Combustible, otra vuelta de tuerca

Levantar la subvención estuvo en la agenda y ya nadie se atreve por los precios;  liberalizar el sector tampoco está en la agenda y tampoco aparecen grandes proyectos que cambien el paradigma del transporte

No hay combustibles en el país. Al menos no los suficientes para atender la demanda, y eso es un problema de una dimensión mayúscula que sin embargo, está pasando casi desapercibido en medio de la vorágine política de amenazas, compras, traiciones y cálculos.

Todas las aristas están por demás explicadas y el asunto está vigente desde hace más de seis meses. Apurado por la falta de dólares, el gobierno optó por “ampliar” su planilla de proveedores con barriles rusos - aunque este tema se trate opacamente por temor a sanciones – que llegan por los siempre conflictivos puestos chilenos de los que sin embargo, nadie ha querido nunca separarse en los últimos cien años. La catástrofe podía preverse, pero no nos las daremos de adivinadores a posteriori.

La cuestión es que el flujo de combustible es anormal y ha acabado por arrastrar hacia el colapso a una economía ya de por sí deprimida que apenas ha reaccionado a los estímulos ofrecidos desde la administración y sugeridos por los empresarios. Si de por sí la economía tiene una baja tasa de productividad porque en general somos ineficientes, vivir calculando el tiempo que se debe invertir en llenar el tanque y los usos que se pueden dar augura un desastre.

La primera crisis se capeó con aquella propuesta del referéndum con la que Arce quiso compartir la responsabilidad sobre el fin de la subvención a los hidrocarburos, pero que acabó arruinando al incorporar otros aspectos políticos para su comodidad, pero que requerían un trámite complejo que su ministro promotor no tenía atado. Como fuere, en esa época se instaló el debate sobre el fin de la subvención, asumida de forma natural por las capas medias y altas de la sociedad, que entienden su privilegio y el impacto global, y no tanto entre las capas más humildes, que entienden la macroeconomía, pero, sobre todo, lo que cuesta hacer la feria.

Aunque nunca se recuperó del todo, la logística vuelve a fallar y las colas ya llevan un mes ininterrumpidas. Los bloqueos en el trópico de Cochabamba han resultado ser una excusa perfecta para estirar la goma y buscar culpables, pero con los bloqueos intervenidos hace casi una semana y suspendidos oficialmente desde el martes, la situación continúa siendo crítica en el sur del país y en La Paz, donde no deberían registrarse problemas.

Los bloqueos en el trópico de Cochabamba han resultado ser una excusa perfecta para estirar la goma y buscar culpables, pero ya no

Es incierto cuánto tiempo se podrá sostener esta actuación y tampoco parece que vaya a haber fuerzas populares que logren canalizar el descontento, pero el gobierno de Arce sigue teniendo serios problemas de supervivencia no tanto por el factor político como por el social.

La estrategia parece ser ver pasar el tiempo, pero el país necesita medidas, incluso aunque sean a largo plazo. Levantar la subvención estuvo en la agenda y ya nadie se atreve por el comportamiento de los precios; la posibilidad de liberalizar el sector tampoco está en la agenda y tampoco aparecen grandes proyectos que cambien el paradigma del transporte o busquen otro tipo de alternativas.

Si el Gobierno solo piensa en la repercusión electoral de sus acciones, seguramente convendría un adelanto, que es muy difícil de gestionar. Tomar medidas de fondo se hace inevitable. El país lo necesita.


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