En Bolivia aún impera una “urbanización neoliberal”
Un reciente libro de la investigadora en temas urbanos, Escarley Torrico, demuestra que la última ola urbanizadora (iniciada en los ochenta) se dio paralelamente al neoliberalismo, un modelo que determinó el carácter de los cambios territoriales a tal punto que es posible llamarle...



El libro, titulado “Emergencia urbana. Urbanización y libre mercado en Bolivia”, hace un recorrido desde la “primera ola de urbanización en Bolivia” en los años 50 del siglo pasado hasta el impacto de la descentralización en las conformación de las ciudades.Así, si bien el proceso de urbanización en Bolivia data de hace casi tres décadas, se ha consolidado en la última. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 1992 la mayoría de la población vivía en ciudades (57,5%). En 2001 la proporción creció hasta el 62,4%, y en el último Censo (2012), ascendió a 67,48%. La mayoría de este porcentaje se concentra en las ciudades del eje central (Santa Cruz, La Paz, El Alto y Cochabamba). El resto vive en ciudades pequeñas e intermedias, cuyo número se ha triplicado desde 2001. “Es un panorama bastante diferente al de hace 65 años; en 1950, dos tercios de la población boliviana se dedicaba a actividades agrícolas y apenas 26,2% vivía en centros urbanos”, explica Torrico.Entre los impactos generados por la dinámica urbanizadora, particularmente la neoliberal, “el principal es la urbanización ligada a la expulsión o desplazamiento de los pequeños campesinos (…), la urbanización acelerada de los años 80 y 90 tuvo que ver con las medidas neoliberales que abandonaron al campesino y promovieron la libre importación de alimentos y la eliminación de subsidios”.Por su parte, el director del Centro de Documentación e Investigación Bolivia (CEDIB), acota que a lo largo de este proceso, las instituciones y la política pública “se pusieron al servicio del libre mercado, reproduciendo en cada aspecto de la vida citadina su ortodoxia”.Torrico agrega que “los términos de la urbanización neoliberal no son solo de retraimiento del Estado, que no es lo mismo que ausencia, y no está solo en relación a la vivienda y el suelo, sino que tiene que ver como un modo de gestionar el espacio, tanto en lo macro (la nueva red urbana conformada en Bolivia) como en los espacios interiores de las propias ciudades”.
Vínculo neoliberalismo-urbanización“Bolivia solía ser macrocefálica, pues poniéndolo en términos demasiado simples, esa era la estructura territorial que correspondía con la economía de enclave minera”, dice la investigadora refiriéndose al “crecimiento de una sola ciudad o región ligada al mercado mundial, desarticulada del resto de su territorio”. Actualmente eso ha cambiado. “Ahora tenemos otra configuración, las ciudades mineras no tienen el mismo peso o lo perdieron totalmente, y en su lugar tenemos una red urbana tricéfala y una novedad con el crecimiento de las ciudades intermedias y pequeñas”, afirma. Según Torrico, eso se debe “a las medidas neoliberales que planteaban diversificar las exportaciones, y tenemos el crecimiento de las zonas gasíferas, soyeras y nuevos enclaves mineros, incluso cocaleros y finalmente las zonas fronterizas como respuesta a la apertura comercial de Bolivia”.Sin embargo, lo complicado es que esto genera “un nuevo tipo de presión, porque son las ciudades el nuevo escenario de la crisis, no solo del mundo campesino sino de lo que está ocurriendo en las propias ciudades en un escenario de desindustrialización e incluso pauperización” (empobrecimiento) de las clases medias. En este aspecto, el Estado neoliberal jugó un rol importante, que no fue el de atender las necesidades de la población que surgieron por este proceso, de por sí muy crítico, sino el de trasladar el problema a la gente “porque en la visión de ese momento se trataba de acabar con el Estado paternalista”, explica la experta. Es por ello que “tanto la política en general, como las políticas particulares” que se aplicaron durante el neoliberalismo son las que en cierta medida definieron el destino de las ciudades, “y eso es importante porque esas son las ciudades que hoy estamos habitando”.
Desigualdad urbanaLas ciudades, bajo un sistema desregulado del suelo, se constituyen no sólo en fuente de reproducción de las desigualdades urbanas previas, que ya existían, sino también de nuevas formas de desigualdad.En el contexto actual, “el espacio es un factor clave en la desigualdad urbana, ya que genera accesos diferenciados a los recursos, y además, dependiendo donde estés y dónde vivas, se activan mecanismos que por la localización empobrecen a ciertos sectores”, afirma Torrico. Se refiere, por ejemplo, al acceso a servicios: “tenerlos o no tenerlos hace una diferencia enorme en términos de calidad de vida y afectar de forma diferenciada a tus ingresos. La gente de zonas periurbanas de hecho tiene menos años de esperanza de vida y eso sin contar los efectos de estar permanente enfermo por consumir agua de mala calidad”, situaciones que empobrecen aún más.La autora afirma que el libro busca identificar los aspectos que constituyen esta “urbanización neoliberal” como punto de partida para plantear políticas y medidas que permitan “desmontar el denso entramado institucional, jurídico, normativo y político que rigen el destino de nuestras ciudades, aun hoy en día”.