Boyuy y la debilidad de YPFB

La perforación en Boyuy ya ha alcanzado los 8.000 metros, así lo confirmó el presidente de la estatal petrolera YPFB, Óscar Barriga, a los micrófonos de Erbol. El taladro no da más de sí y los resultados no han sido más novedosos de los que ya se tenían hace mes y medio, cuando el...

La perforación en Boyuy ya ha alcanzado los 8.000 metros, así lo confirmó el presidente de la estatal petrolera YPFB, Óscar Barriga, a los micrófonos de Erbol. El taladro no da más de sí y los resultados no han sido más novedosos de los que ya se tenían hace mes y medio, cuando el Ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez llevó al presidente Evo Morales con toda la fanfarria a visitar “el pozo más profundo de Sudamérica”, como si eso significara algo.

Barriga explica ahora lo mismos que entonces ya les dijo Repsol, rebajando los aires jubilosos habituales en los responsables políticos bolivianos del sector: se han atravesado numerosas arenas y ahora hay que analizar los datos y ver cuán productivos son. Es probable que algo haya porque la zona es altamente productiva, pero también es posible que el costo de recuperación a determinadas profundidades no lo haga rentable, aunque Barriga se esmere en negar exactamente este punto. En cualquier caso, son los técnicos y no los políticos quienes deben decidir el asunto con precisión, sin dejarse llevar por las presiones y las necesidades electorales del corto plazo.

Lo cierto es que la puesta en escena de la perforación del pozo y sus resultados finales dista mucho de otros hallazgos de YPFB en los 90, cuando San Alberto, San Antonio y lo que sería Margarita se hicieron realidad con discreción, sin docenas de supervisiones previas y sin tanta ansiedad simbolizada. Y eso que por entonces había mucho más en juego; y que apenas sospechaban lo que se venía encima con el asalto de la capitalización.

Boyuy pasa por ser uno de los últimos intentos del MAS por poder exhibir un resultado de cierta consideración en su gestión. El único que superaría el trillón de pies cúbicos (TCF por sus siglas en inglés) de reservas y por tanto, el único significativo. El último de esas características fue Incahuasi, cuyo descubrimiento coincidió con la fatídica política petrolera de Tuto Quiroga y que sembró la base de los problemas posteriores reduciendo obligaciones a las petroleras contratadas y que el MAS no ha podido corregir en sus ya largos 13 años de poder, con nacionalización incluida.

Desde la nacionalización de 2006, expresión sobre todo soberanista de gobierno, la política hidrocarburífera no parece haber vuelto a tener una orientación nacional ni siquiera en aspectos puntuales. El primer intento de transformación lo abortó Álvaro García Linera, evidenciado en la firma de los contratos petroleros que prorrogaban la lógica de la subordinación. Después vino la larga hegemonía de Carlos Villegas en YPFB, cuya prioridad fue la supervivencia y que básicamente acomodó plazos y planes en todos los sectores para no “molestar” ni a vecinos compradores ni a empresas proveedoras. Después vino Sánchez y su afán por que el Ministerio recuperara el control de la empresa y el sector, aunque hasta hoy no sepamos para qué.

Hoy YPFB no puede hacer otra cosa que cruzarse de brazos mientras la otrora demonizada Repsol analiza los datos de nuestro subsuelo para determinar si hay algo útil, o no, y todo ello lo hace coordinación con un contexto político particular. Muchos se juegan mucho. Qué lindo hubiera sido llegar a este momento con alguna cancha de fútbol menos y con una YPFB institucionalizada, poderosa y con capacidad de liderar el sector.

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