Expertas proponen que haya un salario para los estudiantes
Las expertas Anouk Renaud y Chiara Filoni, del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), con sede en Bélgica, reivindican un salario para estudiantes por varias razones, que desarrollan en una reciente publicación.



La primera razón que argumentan es puramente económica: “las estudiantes no disponen de recursos, son pobres, y con demasiada frecuencia dependen se sus padres y/o han de recurrir a un trabajo durante sus períodos de vacaciones o de tiempo libre”. Por tanto, un salario les permitiría liberarse de este estado de necesidad, ser independientes, y no verse privados de su tiempo libre para “pensar, crear y cuidarse entre sí”. Estas y otras consideraciones de Renaud y Filoni están basadas en un panfleto publicado anónimamente en 1975 titulado “Salarios para las estudiantes”, durante las huelgas estudiantiles en Massachusetts y New York, cuya perspectiva de análisis y reivindicaciones recogía lo que muchos colectivos feministas que reclamaban: un salario por el trabajo doméstico y las luchas “operaístas” en Italia. Este texto se ha reeditado en 2016 en edición trilingüe (inglés, castellano y francés) y completado con la transcripción de una discusión colectiva sobre esta reivindicación que tuvo lugar en 2013 en New York y con datos más recientes, que según las expertas del CADTM “guarda toda su actualidad”, porque la situación actual tiene similitudes con la de aquellos momentos.Y es que en el momento en que se escribió “Salarios para las estudiantes”, sus autoras veían las primeras turbulencias del “giro liberal” que sacudieron particularmente a la universidad de EEUU y poniendo en cuestión las conquistas sociales de los años 1950 y 1960. Así, la campaña por el salario doméstico iniciada en 1972 se dirigía contra los recortes a las “ayudas sociales” propuestas por el Gobierno norteamericano, que se interpretaban por parte de las activistas como una primera forma de salario doméstico. De igual forma, la introducción de los gastos de escolaridad y la suspensión de subvenciones a las universidades –que se habían visto como avances de un salario estudiante– fueron rechazadas por el movimiento que luego relanzó como respuesta la idea de un salario para las estudiantes.
Universidad como lugar de explotaciónSegún las autoras, “la universidad no es un lugar de emancipación ni de realización para las estudiantes sino más bien un lugar de explotación: su único objetivo hoy en día es prepararlas para el mercado de trabajo, en el que sus conocimientos serán explotados sobre el altar del crecimiento económico y del beneficio de la clase capitalista”. El panfleto por su parte observa que más allá de la satisfacción puramente material de las necesidades del capital, la educación formal constituye un proceso para disciplinar y autodisciplinar a las personas. “Aprender a permanecer sentada sin molestar, escuchar atentamente, obedecer a las profesoras, memorizar los contenidos de los cursos… son otros tantos ejemplos de aprendizaje de una autodisciplina indispensable para perpetuar el sistema capitalista”. Por tanto, la universidad es, en sí misma, “un lugar de explotación al mismo nivel que lo es el mercado de trabajo para las trabajadoras. Es la razón por la que las luchas estudiantiles forman parte integrante del movimiento obrero”.Teniendo esto en cuenta, para Renaud y Filoni “no hay ninguna razón para que las estudiantes sean explotadas sin recibir su salario. La ausencia de remuneración priva a las estudiantes del poder que el salario proporciona a las trabajadoras en su relación de fuerza contra el capital. Es por tanto fundamental cambiar las relaciones de poder y el salario es el único medio para lograr este objetivo”.Sin embargo, la exigencia de un salario estudiante no es más que una primera reivindicación provisional; su objetivo final es cambiar radicalmente el sistema educativo con vistas a una auténtica autogestión y emancipación de las estudiantes.
Deudas asfixian a estudiantes en EEUUHoy en día la universidad en EEUU no tiene nada de gratuito, ni siquiera la universidad pública. Ha habido un aumento en un 500% de los gastos de escolaridad desde 1985 hasta el presente, y el endeudamiento promedio es de 30.000 dólares por estudiante (en total más de 1.100 millones de dólares en EEUU).Como señala el panfleto actualizado de 2016:“Nos peleábamos en los años 70 por un salario y actualmente, intentamos escapar a la esclavitud de la deuda (…) En adelante hay que pagar por ser explotada”.Según las expertas del CADTM, la deuda (toda deuda, la deuda estudiantil también) es una “herramienta de control por excelencia”, ya que la perspectiva de su amortización condiciona en adelante la elección del ámbito de estudios o de empleo de los y las estudiantes; es decir, la elección de su modo de vida. “Las estudiantes se convierten así, no solamente en consumidoras de una educación considerada como mercancía, sino incluso en emprendedoras-contratistas, en la medida en que han de invertir en su propia formación (y si no disponen de capital han de pedirlo prestado) esperando que esta inversión les será devuelta por la obtención de un buen trabajo y un buen salario”.Por tanto, la idea de un salario para los estudiantes busca invertir el paradigma: las estudiantes no como deudoras, sino como acreedoras, porque son las instituciones las que prosperan por su trabajo, más que garantizar su derecho a la educación.