Mediterráneo.- Argentina y Ecuador: Lecciones para Bolivia
Este texto forma parte del boletín Mediterráneo del director Jesús Cantín, si quieres recibirlo semanalmente en tu correo, suscríbete
Las elecciones de este domingo en Ecuador y las del próximo en Argentina no son de esas trascendentes para la geoestrategia planetaria. Capaz que hasta las legislativas de Polonia, por sus implicaciones en la Guerra de Ucrania y en los equilibrios ultranacionalistas dentro de la Unión Europea, tengan mayor foco.
Las dos citas sudamericanas apenas son importantes para el continente y su afectación al eje progresista – conservador, porque Noboa en Ecuador se denomina de centro izquierda que por donde transita también Luis González, la candidata correísta, y Sergio Massa está en las antípodas del peronismo kirchnerista que representaba Cristina y su corte en Argentina. Así, gane quien gane, habrá que esperar a que pasen los días para ver quien se acomoda en el conglomerado bolivariano que representan gobiernos tan dispares como los de Boric en Chile, Petro en Colombia, Lula en Brasil y Arce en Bolivia, con Maduro en Venezuela proscrito al mismo nivel que la presidenta peruana Dina Boluarte, y quién se suma al binomio conservador más clásico de Paraguay y Uruguay.
Tal vez lo que más interés despierte a nivel mundial es precisamente el experimento sociológico de ambas campañas.
En Ecuador, por ejemplo, se ha experimentado con un candidato de clase altísima – hijo del banquero Noboa, antístesis del expresidente Correa -, pero que se ha presentado como un outsider, pero no a la manera estridente que se venía practicando en esta región del mundo muy dada a los apasionamientos y a la manipulación populista, sino de una forma especialmente propositiva y con ideas dispares sobre todo tipo de temas, incluyendo cárceles en barcos.
Al mismo tiempo, ha sido una campaña cruzada por la violencia del narcotráfico que incluso llegó a eliminar a uno de los candidatos punteros, el más crítico con Rafael Correa, sin que esto tuviera mayor impacto electoral en la primera vuelta.
El mayor experimento se está llevando a cabo en Argentina donde ha crecido un candidato como Javier Milei con argumentos cuasi adolescentes sobre la economía basadas en tesis ultralibertarias y que ha sido capaz de recoger el descontento acumulado durante dos décadas en el vecino país hasta el punto de colocarlo el primero en intención de voto sin mayor razón que la de ser el nuevo.
Nadie en el mundo occidental defiende tesis similares a las de Milei, que se han probado falacias en la vida real. La última primera ministra británica que osó plantear reformas similares encaminadas a bajar impuestos a los ricos y dejar que el libre mercado colocara las cosas en su sitio fue Liz Truss, que accedió al cargo tras la curiosa remoción contemporizada de Boris Johnson, que sí ganó en las ánforas. Truss duró 40 días en el 10 de Downing Street de donde fue expulsada fundamentalmente por la devaluación de la libra provocada por la inconsistencia de su reforma fiscal "a favor" del mercado.
Argentina vive electoralizada desde hace muchos años y han sido muchos los temas expuestos en esta campaña, pero la recta final se ha resumido a dolarizar sí o dolarizar no, y esta semana en concreto los ataques durísimos de Milei y su equipo contra el peso – lo que evidencia estrategia y no calentón – han hecho tambalear por enésima vez los cimientos de la economía nacional.
Milei sigue en cabeza y ya los más entusiastas auguran una victoria en primera vuelta, donde el candidato más votado debe obtener el 45% de los sufragios o el 40% y una diferencia de 10 puntos con el segundo postulante. El motivo de la euforia es la cada vez más pronunciada debacle de Patricia Bullrich, que no ha logrado retener al electorado tradicional de derechas con su propuesta de estabilidad clásica y mano dura en materia de seguridad. Las excentricidades de Milei y su viaje a la moderación de las últimas semanas le han favorecido y no parece que el último ataque al peso ni la denuncia penal interpuesta por el presidente Fernández vaya a interferir en el resultado, pues tampoco hay novedad respecto a su discurso esencial: dolarizar.
Tomar nota
En Bolivia las cúpulas de los partidos y su legión de estrategas miran con atención ambas campañas.
