La “Carretera de la muerte” y el conformismo

Muchas carreteras de Bolivia a lo largo de los años fueron bautizadas con el nombre de “Carretera de la muerte”, entre ellas la ruta a los Yungas. Pero además del camino sinuoso recibieron ese nombre por el número de fallecimientos que se dieron en ellas. En Tarija una de las rutas que se...

Muchas carreteras de Bolivia a lo largo de los años fueron bautizadas con el nombre de “Carretera de la muerte”, entre ellas la ruta a los Yungas. Pero además del camino sinuoso recibieron ese nombre por el número de fallecimientos que se dieron en ellas. En Tarija una de las rutas que se ha llevado más vidas es la Ruta 9, que une los municipios de Yacuiba y Villa Montes en la Región Autónoma del Gran Chaco tarijeño.
En 2018, veinte personas murieron en hechos trágicos por diversos accidentes en ese camino, todos relacionados a la velocidad, al consumo de alcohol e imprudencias. La ahora llamada “Carretera de la muerte”, registró el pasado año 85 hechos de tránsito, en los cuales además de los 20 fallecidos, 71 personas quedaron heridas.
De los 85 hechos de tránsito, 33 fueron colisiones y 24 atropellos a peatón. Vuelcos, choques a vehículos estacionados y caídas de motos fueron los otros accidentes que más se anotaron.
Aunque hace mucho se plantearon soluciones pronto se fueron dilatando. Se planteó como parte de la solución el proyecto de la Doble Vía de la Administradora Boliviana de Caminos (ABC), el tema de saneamiento de terrenos a cargo de la Alcaldía que permita ejecutar el proyecto, la implementación de reductores de velocidad, medidas de señalización y el control efectivo de la Policía.
Más aún, esto no avanza y se encuentra incierto a la par que los accidentes suman. En 2019 ya se añadierondos muertes ante la impotencia de quienes deben transitar esa ruta por motivos familiares, laborales e incluso de estudio.
De acuerdo a expertos en el tema, tres factores principales influyen en la ocurrencia de accidentes de tránsito: el humano, el vehículo, y la infraestructura y su entorno. Si bien el factor humano y el vehículo dependen más del conductor es fundamental que las autoridades garanticen una buena infraestructura. Es su responsabilidad.
En algún momento ya hablamos del concepto de las “carreteras que perdonan” y éstas consisten en rutas que brindan oportunidades al conductor para evitar un accidente o para minimizar las consecuencias en caso de que el accidente no pueda ser evitado.
Una vez que se pierde el control del vehículo, ya pasa a segundo plano si el conductor se había quedado dormido, si iba con licor en la sangre, si iba con exceso de velocidad, o si simplemente trataba de esquivar a un animal en la vía. El accidente puede igualmente ocurrir, pero las consecuencias podrían ser muy diferentes.
Las acciones dirigidas a educar al conductor y modificar su comportamiento son muy importantes; sin embargo, generalmente los resultados se ven a largo plazo. Por su parte, las acciones para mejorar la infraestructura vial y su entorno pueden ser inmediatas; únicamente se necesita una buena planificación de los recursos aun cuando son limitados, y ante todo, VOLUNTAD POLÍTICA.
Algunos ejemplos que hacen que una carretera “perdone” y que le dé una segunda oportunidad a sus usuarios son sistemas de protección central y lateral adecuados, demarcación vial horizontal y señalización vertical siempre presentes y de una forma clara, superficies de rodamiento en buen estado, velocidades congruentes con el diseño geométrico de la vía, delineadores abatibles para controlar las zonas en donde se prohíbe el adelantamiento, espaldones con ancho adecuado, bandas sonoras en los espaldones, postes abatibles de señales de tránsito y de iluminación, carriles con ancho recomendado, zonas de descanso para vehículos pesados, entre muchos otros ejemplos.
Las autoridades deben asumir su responsabilidad. Cada día cientos de personas corren el riesgo de morir en las llamadas “Carreteras de la muerte” y todos somos espectadores de eso.
Nuestras autoridades se conforman con echarle la culpa al conductor por “z o x” motivo. Este comportamiento correspondea una sociedad conformista que busca culpables e invisibiliza la responsabilidad del Estado.

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