Lo recurrente es síntoma
Los fiscales y los jueces a cargo de casos “emblemáticos” hacen sin cesar lo de siempre. Interpretan las normas cual guardianes que no se sabe de quién, pero en el marco de la “jurisprudencia”. Siempre haciendo “justicia” pero la gran paradoja se impone y nos pone de vuelta a la realidad como para desconcertarnos: hace falta el acceso a la justicia.
Se publicitan los cambios en los currículos escolares, se actualizan los textos, se capacitan de cuando en vez a los profesores, sin embargo, todo sigue igual en el progreso del aprendizaje. Las evaluaciones internacionales arrojan resultados inapelables que nos ubican en los últimos lugares como destino ineludible. Las justificaciones siguen el mismo libreto.
Se planifican y se emprenden campañas de lucha contra el narcotráfico muy publicitados, se dan nombres de incorruptibles y en fin se destinan recursos financieros para rastrear señales e indicios por tierra y por tierra. Sin embargo, el narcotráfico se incrementa y la riqueza patrimonial de los funcionarios se incrementan.
CONCYTEC es el baluarte de la investigación científica y tecnológica. Se publican avisos que sin duda le cuestan al Estado. La realidad es que los resultados no tienen repercusión en la comunidad, en la sociedad y en los que más necesitan. La comunidad científica vive el drama de “publicar o perecer” y esta consigna se ha convertido en el cartabón de las generaciones capitaneadas por las revistas indexadas. ¿Se lee lo que ocurre en la prestigiosa Universidad de Salamanca?
En fin, cuando se habla de política nadie sabe de qué se trata. El establo parlamentario de cabo a rabo es su expresión. Todo se reduce a tener plata para comprar desde la tesis hasta la publicidad donde los oradores de fabrican incluido los discursos. Sólo hacen falta difundirlos incluyendo libros “sesudos” y “denuncias serias” que no han hecho sino incrementar la fama de los denunciantes y de los denunciados, pero condena no. ¿Paradoja?