La de Ecuador tiene que ver con los fantasmas y la tracción del voto útil, sorprendentemente accionado desde posiciones constructivas. La de Argentina también, pero desde las antípodas.
El Movimiento Al Socialismo más teórico se mira en el espejo de la Revolución Ciudadana, que sigue siendo el partido mayoritario en Ecuador pero que sin el apoyo indígena, aún con el traspiés de Yaku Pérez, no ha logrado formar las mayorías suficientes en estos años. Es el fantasma de la división del que habla Álvaro García Linera en relación a Morales y Arce.
El MAS también trata de encontrarse en la Argentina, pero este año es aún más evidente que nunca hubo una simetría más allá de la coyuntura. El kirchnerismo se ha diluido y algunos teóricos hablan de la derechización de la Argentina, que no solo se refleja en Milei, sino en que Sergio Massa se convirtiera en la alternativa casi única del peronismo. Morales no puede considerarse más a la izquierda que Arce por sus hechos concretos de política económica, más de bono que de cambio estructural.
La oposición también se busca en ambas elecciones: abrumar con propuestas o capitalizar un descontento que en Bolivia parece más instalado en las clases media altas que en las clases populares. En esas, no conviene olvidar que para plantear la eliminación de las estructuras de un Estado, primero deberían existir…
Como sea, las cuestiones más elementales que afectan a la relación bilateral no cambiarán. La problemática que más nos acerca a Ecuador hoy es el del cambio drástico que está sufriendo el mercado mundial del narcotráfico, que se materializa en violencia, y en esas no se prevé aún una respuesta conjunta ni siquiera continental por muchos esfuerzos que haga Gustavo Petro, mientras que con Argentina la relación giraba sobre el gas, y con Milei, con Bullrich, con Massa o con quien sea, Vaca Muerta y sus gasoductos se están desarrollando y la Argentina será autosuficiente en poco tiempo. El resto es soya.
Guerras y golpes
- Como se preveía, la respuesta de Israel a los ataques de Hamás no está siendo selectiva precisamente, pero pasarán todavía varias semanas hasta que la comunidad internacional la considere desproporcionada. Esta semana no es que no haya silencios o sugerencias, sino que los principales líderes del mundo se han ido hasta Israel a defender el derecho a la defensa de un Estado que bombardea un gueto erigido hace décadas para encerrar a dos millones de personas.
- La consecuencia económica es la clásica: subida de precios del petróleo, que ya ronda los 90 dólares el WTI de referencia para América, ante la especulación de que el conflicto se internacionalice con Irán y Arabia Saudí como protagonistas.
- Curiosa la performance de Emanuel Macron, que teme pasar a la historia como el presidente que abrió la puerta a la derecha después de llevar a Francia a la irrelevancia internacional y perder sus pseudo colonias en el Sahel (que ya era hora). Se está empleando a fondo para agradar a Netanyahu pese a la amplísima comunidad islámica que vive en Francia.
Otras breves y democráticas
- La crisis institucional está durando más de lo previsto en Estados Unidos, abonada a la polarización política como forma de vida ya desde el Tea Party y Barak Obama. Se acerca el enésimo “cierre financiero” mientras la Cámara Baja sigue sin presidente por la crisis interna del partido Republicano, dividido entre los conservadores clásicos y los más ultras – esencialmente trumpistas, pero no solo – que son quienes hicieron caer a McCarthy y en un contexto internacional complejo: el enquistamiento de la guerra en Ucrania debilita a Biden ante Putin y también ante China, que en problemas económicos internos estudia una resolución violenta de la tensión con Taiwán como huida hacia delante. El conflicto en Palestina es la última piedra en la carrera electoral de dos octogenarios, Trump y Biden, que si nadie lo remedia optarán al “trono mundial” el próximo año con impredecibles consecuencias para el resto del mundo.
- Que viejos recuerdos trae que la OEA decida “mediar” en los conflictos internos de un país. La crisis en Guatemala ha subido de tensión y el inefable Luis Almagro ha decidido mandar una misión para mediar entre el gobierno actual y quienes no quieren que asuma el presidente electo Bernardo Arévalo… pero cabe la posibilidad de que ambas partes sean la misma. ¿Qué mediará entonces la OEA? ¿Qué suerte correrá Arévalo? Puede leer un resumen de la situación a continuación:
Nos vemos la próxima semana