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El FMI, la economía informal y el MAS

Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha determinado que la economía informal boliviana es la mayor del mundo. Un dato que, por mucho que lo podíamos sospechar con solo dar una vueltita por el centro de cualquier ciudad de Bolivia y particularmente en Tarija, no debería dejar...

Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha determinado que la economía informal boliviana es la mayor del mundo. Un dato que, por mucho que lo podíamos sospechar con solo dar una vueltita por el centro de cualquier ciudad de Bolivia y particularmente en Tarija, no debería dejar indiferente a nadie pues no solo es una constatación sino que nos señala como record.

El documento de trabajo en cuestión titula “Economías sombrías en todo el mundo: ¿qué aprendimos en los últimos 20 años?”, en el que se estudiaron 158 economías del mundo y donde Bolivia obtuvo un porcentaje de 62,3%, seguido de Zimbabue con un 60,6%, reportó el portal de Financial Tribune.

“La economía sumergida incluye todas las actividades económicas que están ocultas a las autoridades oficiales por razones monetarias, reguladoras e institucionales”, dijo el FMI.
Si bien el FMI ha develado este dato en un estudio propio, cabe señalar que los guardianes de la ortodoxia neoliberal no necesariamente expresan una visión crítica sobre las prácticas mencionadas, sino que más bien las contemplan en tanto en cuanto hacen a la economía real paradigma del capitalismo perfecto, absoluto o salvaje, como se quiera llamar. Bolivia es, por tanto, el paradigma de la voracidad de los mercados y de la desregulación social.

El estudio hace referencia a los 20 últimos años, motivo que debería escocer todavía más a las autoridades del Gobierno autonominado socialista. Bolivia partía de situaciones económicas gravísimas, de un Estado saqueado en los 90 por los Gobiernos de la privatización, que en la práctica vaciaron de capital el país. El problema para el MAS es que de entonces han pasado muchos años, concretamente 13, en los que ellos mismos han gestionado la economía.

El estudio del FMI pone al descubierto dos de las grandes falacias del MAS en términos económicos: el de los ingresos por recaudación tributaria y el de la mejora del mercado laboral.

Después de años escuchando a Don Justo y compañía promocionar e incentivar el pago de impuestos, la petición de facturas, etc, los resultados nos dejan a la cola del mundo. El MAS lo soporta contrastando con los resultados de la era de Gonzalo Sánchez de Lozada donde, obviamente, la recaudación era tan inexistente como las empresas exitosas.

Igualmente, después de años escuchando los “éxitos” del modelo respecto al mercado laboral, el FMI pone en evidencia que la inmensísima mayoría de los bolivianos trabaja sin contrato, sin seguro de salud y sin aportes a sus AFP, aun siendo dependientes. El MAS lo soporta exhibiendo la curva de incrementos del salario mínimo, que ha alcanzado los 2.000 bolivianos y, por ello mismo, ha convertido el mínimo en el habitual.

No hacía falta esperar al informe del FMI. Los empresarios hace tiempo que evidencian las prácticas cuasi sicilianas de aquellos que controlan las operaciones en las empresas formalmente constituidas: pago de impuestos, contratación de personal, aportes, beneficios, etc frente a aquellos que deberían perseguir el negocio ilegal y la explotación laboral.

Los datos del FMI solo vienen a corroborar los efectos perniciosos de la política económica electoralista de dobles aguinaldos e incrementos salariales que, en realidad, apenas beneficia a una mínima parte del padrón, y que ha acabado con cualquier aspiración a la formalización de cualquier emprendimiento real.

Por si acaso, se debe tener en cuenta que este FMI es el mismo que se exhibe cuando dan palmaditas en la espalda por las cifras de crecimiento de Bolivia, que ya, salvo la ortodoxia capitalista ultra, pondera como éxito.

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