Trabajar en la autonomía regional

Es tiempo de superar viejas rencillas y de arriar banderas de confrontación. La autonomía regional es ya una realidad y como tal, debe convertirse en un instrumento útil

El 7 de marzo también se elegirá al primer gobierno regional del Gran Chaco por voto popular, una figura inédita y que se incluyó en la Constitución de 2009 y que ha tardado demasiado en implementarse con la legitimidad necesaria, y que por primera vez se pondrá a prueba en su concepción de ser motor de desarrollo de la región más rica y más maltratada del país.

Tanto ha tardado en implementarse que por el camino se han dilapidado docenas de millones de bolivianos en nadie sabe bien qué y de los que nadie ha dado las explicaciones pertinentes, y que precisamente debería ser la primera tarea de aquellos que asuman el cargo.

Tanto ha tardado en implementarse que aquellos que la pergeñaron y concedieron no solo ahora se hacen los locos, como si el asunto no fuera con ellos, sino que además se presentan como adalides del ajuste necesario que requiere, verso que es también camuflaje para quienes han planteado alguna vez su eliminación.

La autonomía regional tiene unos grandes problemas de concepción institucional. La piedra angular es el ingreso directo del 45% de las regalías de Tarija a sus cuentas fiscales, pero a su vez lo es el reparto interno a partes iguales, es decir, 15% para cada uno de los municipios sin mirar ni la extensión, ni la demografía ni la producción específica, y es que Yacuiba sigue sin producir una molécula de gas mientras Caraparí se seca y Villa Montes también.

Este reparto dificulta y mucho la concepción de autonomía regional como un todo, de hecho, se le llamará “ejecutivo regional” al que se elige en padrón abierto, y que es de Yacuiba, pero los demás tendrán su ejecutivo de desarrollo con su 15% para ser administrado.

Es por esto que no hay proyectos de región como tal, sino que cada proyecto debe pactarse en sus alcances e inversiones, lo que perjudica a todos los niveles, pues se piensan proyectos de nivel municipal y poco más.

La piedra angular es el ingreso directo del 45% de las regalías de Tarija a sus cuentas fiscales, pero a su vez lo es el reparto interno a partes iguales, es decir, 15% para cada uno de los municipios

La complejidad del asunto cae grande a los propios políticos que pretenden administrar el cambalache pero que pasan de puntillas por encima de estos asuntos escabrosos. Ni siquiera en campaña, que es cuando los políticos deberían comprometerse con las soluciones, se ven propuestas cohesionadas para la región. Apenas el MAS hace campaña en “plancha” para el ejecutivo regional y los ejecutivos de desarrollo de Villa Montes y Caraparí, mientras el resto hace promesas específicas para su pueblo y poco más.

El Chaco no tiene resueltos sus problemas esenciales, y los que apuntan maneras, ni siquiera se están financiando íntegramente con recursos propios, como en el caso del Hospital de tercer nivel, que debería ser un proyecto regional y no una iniciativa de Yacuiba. Lo mismo pasa con proyectos como el parque industrial o el plan de inversiones que debería acompañar a la prometida industrialización y que nadie quiere asumir como proyecto que beneficie al conjunto de la región.

Es tiempo de superar viejas rencillas y de arriar banderas de confrontación. La autonomía regional es ya una realidad y como tal, debe convertirse en un instrumento útil. Todo lo demás solo nos conduce al fracaso.


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