Infraestructura urbana, muy rezagada respecto a población
El gran desafío es “intentar crecer dentro de los límites actuales de la mancha urbana incrementando su densidad, detener la expansión descontrolada en baja densidad. La amplia mayoría de las ciudades latinoamericanas pueden hacerlo, el único obstáculo es la capacidad de los propios...



Así ve las cosas para Latinoamérica Horacio Terraza, experto en desarrollo urbano y ciudades del Banco Mundial, quien recuerda además que posee ya un nivel de urbanización de los más altos del planeta, que supera el 80%. Y a diferencia de Asia y África, las grandes urbes latinoamericanas región habrán dejado de crecer para el año 2050.Para el experto, la urbanización a escala global es irreversible, alcanza hoy más del 50% de la población y será del 75% en 2050, “siguiendo los pasos de una América Latina voraz que en 65 años pasó del 40% a más del 80% actual”. Asimismo, afirma que la inversión tendrá mayor impacto si se enfoca en centros urbanos, “donde no solo aplican economías de escala y aglomeración, sino que son el motor económico de los países (generan el 80% del PIB global) y donde se concentra su mejor recurso, el humano”.
Informalidad y vulnerabilidadEn Latinoamérica, desde hace ya 60 años las ciudades crecen en infraestructura urbana muy por detrás del crecimiento poblacional y de la expansión física de las mismas. Además, aproximadamente un 25% de la población vive en asentamientos informales y se estima que serán 160 millones de personas para el 2020.De igual manera, estimaciones del Banco Mundial dan cuenta de que actualmente el 75% de la vivienda producida anualmente en la región es informal, lo que implica que carecen de títulos de propiedad y acceso a infraestructura y servicios básicos. Y para complicar aún más las cosas, estos asentamientos se dan generalmente en los únicos espacios libres de la ciudad: aquellos de mayor riesgo de desastres (inundaciones, deslizamientos, etc.), donde se exhibe mayor vulnerabilidad social y pobreza. Hay también casi un 37% de familias que carecen de vivienda. En promedio, apenas se trata aproximadamente el 20% de las descargas de aguas de alcantarillado, y solo el 50% de los residuos reciben disposición final adecuada. Latinoamérica es, además de todo esto, la región más violenta del planeta, con una media de 24 homicidios cada 100.000 habitantes, más del doble que el promedio internacional, con ciudades que alcanzan los 90 homicidios cada 100.000 habitantes, detallan los datos del Banco Mundial.Estos números son promedios regionales con variabilidad local, pero dan una idea bastante clara de la situación histórica, que es en general considerada irreversible en el corto plazo, más no en el mediano y largo.
Se debe “construir ciudad”Para Terraza, revertir esta situación y al mismo planificar el crecimiento actual para evitarla a futuro “es el gran desafío”, y destaca inversiones actuales en infraestructura urbana para los más vulnerables socialmente: programas como “Mina Casa Minha Vida” en Brasil, “Quiero a mi Barrio” en Chile o el “Programa de Mejoramiento de Barrios” en Argentina, por ejemplo.También “existe una segunda generación para este tipo de proyectos: la búsqueda no es solo la provisión de infraestructura y vivienda. Estos proyectos incluyen la voluntad de construir ciudad, desarrollando un tejido social con calidad de vida más equitativa, que incorpore la informalidad a la formalidad y es ahí donde se evidencia una oportunidad”.Con estas iniciativas se busca que la mayoría de los viajes se realicen a pie o en transporte público (la construcción de los nuevos metros de Panamá, Lima y Quito por ejemplo), que el transporte público esté ligado al diseño urbano del barrio, que el uso del suelo vuelva a ser mixto y en alta densidad. “Esto es lo que las ciudades están haciendo y creo que lo mejor está aún por venir”, afirma.
Cuidad inteligente, ¿de qué tipo?Según Terraza, las ciudades latinoamericanas del futuro tienen que ser ciudades inteligentes, pero no por el nivel de “sensorización y tecnología aplicada”, sino porque deben recuperar “su esencia: el automóvil dejara de ser un factor principal de diseño urbano disminuyendo su número drásticamente y ubicando al ser humano al centro del mismo. Serán inteligentes porque dieron prioridad y estarán mucho más cerca de cerrar la brecha de inequidad y segregación socio espacial”.También presagia que en el futuro las ciudades de América Latina van a enfrentar “una población que no crece o sencillamente decreciente y una sociedad envejecida. En muchos casos la población por encima de 60 años se habrá triplicado. La tradicional pirámide demográfica que aprendimos en la escuela habrá comenzado a invertirse”. Sin embargo, estos adultos mayores tendrán una vida mucho más activa que la que tuvieron “nuestros abuelos y padres”, afirma. “Por lo tanto, no podremos seguir esperando que el crecimiento económico esté traccionado por el crecimiento demográfico, la productividad será la clave y para esto nuestras ciudades deberán dar prioridad a la educación y la atracción de talentos”.Para logarlo, sin embargo, se debe solucionar el problema de la violencia en la región, planificar con mayor equidad, menor segregación y priorizar la educación.