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Un Fiscal para una Justicia en descomposición

El papel del Fiscal General es imprescindible en estos tiempos de polarización, no solo para que la justicia prevalezca, sino para que la sociedad no implosione

Tras una sesión que rompió todos los análisis, Bolivia tiene nuevo Fiscal General. Se trata del joven Roger Mariaca, de apenas 36 años y desarrollado profesionalmente en Santa Cruz de la Sierra, quien ha asumido uno de los cargos con mayor poder del Estado y que sin duda, ha sido intensamente negociado.

A Mariaca se le ubicaba en la órbita evista por las relaciones con el exministro de Gobierno Carlos Romero, pero también ha coincidido generalmente con algunos de los ministros estrella del gabinete de Luis Arce. Había poca fe en que el nuevo Fiscal fuera elegido en sesión plenaria y más bien se analizaban las variables que se podían esgrimir para nombrar al reemplazante, pero finalmente se “alinearon los astros”.

El Fiscal debería ser capaz de apartar a la institución de la sombra del Gobierno y eso implica también aplicar la rigurosidad de la Ley

Dependerá mucho de las prioridades que se marque el propio Mariaca para que se pueda dilucidar finalmente cuales fueron las motivaciones de cada uno para votar una cosa o la otra, pero lo cierto es que el nuevo Fiscal concitó un nivel de consenso que no se veía en la Asamblea Plurinacional desde hacía años.

En principio solo 32 parlamentarios se desmarcaron de la votación a Mariaca, que sería una mitad de Comunidad Ciudadana y unos pocos “masistas evistas” que no se acaban de fiar del “compañero”.

La votación ha hecho daño en varios frentes, por ejemplo, en el interior del arcismo, que ha visto fracasar otra estrategia; también en Santa Cruz, pues no ha caído bien ver al pleno de sus representantes votando junto al MAS, y también en Comunidad Ciudadana, donde la bancada se habría reducido en un 50%.

Como fuere, Mariaca ha sido posesionado hoy por el Vicepresidente David Choquehuanca y ante él se abre una nueva etapa de la Justicia boliviana, que ojalá sea abordada como una oportunidad para recuperar la credibilidad de una institución brutalmente golpeada. Pese a las quejas, justificaciones, asambleístas que escurren el bulto y demás pataletas, Mariaca ha reunido a más del 70% de los votos a su favor, lo que efectivamente le da la legitimidad para al menos, intentarlo.

El papel del Fiscal General es imprescindible en estos tiempos de polarización, no solo para que la justicia prevalezca, sino para que la sociedad no implosione. Tal vez el tiempo ponga en su lugar a Juan Lanchipa (2018 – 2024) y el papel que jugó en un momento en el que Bolivia estuvo al borde de la guerra civil, y no es exagerado decirlo.

Mariaca tiene ahora la responsabilidad de mantener lo poco que se ha institucionalizado y potenciar los nuevos instrumentos que prevé la Ley para agilizar la impartición de justicia, donde la investigación suele ser clave. El Fiscal debería ser capaz de apartar a la institución de la sombra del Gobierno y eso implica también aplicar la rigurosidad de la Ley en las Audiencias Cautelares, particularmente de los casos políticos, esas que suelen ser principio y final de una historia fracasada.

Cabe desearle los mejores éxitos al nuevo Fiscal General, pues de la lucidez de sus decisiones dependerá también la salud social de este país. Que la elección sea en buena hora.


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